Santiago de Chile / Langreo,

Agencias / M. Á. G.

El Gobierno chileno tardará tres meses en horadar una «chimenea» de 700 metros de profundidad y 70 centímetros de diámetro para rescatar a los 33 trabajadores atrapados en una mina de oro de Atacama. Construir el tubo será complicado, pero sacar a los mineros una vez que esté ejecutado tampoco será fácil. Colgados de un cable, cada uno de los trabajadores tardará más de una hora en ser izado a través de un claustrofóbico espacio en el que apenas podrán moverse y en el que tendrán los ojos vendados para evitar que la luz solar dañe su vista al salir. Se trata de una dura prueba para la que psicológicamente hay que estar bien preparado.

Así lo explican los expertos asturianos en rescate minero. «El equipo que nosotros tenemos para izar a accidentados es un torno hidráulico que avanza a unos diez metros por segundo (lo que equivaldría a un recorrido de 70 minutos en el caso de los mineros chilenos) y tampoco conviene que vaya más rápido por cuestiones de seguridad para la víctima. Hay que ser fuerte psicológicamente para soportarlo», asegura Francisco Gómez, jefe de la Brigada de Salvamento Minero, que se apresura a añadir: «Todo esto son valoraciones desde la distancia porque habría que estar allí para saber cómo es el operativo».

Por otro lado, un seísmo de 4,1 grados en la escala Richter en el norte de Chile hizo ayer temer por la seguridad de los mineros. El terremoto se saldó sin heridos ni daños. El terremoto sólo habría atascado más la roca que los mantiene incomunicados. Asimismo, los trabajadores, que ya reciben alimentos desde el exterior, pudieron responder a las cartas de sus familias.