Oviedo, Álvaro FAES

Fernando Alonso se fue del circuito urbano envuelto en el anonimato. Como la estrellas del rock que huyen en furgoneta nada más apagarse la última nota, el piloto salió por la parte trasera del teatro Campoamor. Ninguno de los cientos de aficionados que paseaban por la calle Diecinueve de Julio reparó en la Renault Espace negra que se escabullía entre la multitud. Los fans todavía aguardaban por un último saludo del ídolo, pero la seguridad aconsejaba salir a escape para prevenir aglomeraciones. Además, tenía el tiempo justo para darse una ducha antes de acudir a Trascorrales para la comida con el alcalde, Gabino de Lorenzo. Sólo un par de minutos antes había cubierto a pie los pocos metros que había desde la plaza de la Escandalera hasta el lugar donde le esperaban con el motor arrancado.

«He hecho todo lo que he podido y la verdad es que la gente se ha volcado», dijo el piloto nada más bajarse del monoplaza, todavía algo alterado por una mañana de emociones fuertes. Fue muy distinto a una carrera y desde el coche pudo fijarse en el espectáculo que también ofrecían los miles de seguidores que acudieron a Oviedo. «Había muchos aficionados, en los balcones, en los portales, también muchísimos niños. Ha sido una experiencia inolvidable. Siempre la tendré en el recuerdo». Al piloto no se le acababan las palabras de elogio tras un espectáculo que no terminaba de materializarse en Oviedo. «Llevábamos intentando hacer esto desde 2003 y después de seis años lo hemos conseguido. A veces vale la pena esperar por ciertas cosas y hoy (por ayer) ha sido un día de los buenos».

Todo salió a pedir de boca en lo que algunos bautizaron como el Gran Premio de Oviedo. Sin incidentes y en una jornada radiante, la ciudad ofreció su mejor imagen a través de la televisión. «Ha sido un gran día para mí y creo que también para la ciudad porque Oviedo se ha puesto en el mapa del mundo. Con esta exhibición estará en televisión en todos los sitios», contaba el piloto sin detener el paso mientras se acercaba al paddock del Campoamor. A más de 200 por hora, el circuito urbano se le quedó cortó. «Son calles muy pequeñas, muy estrechas y muy cortas. Aceleraba subiendo por Toreno y en un segundo o dos estaba en la plaza de América. Pero bueno, el caso era hacer mucho ruido, mucho humo... que hubiese espectáculo». Y también hubo mensaje para la afición. «La posibilidad de cambiar de equipo siempre existe, este año también, pero ellos siempre serán la marea azul porque van con las banderas de Asturias. Los pilotos ya sabemos dónde están en todos los circuitos».