311 sacerdotes para 932 parroquias: las Unidades Pastorales con las que la Iglesia reforma su mapa en Asturias

En pueblos y barrios la población se ha transformado mucho en los últimos veinte años y les ha llegado la hora del cambio a las ciudades

Las nuevas comunidades pastorales mirarán más allá de la parroquia

Las nuevas comunidades pastorales mirarán más allá de la parroquia

Luis Ángel Vega

Luis Ángel Vega

La Iglesia asturiana ultima el mapa de las Unidades Pastorales, el modelo de unificación de parroquias por el que apuesta la archidiócesis desde hace dos décadas para gestionar la compleja realidad de la región. Este 6 de abril se cumplen veinte años del decreto del entonces arzobispo de Oviedo Carlos Osoro por el que se constituían las Unidades, entonces llamadas de Acción Pastoral, fruto del plan pastoral "Convocados a evangelizar. Alzar la vista", para los años 2003-2006.

Dos décadas después, casi se ha completado la unificación donde era más evidente su necesidad, en el ámbito rural, pero queda impulsarlo en las ciudades, donde cuesta más convencer a feligreses y a algunos sacerdotes y religiosos.

Desde 2018 se ha hecho un esfuerzo por impulsar el modelo y este año, posiblemente después del verano, el arzobispo Jesús Sanz Montes tiene pensado firmar el decreto de consolidación de todas las Unidades, cuyo mapa es fruto de la propuesta de los diferentes arciprestazgos. El proceso, aseguran, no vienen de arriba y han participado los sacerdotes, "con mucha generosidad y visión de futuro".

La necesidad de esta reorganización salta a la vista. Para empezar, en Asturias hay 932 parroquias y tan solo 311 sacerdotes, y aunque este año ha subido el número de seminaristas, hasta 32, la tarea es ingente para tan pocas manos.

Por otro lado, está el factor demográfico. En algunas parroquias rurales, los feligreses se cuentan con los dedos de una mano, si bien se incrementan durante las fiestas con el regreso de sus hijos dispersos.

En las ciudades, parroquias antaño populosas, nacidas al calor del crecimiento económico, pierden feligreses por cuestiones biológicas y sociales. En los barrios nuevos, que no dejan de crecer, se necesita tiempo para vincular a esa población de parejas jóvenes con la parroquia.

Como en otros ámbitos, se necesita compartir recursos para optimizarlos en asuntos como la caridad o el mantenimiento de templos y criterios de actuación comunes en aspectos como la catequesis. Hay un deseo de superar los estrechos límites de la parroquia y tener una visión comunitaria más amplia, vivificar las parroquias y fomentar la participación de los laicos.

Antonio Vázquez Escobar, vicario episcopal de Pastoral desde 2016 (y que ya se hizo cargo del mismo cometido en la Vicaría de Oviedo-Centro en 2014), está detrás de ese esfuerzo realizado por completar el mapa de unidades pastorales.

Explica que, inicialmente, el plan era crear las unidades pastorales en la zona rural en el año 2004, y extenderlo a las ciudades en 2005. Osoro constituyó un total de 106 unidades pastorales en la zona rural, y en las ciudades se comenzó a trabajar por sectores, en lo que se denominaba unidades de comunión y misión.

"El proceso en el ámbito urbano fue más lento que en el rural. Las parroquias urbanas tenían mucha más vitalidad y no veían necesidad de asociarse. Tardaron un poco más en mentalizarse", indica el vicario, natural de Boo (Aller). Vázquez quiso acordarse del trabajo para elaborar un primer esbozo de las unidades pastorales realizado por el sacerdote José Ramón Álvarez, "Quico", del Departamento de Sociología, Estadística e Informática, fallecido prematuramente en 2010 con 53 años. "Él tenía en cuenta criterios económicos, sociológicos, geográficos, como la cercanía, el patrimonio, la historia... Nosotros estamos recogiendo un fruto muy positivo de toda esa tarea", señala Vázquez.

Asturias fue pionera en España en ensayar ese esquema. "Desde 2018 hemos vuelto a esa reformulación de las estructuras, porque previamente hubo un sínodo diocesano que marcaba los objetivos en aspectos como la iniciación cristiana, la caridad o la pastoral familiar", añade.

Se pidió a todos los sacerdotes la elaboración de un borrador del posible esquema de unidades pastorales por arciprestazgo. "A día de hoy, están todos presentados. Si bien antes había ciertas reticencias por parte de los feligreses y los propios sacerdotes, estamos recogiendo ahora frutos muy positivos", explica el vicario.

Vázquez sostiene que la propuesta tiene la vista puesta en el futuro, de forma que el mapa de Unidades podría ser bastante estable, aunque "no es como la fe, no es definitivo, se irá modificando poco a poco". En 15 o 20 años tendrá que acometerse una nueva reestructuración. "Lo importante no es la estructura, que es un cauce de evangelización, lo importante es qué evangelizamos".

