Cerredo (Degaña),

Pepe RODRÍGUEZ

Los trabajadores de la mina de Cerredo, en el concejo de Degaña, han cobrado un sueldo en los últimos seis meses. Esa es la cruda realidad de la mayor parte de los vecinos de este concejo, castigado como ningún otro por la eterna crisis del sector minero. En el día de ayer, más de doscientos de los trabajadores de la mina de Cerredo fueron enviados a sus casas, al paro, a través de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) por el que pasarán a cobrar cantidades que oscilan entre 900 y 1.100 euros durante los próximos seis meses. Y, en el caso de que el sector no se estabilice, es probable que muchos de ellos no vuelvan al tajo. Se suman a los trabajadores subcontratados por empresas dependientes de la empresa matriz, que son otros tantos y que ya llevan tiempo en su propio ERE.

Pero los problemas económicos de estos mineros vienen de antes. Durante los dos meses que duró la huelga no cobraron, obviamente, y, ahora mismo, las empresas de Victorino Alonso, propietario de la mina de Cerredo, adeudan a sus empleados la mitad del mes de septiembre y todo el mes de octubre. En total, los trabajadores de estas empresas han cobrado un sueldo de los últimos seis meses.

Ramón Amigo es uno de los 54 «afortunados» que se han quedado trabajando tras la aplicación de este ERE. Es uno de los operarios del taller de la explotación. «Siento una mezcla de impotencia y de vivir una injusticia, porque si vamos a la calle vamos todos. No sabes si vas a cobrar o no, pero sabes que es un privilegio el seguir trabajando y te hace sentir de esa manera», opina Amigo.

A Ramón le dijeron que seguiría en su puesto al salir de su turno el pasado lunes: «Tuve suerte y pensé que el burro había tocado la flauta». No obstante, es muy consciente de que la gente en casa está muy desilusionada. «Hay gente que no tiene apoyos. Yo tengo una nena de dos años, y mis padres y mis suegros nos echan una mano, pero es imposible sobrevivir con un sueldo en medio año. El que no tiene apoyo lo tiene imposible, que los bancos no perdonan las letras todos los meses».

Un miembro del comité de empresa, que prefiere mantener el anonimato, entiende que la situación es muy difícil y que hay que negociar, como sea, el futuro de los trabajadores de las explotaciones: «Nadie va a trabajar con una reducción del 37%, como plantea la empresa. Porque la gente está muy confundida, que creen que aquí ganamos 3.000 euros y eso no es verdad: los de las sucontratas son mileuristas y otros andamos con 1.500 euros. Los trabajos de 3.000 son los que están debajo de un costero, los que no quiere nadie y que se juegan la vida a cada minuto».

El comité también ha notado, por supuesto, la desilusión de sus compañeros de trabajo, «y las familias, que son las que peor lo pasan. Esta incertidumbre es constante. Tenemos que agotar todas las vías de negociación con la empresa, porque lo que piden es una barbaridad».