Emigrante en Argentina, propietario del hipermercado La Flor de Asturias en Buenos Aires

Vega de Poja (Siero),

Franco TORRE

En la finca «La Piñera» de Careses, en la parroquia sierense de Vega de Poja, celebran un encuentro vecinal. José Ramón Martínez, de 86 años, más de seis décadas viviendo en la Argentina, aprovecha para ponerse al día de lo acontecido en su parroquia y disfrutar de unos culinos de sidra. Entre culín y culín, Martínez charla con LA NUEVA ESPAÑA.

-¿Cuántos años lleva en Argentina?

-Llevo 61, y eso que fui por dos años.

-¿Entonces?

-Acá me dedicaba a la carpintería. Iba a preparar un taller y me llamaron de allá. Me fui para dos años, para trabajar y hacer dinero. Después me volví para hacer dos años de servicio militar, y al terminar regresé a Argentina.

-¿Por qué emigró?

-Porque había trabajo. Hubo mucha emigración después de la guerra, éramos todos gallegos y asturianos. Nos insultaban mucho, nos decían «bueno, gallego, muerto de hambre, vienes aquí a matar el hambre». Pero lo mío era el trabajo, cumplir. Estuve tres años sin tener un día de descanso.

-Parece que volvemos a eso...

-No creo. Lo que pasa es que yo trabajaba en gastronomía, que apenas cerraba: estábamos abiertos hasta las cuatro o las cinco de la mañana, cerrábamos para limpiar y volvíamos a abrir a las seis. Los primeros años estuve de lavaplatos, después pasé ser camarero, o mozo, como decimos allí, y luego llegué a encargado. Después abrí un almacén, que es como llamamos allí a una tienda de comestibles. Un supermercado en pequeña escala.

-¿En que año fue eso?

-Lo abrimos en 1985 y seguimos con él. Ahora lo lleva mi hija.

-¿Cómo se llama?

-Le puse La Flor de Asturias.

-¿Y vende productos asturianos?

-Ahora se vende menos, pero antes vendía regularmente chorizos de Marcenado, de los Noval. Pero eran gente mayor, se murieron y ya no producen. Ellos me surtían de chorizo, morcilla e incluso jamón.

-¿Cuándo retornó por primera vez a España?

-En el 57 hice el primer viaje. La verdad es que siempre me tiró esto, y cuando tenía cuatro perres, un poco de plata, me venía a ver a los padres. Me casé por poderes en el 58, porque mi mujer estaba acá. Volví en el 65 con mis dos hijas, y desde entonces cada pocos años.

-Pero ahora viene todos los años?

-Sí, desde hace cosa de veinte años. Luego me jubilé a los 75, porque allí permiten trabajar por encima de la edad, ya que las pensiones son muy bajas. Ahora mejoró un poquito, pero si tiene que pagar un alquiler ya no le alcanza.

-Usted pasó el «corralito». ¿Fue tan duro?

-El «corralito», cómo no. Aquello fue horrible, quedó la gente completamente sin nada. Aparte de que no les devolvían el dinero que tenían en el banco, les daban una cuota, no más. Incluso para hacer operaciones no les daban nada. Mantuvieron parejo el peso con el dólar, y fue cuando vino el derrumbe. El presidente Menem lo mantuvo igual casi diez años, y eso no era el valor real del peso argentino.

-¿Cómo se pudo mantener tanto tiempo ese valor irreal?

-Ya en el año 57, que hice el primer viaje acá, uno que tenía una agencia de viajes me dijo «nunca tengas un peso argentino, nada más que lo que precises». Allí se funciona en dólares, incluso las propiedades se venden en dólares, aunque creo que ahora Hacienda lo suspendió. Pero todo iba en dólares.

-¿Costó superar esa crisis?

-Costó y está costando todavía. Mucha gente quedó arruinada porque el banco no les devolvía el dinero. Hay gente a la que todavía no le devolvieron todo el dinero que tenía.

-¿Ve algún parecido con la situación actual de España?

-Ah, no, no. Aquello fue mucho peor, horrible. Un verdadero desastre: la gente dormía en la calle, pasando hambre, y tenían el dinero en el banco.

-¿Cómo ha vivido la nacionalización de YPF?

-Creo que esa mujer (en referencia a la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner) tenía que haberles dado un tiempo para cumplir, si es que había algo que no hubiesen cumplido. Pero hacerlo así? la mayoría de la gente no está de acuerdo con el modo en que lo ha hecho.

-Usted también vivió la dictadura militar?

-Algún día salía de casa a trabajar y encontraba los cañones delante. Allí hubo muchas revoluciones, pero la dictadura fue un desastre.

-Otro trauma: el descenso de River.

-De eso no sé mucho. Era un equipo que llevaba 110 años en Primera? pero sube este año, ¿no?

-Sí, ascendió hace un mes.

-Sí, eso había leído. Pero no los seguía mucho.

-¿Cómo está ahora la situación económica allí?

-Creo que ahora la Argentina está peor que nunca, tanto en inflación como en seguridad. La gente está pidiendo, robando? El país está muy mal y hay mucha diferencia social: los hay que están muy arriba, y después los que están tirados. Clase media queda poca.

-¿Tan mal está la cosa?

-En lo social, horrible. Hablé estos días con un hermano que tengo allá y me dijo que habían matado en una semana a 16. Ahora matan por matar. Lo último que me contó, de un señor que abría un negocio: vinieron, le pegaron dos tiros y listo. Le entran a robarle y aparte le matan o le golpean. Y en la calle, vas mirando para atrás a ver quién viene, y hay lugares en los que directamente no puedes entrar.

-¿Eso pasa en Buenos Aires?

-Yo vivo a 200 metros de la casa de gobierno y de la Plaza Mayor, en el puro centro. Por afuera, en lo que llamamos «Villa Miseria», entrará vestido, pero saldrá sin nada? hay una villa en la que pusieron un letrero: «Entra cuando quieras, saldrás cuando puedas». Es donde vive la gente más humilde, debajo de chapas. Hay miles y miles.

-¿Cuánto tiempo pasa en Argentina y cuánto en España?

-Paso unos seis meses acá y seis meses allá. Me vine en abril y me iré en octubre. Desde hace seis años, vivo en verano todo el año.

-¿Ha pensado en instalarse definitivamente acá o allá?

-Bueno, lo suyo sería hacerlo, porque andar viajando tanto a estos años no debe ser muy bueno. Pero es que el invierno acá me parece un poco duro, por el frío y eso.

-¿Es más suave el invierno austral?

-Dura junio y julio. Hace frío, a lo mejor a la mañana hay seis grados bajo cero, pero llega mediodía y estás a 17 grados. No es como acá, que el invierno empieza en noviembre y llega abril y sigue lloviendo.

José Ramón Martínez

Nacido en Vega de Poja en 1926, José Ramón Martínez emigró a Argentina en 1951, después de una estancia previa y tras cumplir el servicio militar, para trabajar en hostelería. Casado con otra sierense desde 1958, Martínez dejó la hostelería en 1985 para montar un negocio propio, el supermercado La Flor de Asturias, que hoy regenta una de sus hijas, mientras que la otra ha retornado a Siero. Jubilado hace once años, Martínez ha pasado los últimos seis a caballo entre Buenos Aires y Vega de Poja, siempre huyendo del frío.