Careses (Siero),

Franco TORRE

La finca «La Piñera», de Careses, acogió ayer el primer encuentro de vecinos de este pequeño núcleo, una iniciativa que reunió a cerca de 60 residentes en la zona y que los impulsores pretenden consolidar, dándole una periodicidad anual, y extender a los otros barrios de la parroquia de Vega de Poja.

La idea de concretar este encuentro partió de Julio Fernández: «Fue a raíz de la restauración de la capilla de Bienvenida, que congregó a mucha gente, cuando lo pensé. Somos un barrio pequeño dentro de Vega de Poja, no hay más de 47 viviendas, pero en los últimos años se han construido ocho o 10 casas y han venido a vivir algunas parejas jóvenes, así que, de algún modo, nos podía servir para conocernos todos», explica.

Rápidamente encontró la complicidad del alcalde de barrio, Eduardo Rodríguez, que incluso cedió su finca para acoger el encuentro: «Aquí, en La Piñera, había un bar-tienda, así que siempre había sido un poco un punto de encuentro para los vecinos, por lo que nos pareció que era un lugar apropiado».

La elección de la fecha para celebrar el encuentro también tiene su razón: «Queríamos hacerlo en verano, pero aquí aún hay quien va a la hierba, por lo que fijamos la fecha al final de la temporada», explica Julio Fernández. El llamamiento tuvo un éxito inmediato y los vecinos se sumaron rápidamente a la iniciativa: «Salvo unos pocos que no han podido venir por causas ajenas a ellos, el resto de Careses ha acudido al encuentro», destaca Eduardo Rodríguez.

Entre los numerosos asistentes, a ambos les hizo especial ilusión la asistencia de José Ramón Martínez, que se fue a Argentina hace 61 años y que retorna a Vega de Poja a pasar los veranos: «Desde hace seis años no sé lo que es el invierno porque encadeno los veranos de allá con los de acá», relata Martínez, de 86 años, y que, precisamente, comenzó a viajar a España por la añoranza de sus amigos y familiares, por lo que no se lo pensó dos veces a la hora de acudir al encuentro de vecinos de Careses.

El momento culminante del encuentro fue una animada comida de hermandad, a base de los platos que llevaron los propios asistentes, complementados con algo de catering comprado ex profeso. «Para futuras ediciones, estamos pensando en hacer una paella o una gran fabada para compartir. Tenemos que madurarlo», comenta Eduardo Rodríguez.