En la cena que la Asociación de Escritores Noveles organizó en apoyo a la Cocina Económica he tenido la inmensa fortuna de compartir mantel con buenos amigos y personas a las que esta ciudad y Asturias en su conjunto, está en la obligación de apoyar por su trabajo en favor de la investigación y la labor solidaria que representa buscar solución al tratamiento de enfermedades incurables a día de hoy por medio de la regeneración celular.

Francisco Vizoso, jefe de la unidad de investigación del Hospital de Jove, y Carlos Rodríguez, director científico de la empresa Projech, son los artífices, junto a un espléndido equipo de colaboradores, de que Gijón pueda convertirse en un futuro próximo en centro investigador de referencia para la comunidad científica internacional. Sus descubrimientos tienen como materia central un determinado tipo de células presentes en el útero con gran potencial terapéutico que permitirían la regeneración de tejidos, en el caso de un corazón infartado, por ejemplo, y el tratamiento efectivo de enfermedades como el alzhéimer, la diabetes o la metástasis tumoral.

Ya sé que la cultura económica y política de la región y la villa pasa por el sector industrial y energético, aun a costa de mantener a duras penas y con elevado coste empresas deficitarias, y tampoco hace falta ser un gran observador para comprobar cómo esta sensibilidad que nuestros responsables políticos dicen tener por las factorías choca con una realidad a veces tozuda que se niega a despejar de una vez por todas el panorama a los astilleros que quedan en la bahía gijonesa, a la minería contemplada como sempiterna reserva estratégica, o al puerto de El Musel, cuya ampliación ha sido impulsada para acoger proyectos que ahora con la crisis no verán la luz tan pronto como algunos desearían. Una y otra vez oímos hablar de cierres y prejubilaciones, una espiral que lo engulle todo hacia la desesperanza y la falta de ánimo, llevándonos a creer en la subvención y el subsidio como única salida a tanto derrumbe. Pero las cosas pueden cambiar si apostamos decididamente por actividades de alto valor añadido, basadas en el conocimiento y el capital humano que desde aquí asoma por la Universidad o los laboratorios de investigación.

Desde el Hospital de Jove puede contemplarse la ampliación de El Musel, el indeciso girar de las grúas de Juliana y el hueco dejado por las de Naval Gijón, mientras en su interior, calladamente, el equipo investigador de Vizoso y Carlos Rodríguez trabaja sin perder la ilusión de que llegue el día en que las fuerzas políticas apuesten también por el tubo de ensayo. Muchos estaremos esperando que lo hagan mejor que lo hacen con el pesado material que se mueve en los centros fabriles e industriales.