El premio Vegadense del Año, al descubierto: Juan de la Cruz Antolín, el farmacéutico que se casó en Vegadeo, fue alcalde del concejo y dejó huella en el baloncesto local

"No sé si es para tanto, pero con este premio creo que se supera una barrera, al dejar al lado la política de una persona para reconocer otros méritos", dice el premiado por la Asociación Amigos de Vegadeo y su concejo

El premio Vegadense del Año, al descubierto: Juan de la Cruz Antolín, el farmacéutico que se casó en Vegadeo, fue alcalde del concejo y dejó huella en el baloncesto local

Ana M. Serrano

Ana M. Serrano

Ana M. Serrano

Cuanto más se esfuerza Juan de la Cruz Antolín (Gijón, 1951) por no hablar, más habla. Es un buen amigo, una persona cercana y transparente que recibe muchos saludos por la calles de Vegadeo. No hay en A Veiga quien no conozca a "Antolín", como le llaman sus vecinos. No es para menos. Fue alcalde del municipio durante ocho "largos" años (2003-2011), "emparentó" con una conocida familia de farmacéuticos de Vegadeo (cosas de la vida, él también lo es) y acaba de ser nombrado XXVI "Vegadense del Año" por la Asociación "Amigos de Vegadeo y su concejo".

"Vegadeo, Vegadeo, Vegadeo..." Juan de la Cruz enuncia tres veces este nombre, se para y piensa en lo que este concejo y villa le dieron. Ahora tiene 73 años y buscando en el pasado en Vegadeo encuentra a su mujer, a sus amigos ("muy importantes" en su vida), a sus pasiones, a sus hijos... Es por eso que ya no sabe qué decir: si es de Vegadeo o de Lastres o de Gijón.

Para empezar a contar su historia tal y como él la relata para terceros y tal y como la siente hay que empezar en Lastres. Antolín nació en Gijón, pero su padre era farmacéutico en Lastres y es en esta última localidad donde creció junto a sus dos hermanos, ambos mayores que él. Estudió Bachillerato en Gijón y cuando tuvo la oportunidad de elegir estudios universitarios se decantó por Historia. Con el primero de los cursos de esta titulación tuvo suficiente. Cuenta Antolín risueño, como él es, que cambió su carrera por un amor de juventud.

Su novia de entonces estudiaba en Madrid y por eso un día le lanzó a su padre el órdago: "Quiero cambiar de carrera y pasarme a Farmacia". "Mi padre se puso muy contento al escucharme". Así que, se matriculó en Farmacia, pero pudo ser en Madrid, como él ansiaba. "Por temas burocráticos no pude formalizar la reserva de plaza en la capital y me empecé los estudios en Santiago de Compostela", relata. Allí conoció a la veigueña Marina Díaz y allí empezó el amor de toda una vida. "Y hasta hoy", ríe Antolín.

"Antolín", en su casa, con una canasta en el patio de la vivienda familiar, al fondo.

"Antolín", en su casa, con una canasta en el patio de la vivienda familiar, al fondo. / A. M. S.

Tras acabar los estudios se casaron y decidieron empezar su vida matrimonial en Vegadeo, donde la familia de su ya esposa tenía una farmacia. Antolín decidió "lo que hoy se llama emprender". Abrió un laboratorio de análisis y "entre una cosa y otra, empecé a buscar a gente para jugar al baloncesto porque yo jugaba en un equipo en Santiago y no quería dejar de lado aquella afición". Ahí empieza su historia con un deporte que gracias a Antolín, en Vegadeo es lo que hoy es: un club consolidado. Precisamente eso es lo que reconoce el galardón: la entrega, el arrojo, la pasión de Juan de la Cruz Antolín por un deporte que hizo club y cantera; que contribuyó a mejorar la vida deportiva de muchos veigueños.