Se ha preparado un material de acompañamiento, en el que el Arzobispo presenta lo que son las Unidades Pastorales, y un trabajo de apoyo, explicando las unidades y cómo aplicarlas. "Haremos una presentación por arciprestazgos, este 2024 quedará cerrado el tema", añade Vázquez.

El vicario explica que puede haber diferentes tipos de Unidades Pastorales. En primer lugar, las de la zona rural, reuniendo las parroquias cercanas en torno al Ayuntamiento, con una parroquia de cabecera, la más fuerte, que es "la que tiene que brindar a las demás lo que tiene". Puso como ejemplo el arciprestazgo de Grado, "que es una Unidad Pastoral de por sí, la parroquia de Grado puede ofrecer salones, catequistas, y aglutinar al resto de parroquias".

Por otro lado, están las Unidades urbanas con alguna parroquia rural, como la de San Lázaro en Oviedo, que tiene acumulada la de La Manjoya y la de San Esteban de las Cruces. "Están muy cerca y pueden hacer equipo y coordinarse", indica Vázquez.

También habrá "parroquias urbanas federadas". "Son parroquias que se unen como si fuesen una sola parroquia, por ejemplo, en Oviedo, San Melchor de Vallobín y San Antonio de Padua en La Florida, o La Merced y San Pedro de los Arcos. Lo lógico en estas unidades es ir dando pasos, sin destruir la parroquia en sí, pero pensando que son una Unidad, creando un solo consejo, coordinando la formación de catequistas, crear un solo grupo de Cáritas…", explica el vicario.

Finalmente, "hay unas unidades urbanas que son parroquias con instituciones religiosas. Como San Juan el Real, con la comunidad de las Esclavas, de los Jesuitas y otras comunidades. Todo eso tiene que estar coordinado hacia el mismo fin", añade.

El vicario Antonio Vázquez, en el umbral del Palacio Episcopal. | Miki López

El vicario Antonio Vázquez, en el umbral del Palacio Episcopal. / Miki López

Como paso previo a formar las Unidades Pastorales, están las parroquias asociadas, parroquias fuertes que están empezando a trabajar con otras cercanas y que con el paso de los años se consolidarán como una unidad pastoral. El vicario pone como ejemplo su propia parroquia, San Pablo de la Argañosa, que trabaja con San Pedro y con la Merced en asuntos de catequesis con jóvenes. "Actualmente en las ciudades tenemos que buscar que haya grupos de jóvenes de diferentes parroquias", indica Vázquez.

Paralelamente, el arciprestazgo y la vicaría territorial deben trabajar como una Unidad Pastoral, con criterios, formación o retiros comunes. "Con motivo de la Semana Santa, en Oviedo, hay iniciativas muy interesantes, con retiros con confesiones para varias parroquias, las charlas cuaresmales del arzobispo en la catedral, el vía crucis arciprestal", asegura. Con estas Unidades, se trata que "los fuertes apoyen a los más débiles, que las parroquias no tengan una estructura caduca y se le dé vida, tal como pide el Papa Francisco". Superar el "parroquialismo" para pasar a una visión más amplia.

La Unidad Pastoral debe ser un trabajo conjunto de sacerdotes y laicos. "El sacerdote lo que debe hacer es un pequeño equipo donde estén presentes esas realidades o vocaciones, que dedique tiempo a la oración, y al trabajo y a la planificación y pensar cómo van a llevar adelante esa Unidad Pastoral", dice.

La diócesis ha hecho un esfuerzo en el aspecto de las "celebraciones en espera de sacerdotes en el mundo rural especialmente". Pasan del centenar los laicos que han acudido a formarse, tanto en Oviedo, como Avilés o el Occidente. Si el sacerdote no puede acudir, estos laicos hacen una celebración de la Palabra. El objetivo es que las parroquias "no queden cerradas, lo último que querríamos". Se les facilita una homilía del Arzobispo para que sea leída y un modelo de celebración que propone la Delegación de Liturgia. Estos laicos reciben del Arzobispo una misión por tres años que se va renovando, y se coordinan con los sacerdotes que tienen un número importante de parroquias para acudir a aquellas a las que el párroco no puede desplazarse. También acuden religiosas (hay 553 en Asturias) a esas celebraciones de la palabra. "Es una forma de mantener vivas las comunidades. Este proceso no quiere eliminar parroquias, sino darles plasticidad".

En Asturias hay parroquias milenarias y otras con apenas medio siglo. "Antes había más vocaciones y la norma no escrita de crear una parroquia allí donde había 5.000 habitantes. Ahora no hay esa realidad de natalidad, ni de geografía ni de sacerdotes. Hay barrios que pensábamos que iban a crecer, que no lo hacen", indica.

"Este proceso tiene que ser respetuoso con las realidades personales, especialmente con los sacerdotes mayores. Se van dando pasos poco a poco. No vamos a quitar a sacerdotes. Es un proceso lento, pero tenaz y con ilusión", asegura. Otro obstáculo viene de aquellas parroquias en las que un nuevo sacerdote releva a otro que se jubila o fallece. "Los feligreses piden que esa persona viva en la parroquia", dice Vázquez. Algunas fueron fáciles de formar, como las del Alto, Medio y Bajo Aller.

