El Servicio Secreto de EE UU, encargado de la protección presidencial, ha admitido 91 violaciones de la seguridad, algunas de ellas graves, en los últimos 30 años, en un informe de uso interno que publica «The Washington Post».

El documento, que representa la enumeración más detallada hasta el momento de los incidentes de seguridad vividos por el Servicio Secreto, se ha filtrado a raíz del escándalo provocado por Michaele y Tareq Salahi, una pareja que consiguió colarse en una cena de Estado de la Casa Blanca el día 23.

Entre las violaciones de la seguridad presidenciales ocurridas desde 1980, el documento relata cómo se permitió la entrada en el recinto de la Casa Blanca a una familia en un monovolumen, a un hombre del que se creía que era un repartidor de mercancías y a una mujer obsesionada con Bill Clinton, con el que aseguraba mantener «una relación especial». Desde esa fecha sólo se ha producido un atentado serio contra un presidente, el protagonizado por John Hinckley, que consiguió herir al presidente Ronald Reagan tras dispararle desde fuera del perímetro de seguridad establecido por el Servicio Secreto. En ocho de esas violaciones el intruso consiguió llegar hasta el presidente. Cuatro de ellas estuvieron protagonizadas por Richard Weaver, quien consiguió acercarse a George Bush, a Bill Clinton y a George W. Bush, convencido de que «Dios me hace invisible a la seguridad».

Según el portavoz, Edwin Donovan, el documento «refleja un intento de evaluar nuestra seguridad y evidentemente aumenta la concienciación de nuestros agentes sobre su labor». Después de que se conociera la intrusión de los Salahi, el Servicio Secreto ha abierto una investigación. Tres agentes permitieron el paso a la pareja pese a que no aparecían en la lista de invitados.