Los avilesinos confiaban en las dimensiones del Suárez Puerta para ganar, pero lo cierto es que los jugadores del Lagun Onak se adaptaron perfectamente tanto a sus dimensiones, mucho mayores que las de Garmendipeko, como al abundante agua que cayó sobre el campo antes del partido y durante buena parte del primer tiempo. El agua siempre había sido un aliado de los blanquiazules durante la temporada en partidos como el del Ceares y el Langreo, pero en esta ocasión no fue así y se convirtió en un enemigo más.