Será para nosotros «El Guaje», vamos, un críu de Tuilla, con solo 1.500 habitantes en el municipio, que creció entre mineros al lado del pozu y tuvo la mala o buena suerte de romper el fémur derecho y, como no podía golpear con esa pierna, su padre, José Manuel, le mandó practicar con el pie izquierdo, de ahí que nos haya salido extremo izquierda o zurdo, aunque es más bien ambidiestro, le puede y pega con los dos pies.

Es el prototipo de delantero nato, rápido como una centella, tiene un regateo prodigioso, toca el balón con los dos pies y posee una imaginación para el juego y la jugada fuera de lo común. Ahora sí, lo mismo le da bajar a defender, que subir un balón que entre sus pies es todo un peligro y más de medio gol. A los 9 años realizó unas pruebas para entrar en el Real Oviedo pero fue rechazado por «tener poca potencia y poca altura -1,75-»; al día siguiente, empezó a jugar en el Unión Popular de Langreo, donde continuó hasta los 17 años, pasando luego al Real Sporting de Gijón, que estos ya vieron que era un fenómeno, sin importarles la altura, que no está mal; y una habilidad solo comparable a la Saeta Rubia argentina, que como él podría jugar donde quisiera y en la posición que le pusiera el mister, aunque será un delantero nato. Después del Sporting de Gijón, vino el Zaragoza, luego el Valencia y ahora el Barça. Pero su paso por todos los equipos dejó la huella de goleador y habilidad en el regate y en la visión de la jugada de cara al gol siempre. Es más de media Selección Española y él es quien mete los goles y, sobre todo, los de la victoria definitiva, por mucho que se empeñen «los del niño».

Esti no ye un niño, ye «nuestro guaje», y con un culete de sidra vamos a brindar por él, y por el Campeonato del Mundo de selecciones que ganamos, junto con Iker Casillas y Sara Carbonero. Alfredo di Stéfano es quien más se parece a él, pues domina el fútbol casi como dios. Además es una persona humilde y sencilla, y un gran amante de los guajes, de los que anda siempre rodeado, firmándoles autógrafos y dándoles fotos, esperemos que muchos le imiten en el deporte y en la vida. Volverá a su Gijón del alma, después de ser todo en el fútbol y de hacer maravillas, como dice la canción de «Los Berrones», saliendo de su Tuilla.