Los códigos han servido desde siempre para regular las relaciones vitales. Los hay muy sencillos, señas que hasta algunos animales comprenden, y otros complicados, códigos secretos, alfanuméricos, diseñados ad hoc para que no los entienda casi nadie. El de circulación es quizás uno de los códigos más internacionales. Si el coche que va delante da el intermitente de la izquierda, indica, salvo despiste, que el automóvil se desviará hacia ese lado. Si el que viene detrás da las luces largas, es que pide que le dejen pasar. En algunos países, hasta hace poco, era habitual dar las luces al coche de delante, incluso en carreteras con sólo dos carriles -uno por sentido-, y que el conductor avisado se echara sin más al arcén para dejar la vía libre al más rápido. El PSOE lleva casi diez años -desde el congreso celebrado en el año 2000 en el que los arecistas cayeron derrotados ante los afines al SOMA de José Ángel Fernández Villa- dándole las luces largas a Vicente Álvarez Areces sin que el presidente del Principado haya hecho ademán de echarse a un lado en la carretera política.

Areces, que había llegado a la Presidencia en 1999, venía de sufrir un varapalo en su intento de retirar a Manuel Menéndez al frente de la Caja de Ahorros de Asturias. La cosa funcionó sólo unos días, el tiempo que tardó su partido en enmendarle la plana y devolver al de Salas a su cargo. La desautorización fue total y el PSOE dejaba claro que no comulgaba demasiado con su presidente. Sin embargo, Areces volvería a dar la batalla poco después en el congreso del PSOE, donde cayó a pies de los villistas que impusieron a Javier Fernández como secretario general ante el candidato arecista, Álvaro Álvarez. La cita acabó entre gritos de los militantes. «¡Presidente! ¡presidente!», le decían a Javier Fernández tras el recuento que le dio la victoria. Areces estuvo a punto de caer deslumbrado por las luces largas en el año 2000 pero no se quitó, siguió firme en su carril.

En 2003, cuando llegó el momento de designar candidato, algunos sectores pidieron a Javier Fernández que diera el paso. «Areces no podía seguir después de la que había montado esa legislatura», piensan aún los críticos con su gestión. El mismo Fernández mostró poco entusiasmo entonces, no quería jaleos, «y Tini siguió». «Iba a ser su última legislatura», comenta uno de los protagonistas de aquel momento. No fue así y no fue así pese a que en 2006, «un 3 de mayo», se celebró una reunión en Madrid en la que estaban presentes, entre otros, Vicente Álvarez Areces, Javier Fernández y José Blanco, buen conocer de las relaciones que mantenían los socialistas asturianos tras haber acudido, «con casco azul», en el 2000, tras el desastre de la Caja. Allí quedó claro que Blanco prefería a Fernández. Jesús Gutiérrez, secretario de organización de la Federación Socialista Asturiana (FSA), trabajó con ahínco para que Javier, de Mieres como él, liderase la candidatura en 2007. Tini volvió a ignorar las luces largas y Fernández evitó dar la batalla, algo que dañó incluso su relación con José Ángel Fernández Villa, líder del SOMA, que quería, a toda costa, que el que consideraba su pupilo diera el salto al Principado. Madrid sí logró sus objetivos de mínimos: ya que Fernández no sería candidato, Ferraz sí le pidió que fuera en el número dos de la lista ante un hipotético cambio de presidente mediada la legislatura. Las señas eran inequívocas para todos, pero Areces, o no veía, o no quería ver las luces largas que le daba ya una mayoría muy importante del partido.

Pero si el Presidente no se movía de la calzada, los cuadros críticos tampoco dejaban de mandarle avisos. En varios comités regionales se escuchó la acusación clara al Presidente y se recordó que el respaldo electoral que venía obteniendo en las urnas seguía un camino descendente desde el primer día. En 2007, Areces ganó gracias al voto emigrante. En Asturias, los electores también le daban las luces. En el PSOE, alguno comenzó incluso a pitarle. Fue cuando Álvaro Cuesta vapuleó a Gabino de Lorenzo en las generales. «Los alcaldes y Cuesta habían obtenido buenos resultados, la estrella que caía era la de Areces», recuerdan los que vivieron aquellos momentos en primera fila.

«Bastante antes del verano de 2009», señalan dirigentes del PSOE, hubo otra nueva reunión. Repetían Vicente Álvarez Areces, Javier Fernández, José Blanco y entraban nuevos José Luis Rodríguez Zapatero y Álvaro Cuesta. En ella queda claro que el próximo candidato en Asturias será Javier Fernández. Sin embargo, Tini, que ya sabe lo que es asistir a reuniones de ese tipo sin que al final llegue la sangre al río, parece hacer oídos sordos. Cuenta a su favor que Fernández deja claro en todo momento que él sólo será candidato si no hay enfrentamientos internos en el partido. Las luces largas de aquel encuentro fueron casi como las de un faro de la costa cantábrica, visibles en plena niebla. «Fue un posicionamiento claro y contundente», valora un dirigente del PSOE.

Pero, ¿qué hizo Areces? El Presidente comenzó a lanzar mensajes ambiguos en los que dejaba entrever la posibilidad de repetir al frente de la lista socialista. «No creo que estuviera tanto retando a Javier Fernández como tratando de tranquilizar a los suyos. Areces tiene una corte de colaboradores muy amplia que depende de la continuidad del Presidente para mantener sus puestos y lanzar un mensaje de no continuidad entonces podría haber provocado muchos problemas», afirma un destacado socialista. Pero lo que tranquilizaba a los arecistas irritaba a los partidarios de Javier Fernández. En las Cuencas se ponen manos a la obra. Balbino Dosantos, secretario general del PSOE de Mieres, organiza un acto en el Caudal para hablar de la crisis económica. Allí, tras la intervención de Javier Fernández, José María Solís, secretario general en Laviana, y Eduardo García, militante de Ciaño y colaborador del delegado de Gobierno, Antonio Trevín, interrogan a Fernández sobre su candidatura. La lectura que sacan todos es que «Javier será candidato»; pero no pasan dos horas y éste lo desmiente. Areces vuelve a ignorar las luces largas, asegura que acabará la legislatura, que está fuerte, y sus hombres comienzan a sopesar los apoyos que tendría el Presidente en caso de unas primarias ante el secretario general de la FSA.

Luego llega la declaración, en un acto con empresarios celebrado en Ritz, en Madrid. «Si se habla de mi candidatura, debe ser porque algunos tienen dudas», espetó. La frase hizo que Jesús Gutiérrez y los fieles a Javier pensaran que había llegado el momento de dar un bocinazo. En otro acto celebrado en Mieres, Gutiérrez asegura que Fernández ya ha tomado una decisión sobre su candidatura hacía ya tiempo y que ésta era de sobra conocida en el partido. Fernández comienza a participar en más actos del partido, algunos organizados por María Luisa Carcedo para ir recogiendo ideas para el programa electoral, y voces representativas del PSOE como las de los sindicalistas Eduardo Donaire y Justo Rodríguez Braga, entre otros, se decantan por Javier Fernández como candidato. El SOMA, que parecía enfadado con Fernández, también anuncia su apoyo. Es ya una caravana la que le da las luces a Areces para que se eche a un lado.

Pese a los fogonazos, algunos próximos al Presidente, como José Ramón Herrero Merediz siguen defendiendo sus opciones. Sólo la intervención de Leire Pajín y José Blanco, que le recuerdan que debe decidir ya, desemboca en la renuncia pública de Areces tras una década de luces largas.