Pola de Siero,

Manuel NOVAL MORO

Si el martes ya es un día de mercado suficientemente atractivo en Pola de Siero, en la jornada de ayer los compradores tenían otros incentivos añadidos. A los excedentes de los productos del campo, los abastos de la calle Marquesa de Canillejas y el mercadillo del barrio de La Isla se unieron otras dos iniciativas puntuales: la Feria de primavera y las cooperativas escolares.

En el caso de la Feria de primavera, se trata de una propuesta de las tiendas que venden, en su mayoría, en las calles peatonales de la localidad, que sacan el género a la calle para animar más la venta. Los resultados siempre suelen ser buenos, y en este caso también lo fueron. El tiempo, soleado y agradable a lo largo de toda la jornada, ayudó a que la iniciativa llegara a buen puerto.

Por otra parte, en el interior de la plaza cubierta se presentaba otra iniciativa muy distinta, que en este caso, aunque sirviera de incentivo para los compradores que se acercaron a la Pola, lo era más como estímulo para los vendedores. Las cooperativas escolares formadas por niños vendían sus productos.

La propuesta que tuvo como protagonistas a los niños es el programa «Emprender en mi escuela», desarrollado por el Ayuntamiento de Siero y la comunidad educativa del municipio con la colaboración de Valnalón, para fomentar la cultura emprendedora, y que los niños desarrollen cuanto antes y al máximo sus capacidades personales y profesionales.

Un ejemplo era el de los chicos del Colegio Público de El Cotayo, de Carbayín, que vendían ayer, con mucho desparpajo y solvencia detrás del mostrador, rompecabezas, pulseras y otros productos artesanos que ellos mismos habían realizado. «En diciembre y enero comenzamos a hacerlos, todo menos las galletas, que las hicimos esta semana, y que ya se agotaron; la venta fue muy bien, lo estamos vendiendo todo a menos de tres euros», explicaba María García.

Como ellos, 250 alumnos de los colegios de Primaria del concejo, distribuidos en un total de 14 cooperativas, expusieron sus productos en el interior de la plaza cubierta, con un éxito de ventas considerable. A lo largo de toda la mañana entraron al edificio clientes, muchos de ellos conocidos pero otros atraídos sin más por las ofertas, que contribuyeron a que los niños creyeran en las posibilidades que todos tenemos para ofrecer productos a los demás y que les gusten.