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VICENTE DOMÍNGUEZ | Presidente del patronato del Centro Niemeyer

"Nada se puede convertir en referencia mundial en seis meses, ni el Niemeyer"

"Necesitamos una coordinación especializada en exposiciones, en música y en palabra; en teatro y en cine no, ya tenemos a los mejores"

Vicente Domínguez, durante la entrevista. MIKI LÓPEZ

El profesor de Filosofía Vicente Domínguez (Avilés, 1963) es, desde hace unos pocos meses, Viceconsejero de Cultura del Gobierno del Principado. En virtud de este cargo se hizo con otro paralelo, el de presidente del patronato de la Fundación del Centro Niemeyer. Fue hace menos de un mes. Mañana lunes preside por vez primera una reunión ejecutiva del órgano de gobierno del complejo cultural avilesino. Responde con mansedumbre y claridad a las preguntas de LA NUEVA ESPAÑA. Acaba de posar para el fotógrafo en su despacho del edificio Calatrava y se enciende la grabadora.

-El lunes se estrena como presidente del Niemeyer.

-Sí.

-Cuénteme.

-No le puedo contar mucho. En el orden del día no hay nada referido a la futura programación. Son todo cuestiones de gestión interna que no le puedo avanzar porque, precisamente, se van a discutir el mismo lunes. La programación se aprobará, probablemente, en el último patronato del año. Se hizo un avance no hace mucho y de él se informó a los medios de comunicación en su momento.

-Pues hablemos de cuestiones de gestión interna. ¿Cuál es la deuda actual de la Fundación?

-Hay un plan de viabilidad vigente en este momento, pero no le puedo concretar más porque esta de la deuda realmente es una cuestión muy técnica que está sometida a reclamaciones que se están desarrollando todavía. Hoy mismo (por el viernes) sale en LA NUEVA ESPAÑA algo de esto (se refiere a una reclamación dineraria del exsecretario de la entidad). Llevo escasamente tres semanas presidiendo el Niemeyer. Me he centrado en este tiempo en todo lo que tiene que ver con la organización del centro en cuanto a contenidos, por así decirlo. La cuestión económica, según la información que tengo, está controlada. Es una cuestión complicada y el presupuesto está equilibrado. Y hasta ahí le puedo informar, porque hasta ahí sé por el momento.

-Los gestores del Niemeyer a lo largo de su corta historia nunca han dado en el clavo al decidir a quién subcontratan la hostelería y no entiendo la razón.

-No voy a escudarme en que son problemas heredados. El asunto de la hostelería, como sabe, ahora está "sub iudice". El contrato finaliza, me parece, a mediados del año que viene y, nuevamente, habrá que sacarlo a concurso. De un modo u otro hay un nuevo horizonte con respecto a la hostelería.

-¿Me está diciendo que habrá novedades en este punto?

-No, no nos lo hemos planteado. Lo que quiere el patronato es que la hostelería funcione en los términos que entendemos que pueden resultar buenos para el centro. Ahora mismo lo que sucede es que estamos en una situación conflictiva y sobre ella no me voy a pronunciar porque, naturalmente, es un asunto sobre la mesa del patronato. Lo ideal en estos casos -y hablo en términos generales- es que haya un servicio que deje satisfechos a todas las partes y parece que en este momento no se está dando esta situación.

-De hecho, a lo que se ve, no se ha dado nunca.

-El mundo de la hostelería es un mundo complejo, entiendo. Yo no sé nada de hostelería, pero sí sé que se asumen riesgos altos. Efectivamente, este de ahora es el tercer contrato de hostelería que tenemos en el Niemeyer, si no me confundo, y parece que no acabamos de encontrar una línea, pero para eso estamos: para encontrarla.

-¿Han cuantificado la reclamación dineraria que se exigirá a los anteriores gestores del Centro?

