Pablo TUÑÓN

El patio de La Laboral se convirtió ayer en un improvisado escaparate de coches históricos. Desde allí salieron de mañana los participantes en el Rally Costa Cantábrica, aunque menos de los habituales. «Este año participamos 23, muy pocos, por la crisis», decía Juan Pablo Cortés, que lleva más de quince años participando en la cita.

Ayer, Cortés participó en el rally con su Triumph Spitfire de 1976. «Ya gané alguna vez en mi categoría, aunque ganar es lo de menos. Venimos a disfrutar», aseguraba. Para vencer en el Costa Cantábrica no hay que ser el más rápido, sino llegar a los puntos de control en el momento estipulado, ni antes ni después. El rally está pensado para disfrutar conduciendo a una media de 50 kilómetros por hora. Los participantes partieron de La Laboral y fueron hasta Colunga, donde dieron la vuelta hasta La Llorea, lugar en donde cenaron para confraternizar. En la caravana de automóviles históricos había unos cuantos Porsche 911. «Es un coche muy mitificado por el cine», señalaba Santi Pérez, gijonés que participó por primera vez en la cita como copiloto de un 911 de 1986. Entre los coches, destacaba un Jaguar E-Type de 1970 por su espectacular morro y sus 265 caballos. «Conducirlo es una sensación inexplicable. Una vez dentro te envuelve otra atmósfera, otra época», aseguraba su dueño, Esteban Asenjo.