Nava,

Mariola MENÉNDEZ

La emblemática espicha asturiana, esa reunión festiva en torno a un tonel para probar su sidra, acompañándola de viandas, se ha hecho un hueco en la prestigiosa revista «Historia Social». Lo ha conseguido gracias al artículo «Comensalidad, sociabilidad y rituales de consumo. La espicha en Asturias en el primer tercio del siglo XX», que acaba de publicar el historiador Luis Benito García, responsable del proyecto de investigación que avalará la candidatura de la bebida regional para ser reconocida por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, un encargo de la Fundación de la Sidra.

García repasa la «evolución desde que la espicha era una costumbre campesina hasta que, en el primer tercio del siglo XX, se convirtió en una industria cultural de primer orden». Fue la época de mayor apogeo de estos acontecimientos sociales, con atracciones de faquires, orquestas y la música de gramola. El declive llegó con la guerra civil y, aunque fue remontando, no lo hizo con «aquel empaque» y ha llegado «casi a institucionalizarse», dejando de ser una industria cultural promovida por un empresario. Pero la espicha nunca perdió su esencia, como reunión social y festiva en torno a un tonel.

Que esta tradición en torno a la sidra haya captado la atención de «Historia Social» es un aval más para conseguir el reconocimiento de la Unesco. Después de casi dos años de trabajo, Luis Benito García ultima el proyecto de investigación para entregarlo en noviembre, en Nava, a la Fundación de la Sidra. Es un corpus científico de unas 300 páginas en las que el historiador analiza la evolución de la cultura sidrera desde la Guerra Civil hasta la actualidad. El período que comprende desde la Restauración hasta la contienda ya fue objeto de estudio en su tesis doctoral que, al igual que otras publicaciones, se incluirá en el proyecto. El Principado, promotor de la iniciativa, con el apoyo de la Asociación de Lagarares de Asturias, presentará la candidadura en agosto de 2012. Habrá que seguir trabajando para superar las estrictas evaluaciones de la Unesco hasta que, en 2014, dicte su veredicto. García estima que lograr esta designación sería «una promoción como jamás se ha soñado». Posibilidades hay, ya que cumple los requisitos de coherencia, desarrollo en un ámbito geográfico determinado, una evolución lógica a lo largo de los siglos y el de ser una tradición milenaria que se ha adaptado a los tiempos manteniendo su indentidad.