Como el galán de cine que es, el actor Antonio Banderas se dio este fin de semana un baño de multitudes en su Málaga natal, donde ha vivido, con el corazón en un puño, el inicio de la Semana Santa local. «Vengo a fundirme con mi gente, a ocultarme tras un capirote y a degustar el delicioso sabor del anonimato. A ser un átomo, una célula del pueblo al que pertenezco y quiero», aseguró el actor, acompañado de su esposa, Melanie Griffith, de su hija Estela del Carmen y de su madre, doña Ana.

Una primera ocasión para fundirse con su pueblo natal fue la lectura del pregón de la Semana Santa malagueña, en la noche de anteayer, sábado, en un abarrotado teatro Cervantes que arrancó con sus aplausos las lágrimas de nuestro intérprete más internacional. Vestido con traje de chaqueta negro, corbata del mismo color y camisa blanca, Banderas interpretó un pregón en torno a seis personajes que le sirvieron para recorrer los momentos más especiales de la Semana Santa malagueña. Banderas optó por personajes del pueblo: un viudo, una mujer que acompaña al Cautivo, un niño que toca el bombo, un cantaor atrapado por la bebida, una mujer...

Y es que Banderas venía dispuesto a hablar de la gente y de momentos tan especiales como el silencio al escuchar una saeta, los crujidos del trono de la Virgen del Rocío, el olor a cera quemada y la fragancia del manto de la Virgen de las Penas... Y también de otros momentos no menos especiales, como las torrijas y el chocolate caliente con que se cierra cada noche la Semana Santa. Los malagueños pagaron estas emocionantes palabras con una cerrada ovación que le tocó la fibra sensible, no sólo a él, también a su esposa, Melanie, que vestía un traje de encaje con bordados florales, de aire muy andaluz.

Ayer, domingo, Banderas portó la imagen del Santísimo Cristo de la Sangre. Se situó en primer lugar, como corresponde a los pregoneros, y llevó el Cristo en el primer tramo entre la Parroquia de San Juan hasta la casa hermandad de la cofradía.

El domingo que viene dirigirá como mayordomo un trono de su cofradía, el de la Virgen de Lágrimas y Favores, a la que ha escrito en parte una marcha de honor.