-No lo sé si se ha cuantificado. Realmente, debería tener aquí al secretario y al asesor jurídico para poder darle la respuesta. No es una cuestión de cautela general. Sobre todo esto que me pregunta sólo tengo una determinada información. No lo conozco todo suficientemente. Sí, soy el presidente del patronato del Niemeyer, pero tengo la función de representar a la Fundación, convocar y presidir las reuniones. Le estoy dedicando en este poco tiempo que llevo muchísimo tiempo al Niemeyer y no he llegado a conocer todos los intríngulis del Centro. Dentro de un año no sería legítimo que le negara esta respuesta; ahora supongo que entenderá que es comprensible. No quiero deslizarme con un sólo dato que pueda ser susceptible de malinterpretarse, pero porque yo lo esté dando mal. Esa es la única reserva.

-Izquierda Unida ha protestado porque no está en el patronato. ¿Tiene que estar?

-El Ayuntamiento de Avilés es uno de los patronos que cuenta con una determinada representación. Es él el que hace su propia propuesta al patronato, que la ha aceptado. No tenemos nada más que decir.

-¿Habrá nuevos patronos privados?

-Una de las atribuciones delegadas al director general es la exploración y la atracción de nuevos patronos privados, por supuesto, con la colaboración del patronato. La financiación pública del Niemeyer, obviamente, es conocida porque está en los presupuestos y entiendo que se tienen que atraer nuevos inversores...

-... ¿para complementar la inversión pública o para reducirla?

-Para complementarla, claro. Cada año, las aportaciones están en función de las disponibilidades presupuestarias. Realmente, las tres administraciones públicas que están representadas en el Niemeyer deciden qué parte de sus presupuestos destinan a la Fundación. Obviamente, lo ideal es que se atraiga financiación que sume.

-¿Qué órdenes va a dar el nuevo patronato al director general de la institución?

-Vamos a ver, el patronato lo que hace es supervisar y conocer la gestión del director general, que tiene unas atribuciones muy amplias, incluidas algunas delegadas por el patronato. ¿Qué tiene que hacer? Presentar una programación de calidad, solvente y con continuidad en el tiempo. Y esto sólo se consigue, precisamente, con tiempo. Uno de los principales problemas del Niemeyer es que tiene que enfrentarse a un relato consolidado con un catalizador que habitualmente suele resultar contraproducente: la ansiedad. Y el causante de esa ansiedad fue la ilusión legítima que generó el proyecto a todo el mundo. Y no se presupuestó lo fundamental de esa ilusión: la duración, el tiempo, el medio y el largo plazo que conlleva la construcción del prestigio. Estamos todavía en la cuna. No se puede convertir nada del mundo en referencia mundial en seis meses, tampoco el Niemeyer. Lo que quiero decir es que el Niemeyer tiene que negociar el relato que se construyó en los primeros meses de su historia, un relato que no quiero llamar mito, aunque podría llamarlo así.

-Y, sin embargo, este verano se programaron media docena de películas, una obra de teatro y dos exposiciones. ¿No es una programación pobre?

-Vamos a ver, hay algo que quizás debamos hacer nosotros mismos mejor: esforzarnos en comunicar de manera más acertada. No me refiero a sus colegas de comunicación: hablo de nosotros, los miembros del patronato. Es cierto que el proyecto está en la cuna, está empezando. Esto es lo que no se percibe. El proyecto tiene poquísimos años. Los proyectos no nacen hechos y derechos. ¿Hemos logrado transmitir a Avilés que la programación de cine que hay en este momento en el Niemeyer es equivalente a la del Matadero, la Tabakalera u otras instituciones? La programación de cine es absolutamente prestigiosa, impecable, con un programador (Fran Gayo) de primer orden. Entiendo bien que se trate de ver de las carencias, pero no somos capaces de valorar una programación de cine absolutamente internacional. Siempre se puede hacer más de lo que se hace. Desde mi punto de vista, la programación del teatro está también en un nivel altísimo. Y no hace falta explicar por qué: es obvio. Antonio Ripoll, su programador, es una referencia nacional, sin lugar a dudas. Hay otras tres áreas en el Niemeyer: música, exposiciones y palabra. Pero por eso quiero insistir que, para estar en la cuna, el proyecto ha alcanzado un nivel muy alto en tres de las cinco áreas. Pero vamos a ser justos: tener a Wilko Johnson en Avilés en enero ya justifica un trimestre tranquilamente. Es cierto que necesitamos una coordinación especializada en exposiciones, en música y en palabra; en teatro y cine no, tenemos a los mejores.

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