En la comarca avilesina está muy avanzada la formación de Unidades Pastorales: Villalegre y La Luz; La Magdalena, El Polígono y Versalles; Santo Domingo de Miranda, La Carriona, San Cristóbal y La Maruca-Raíces; San Julián de Illas y San Jorge de la Peral; Las Vegas, Villa y Molleda; Los Campos, Trasona, Cancienes y Solís; Santa Bárbara de Llaranes y Santa Teresa del Pozón; Candás, Perlora y Piedeloro; Guimarán, Piedeloro, Pervera, Logrezana, Ambás, Albandi y Prendes; Salinas, Naveces, Santiago del Monte, Bayas y Santa María del Mar; Piedras Blancas, San Martín de Laspra, Pillarno y Quiloño; Luanco, Bocines, Nembro, Bañugues, San Jorge de Heres, Viodo y Verdicio; Laviana, Manzaneda, Cardo, Valliniello, Santiago de Ambiedes, Vioño y San Marín de Podes.

En Oviedo, se unirán Dominicos, San Isidoro, San Tirso y La Corte; Carmelitas, Corazón de María y San Francisco de Asís; la Unidad Pastoral de San Juan el Real; la Unidad Pastoral de San Francisco Javier de la Tenderina; la Unidad Pastoral de Ventanielles y Guillén La Fuerza; San José de Pumarín y Santullano, y la Unidad Pastoral de Nuestra Señora de Covadonga, entre otras.

Unidad Pastoral de San Félix de Lugones y Santa María de Viella. En Gijón se han unido Viesques y La Asunción, La Resurrección, Espíritu Santo y San Pablo, formando la unidad pastoral de Laviada-Polígono. También el Buen Pastor y San Andrés de Ceares, San Pedro de Monteana y San Andrés de los Tacones, La Calzada y Santa Cruz de Jove, Cabueñes y Deva, y Roces y Granda. Ahora se plantea reducir el número de sacerdotes necesarios en la ciudad de 28 a 17 y de siete a cinco en las parroquias rurales.

Según alguno de los borradores dados a conocer, pero que seguramente se modificará en próximas fechas, se preveía unir San Pedro con San José, el Corazón de María con Capuchinos y San Lorenzo con los Carmelitas. También se planteaba asociar (paso previo a la unión) a San Pedro –con la Basílica del Sagrado Corazón– y San José. En Gijón, algunos religiosos vieron "con extrañeza" que San Lorenzo se plantease unirse a los Carmelitas y no con San Pedro. También se barajaba hace un tiempo unir el Buen Pastor y San Andrés de Ceares con San Nicolás de Bari. Y las parroquias de San Vicente y La Milagrosa; San Miguel (Pumarín) y la Sagrada Familia (Contrueces); La Purísima y Santa Bárbara; San Julián y Nuestra Señora de Covadonga (Roces); Santa Olaya y San Esteban del Mar (El Natahoyo); y Somió con instituciones de las Agustinas, Carmelo, las Hermanitas y La Providencia.

Los sacerdotes que ya han experimentado la Unidad Pastoral solo hablan buenas cosas de ellas. "La pandemia lo ralentizó todo un poco, pero estamos aunando esfuerzos, por ejemplo, en la labor de Cáritas de ambas parroquias", indica Hilario Paz, párroco de San Pedro de los Arcos, que está unida a La Merced. "Estamos realizando también celebraciones litúrgicas conjuntas, como la vigila pascual o la misa de gallo. Unas veces se celebra en una parroquia y otras en la otra. En la celebración del Domingo de Ramos, en La Merced, acudió la Borriquilla, que tiene su sede en San Pedro de los Arcos. Hace que tengan más vitalidad las parroquias, y que se cobre más conciencia de que somos una comunidad más amplia. Además, hace falta unir recursos económicos. En Cáritas, tenemos un desfase y faltan recursos, viene más gente de la que podemos ayudar. Tenemos que volcarnos con los inmigrantes. Se ha triplicado el número de personas que demandan ayuda. Además, la unidad pastoral permite tener el mismo criterio en la catequesis. No queda más remedio, gente no va quedando tanta. Somos dos parroquias pegadas", añade don Hilario, que también está a cargo del Teléfono de la Esperanza.

Otra Unidad es la de San Melchor y San Antonio de Padua. El párroco de la primera, Marcelino Garay, indica que es "una forma de coordinar servicios, de hacerlo todo de forma más unitaria". En esta unidad, hay dos grupos de catequistas, que actúan coordinados, los equipos de Cáritas están unificados, y se unifican celebraciones, como las vigilias pascuales. "Así se mezclan los feligreses de Las Campas, La Florida y Vallobín", indica. El sacerdote, que fue arcipreste de Oviedo, indica que están deseando el decreto que dé carta de naturaleza a las Unidades Pastorales: "Son una buena cosa".

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