Mola que de cuando en cuando caiga en tus manos una moneda extranjera; no todos los euros son iguales. El de Irlanda lleva un arpa céltica; algo tiene de sagrado un país que se permite conservar un instrumento musical como símbolo de identidad. Ahora que ha pasado el torneo de las Seis Naciones por la tele ha habido ocasión de comprobar, una vez más, que los irlandeses se permiten cantar dos canciones en lugar de una cuando llega el turno de su himno nacional.

Es curioso lo del rugby; los deportes suelen ser más enemigos de la picaresca cuanto menos contacto permiten. No imaginas en tenis las triquiñuelas del fútbol, obviamente. Y, sin embargo, queda en el rugby una vieja seriedad de contienda medieval. Importa ser más fuerte que el contrario, no vencerlo con trucos visuales. Hay que reconocerles a los partidos entre el Real Madrid y el Sporting un punto decididamente rejuvenecedor. Ves un Madrid-Sporting y sientes un flash proustiano que te recuerda cosas ya repetidas desde hace años. La memoria histórica es vieja en el fútbol.

Los franceses han necesitado poca memoria en las elecciones regionales y le han dado un varapalo a Sarko. A veces se diría que hay un mecanismo de arrepentimiento que lleva a los votantes a quitar algo a alguien a quien antes han dado mucho; es una forma de exhortarle a cumplir lo prometido. En política, el mejor día es el de la victoria; toca después trabajar el arte de la decepción con el mismo cuidado con el que los bardos celtas recitaban versos que hoy han hecho que su vieja herramienta de trabajo adorne las monedas irlandesas.

Eso sí, para decepcionar hay que haber ganado antes; eso es lo que no ha hecho Mariano Rajoy, que por si no tuviera pocos problemas cuenta, además, con la adhesión de Belén Esteban. Lo dice el periódico; nuestra famosa «par excellence» va a votar al PP. Hay amores que matan si no mutan. Es muy delicado eso de que la peña se moje y diga a quién va a votar. Vamos, es de doble filo. No está tan lejos el año en que Julio Iglesias y Antonio Banderas proclamaron sus intenciones electorales. Bueno, pensaste, y a ti qué. Había además, en ese caso, un punto de pequeñez parroquial; el voto de estos dos tiene valor porque ambos han triunfado en el centro mismo del Imperio. (De manera parecida, por cierto; no fue el talento lo que impulsó al mercado a subirlos al Olimpo).

Pero ha llegado la primavera, y das un paseo en coche con tu señor padre y un ferre cruza su camino con el vuestro en la cuesta de Deva. Y luego suenan las «Goldberg» en la radio. Y aguanta la mimosa en flor. Laus Deo.