Los bolardos de la discordia: la nueva medida de seguridad en la senda peatonal al cementerio de Villaviciosa provoca quejas vecinales

Manolo Peruyera, de Sidra Coro, maniobrando para intentar no pisar los nuevos separadores.

Manolo Peruyera, de Sidra Coro, maniobrando para intentar no pisar los nuevos separadores. / Alicia García-Ovies

La instalación de separadores para impedir que los vehículos invadan la senda peatonal que va desde la iglesia hasta el cementerio ha sido la gota que ha colmado el vaso para los vecinos de la AS-332. La nueva medida de seguridad pretende garantizar la protección de las personas que realizan dicho recorrido andando, pero a la vez dificulta el paso de los camiones, lo que supone un grave problema especialmente para la empresa sidrera que se ubica en ese tramo.

“Un tráiler de diecisiete metros, como los que habitualmente nos traen las manzanas, necesita espacio para maniobrar y con estos separadores va a ser imposible. Para poder girar en ciertas curvas va a tener que pasar por encima sí o sí y el camionero no va a querer porque corre el riesgo de estropear el camión”, explica Manolo Peruyera.

El llagarero ha comprobado las dificultades en primera persona. El camión de su empresa, que “tendrá unos cinco metros”, ya tiene que pisar los separadores para poder encarar el inicio de la carretera. No es el único, el vehículo que los trabajadores de Cogersa utilizan para repartir los cubos de basura tiene la misma problemática. Incluso el resto de los vecinos se han dado cuenta: “Por ahí un camión no pasa”, señalaba esta misma semana uno de ellos.

“Entiendo que lo han hecho para que los vehículos no invadan la senda, pero ya está pintada de un color diferenciado y para reducir la velocidad hay otras fórmulas. La nuestra es una pequeña industria, pero es lo que hay y necesitamos seguir trabajando”, insiste Peruyera, quien por el momento ha conseguido que justo delante de su empresa no se instalen dichos separadores. Una medida que agradece, pero que es insuficiente.

Para quienes acuden habitualmente a caminar por la senda la medida supone una mejora, aunque entienden las quejas del llagarero. “El problema aquí son los coches que bajan en dirección contraria y que suelen hacerlo a gran velocidad. Ya ha pasado alguna vez que coinciden con quienes circulan bien y para poder pasar los dos tienen que invadir la senda, dejando a los peatones sin espacio”, explica una vecina.

Para Peruyera está medida ha sido el detonante que faltaba. “Llevamos siete años encerrados. Antes la carretera era doble dirección, ahora solo se puede subir, lo que nos obliga a los vecinos a dar un recorrido enorme para dar la vuelta”, indica. El Ayuntamiento instaló en su día unos semáforos para controlar la circulación, aunque “nunca han funcionado. En teoría nos iban a dar unos mandos para que los vecinos pudiésemos controlarlos cuando quisiéramos salir y ni eso”.

Ante esta situación, el llagarero demanda una solución que le facilite su trabajo y que le permita seguir utilizando vehículos de grandes toneladas cuando así lo requiera. “No sé a quién tengo que acudir, solo pido que hagan algo”, insiste.