Empezar no fue fácil: no había en Vegadeo polideportivo y entrenaban en una cancha cubierta de Castropol. Para llegar a Oviedo desde Vegadeo se necesitan cuatro horas. Antolín no quiso que aquella circunstancia mermara las posibilidades del pequeño club de baloncesto local. "Así que nos inscribimos en la liga gallega, en Lugo, con el nombre "Ría del Eo" (no podía ser Vegadeo) y pedimos permiso en Asturias para que los partidos locales de nuestro club pudieran celebrarse en un polideportivo asturiano", cuenta. Asturias aceptó. Sus logros fueron cada vez mayores y más comentados. Sumaban partidos ganados. Ofrecían un buen palmarés. Subieron de categoría dos veces y llegaron a la primera autonómica. "Entonces nos llamaron de Asturias porque aquello eran un poco 'cantazo', un equipo asturiano jugando en primera en Galicia...", opina "Antolín".

Desde entonces, el club no dejó de crecer. Antolín se mantuvo siempre cerca salvo cuando fue Alcalde. "Para entrar en política me convencieron, aunque bueno, nadie me puso una pistola", dice con su particular y divertida forma de contar las cosas. No era militante del PSOE, pero se afilió. Estuvo en la Alcaldía ocho años, los que dijo que estaría como tope, y en ese tiempo no dejó su laboratorio de análisis y sí al club de baloncesto "porque no podía con todo". "Trabajé mucho; fue el periodo de más trabajo de mi vida laboral", dice.

El premiado con el galardón "Vegadense del Año" muestra una foto de uno de sus conciertos.

El premiado con el galardón "Vegadense del Año" muestra una foto de uno de sus conciertos. / A. M. S.

Dejó la política de primera línea un poco cansado. Defiende que "no todos los políticos son iguales, como se dice tan a la ligera", y lanza un dato: "Yo no conocí ni conozco a ningún sinvergüenza, por ejemplo". Ahora se muestra perplejo por lo que pasa "porque no todo vale", porque la política ha avanzado "hacia los insultos y la descalificación" y porque "no se puede decir que no a lo que nos beneficia a todos". "Eso de votar en contra de algo que es de interés común solo porque lo planifique otro partido no lo entiendo, no va conmigo", confiesa Antolín. Sigue teniendo el carné socialista y, como se confiesa un nombre de compromiso, no piensa dejarlo ahora de lado. Eso sí, su vida es más que la política, más incluso que el baloncesto, aunque sigue dedicando parte de su tiempo al club. "Como estoy jubilado soy yo quien hace el papeleo", apunta. Lleva una vida tranquila cerca de su mujer, que se ha jubilado; de sus tres hijos (todos farmacéuticos de estudios y de profesión) y de su único nieto de dos años.

En su día no falta la música (estudia guitarra en la Escuela Municipal de Música), el deporte (pasea al menos una hora y sale en bicicleta al menos dos), lee por las tardes y ve una película diaria por las noches. El "Antolín" que se observa en la intimidad es amante del cine de Pedro Almodóvar, guarda con cuidado vinilos y cedés de todo tipo de música, muestra un libro de Loquillo, y dice que si tiene que elegir entre estilos musicales, se decanta por el rock de los años ochenta.

En la vida solo quiso hacer las cosas bien o al menos "todo lo bien que uno puede". Es tenaz y cree que no dejó un trabajo sin hacer al que no le pusiera ilusión. Cuando se le pregunta qué tiene el baloncesto de especial, confiesa algo: "Me divierte y eso es una gran motivación". En su casa, hay espacio reservado para los amigos (aunque ya no salimos tanto) y un orden que llama la atención entre los múltiples objetos que "Antolín" atesora con cariño: "A mi estilo".

Está agradecido por recibir el premio y observa en este galardón un cambio: "Parece que por haber sido político no tienes derecho a nada al margen de lo que hagas, y eso, esta vez, no se cumple. No sé si es para tanto, pero con este premio creo que se supera una barrera, al dejar al lado la política de una persona para reconocer otros méritos", explica mientras recuerda dónde estaba cuando recibió una llamada del presidente de Amigos de Vegadeo, Abel Pérez, para anunciarle la buena noticia: "Entrenando al baloncesto". Del futuro espera salud para continuar "haciendo cosas", esas que la mantienen ocupado buena parte del día. El galardón se entregará en agosto y a buen seguro la foto de familia de la gala se imprimirá para ser colocada en un lugar especial de su tan personal despacho.