La VII Semana cultural en homenaje a Dolores Ibárruri, «Pasionaria», que celebra el PCE de Llangréu este año, está dedicada a la cultura y a la educación tanto en períodos anteriores a la dictadura franquista como a todo lo posterior durante el largo silencio de la Transición. No podía rendir este pequeño homenaje a ella más que con la confección de este artículo para intentar demostrar que a los comunistas no nos rodea la nostalgia aunque siempre digan que vivimos de tiempos pasados que nunca más volverán. En primer lugar, porque el período de la II República es necesario colocarlo en el lugar que le corresponde, con sus luces y sombras pero en lugar preeminente para la clase trabajadora, los movimientos libertarios y el aumento de la instrucción pública para crear ciudadanos de futuro ante lo que otros partidos políticos (casualmente los dos mayoritarios de hoy) propugnaban como despilfarro para el Estado, sometiendo a las clases populares al olvido absoluto, al analfabetismo cultural y con ello a la ignorancia y que no pudiesen organizarse, al igual que en la actualidad.

Nadie cantó las excelencias del sistema educativo de la época y las hubo, nadie fue capaz de construir más escuelas públicas en tan corto período de tiempo y se silenció, nadie dio tantas oportunidades de promover movimientos asociativos y culturales y nadie lo reflejó. Por eso los comunistas langreanos, por medio de estos actos, pretendemos dar a entender y explicar a toda la gente el enorme esfuerzo que supuso acabar con el sistema monárquico y la instauración de la II República como motor de conquistas fundamentales para los trabajadores y las clases menos pudientes. Se la conoció como la «república de los maestros» y por eso los falangistas, el caudillo y los fascistas atacaron con saña a este colectivo. Preferían entonces mentes sumisas, mentes dóciles, mentes ignorantes para que no ocasionasen problemas, no se reuniesen, no tuviesen ideas y no se organizasen en colectivos.

Parece increíble que hayan pasado ya 79 años y sigamos igual, porque hoy en día se lleva más el fomento de la cultura de Cristiano Ronaldo en su cuerpo, salir de colaborador en «Sálvame» o aparecer en «Gran hermano». ¿Y quién propugna este tipo de cultura? Pues los dos partidos mayoritarios al alimón, que no tienen ningún pudor en dar más cancha y pábulo a este tipo de programas que recursos para la escuela pública o para promover infraestructuras donde se fomente el asociacionismo o la cultura popular o autogestionada.

Por eso nuestra tarea es construir república para que la ciudadanía tenga y crea en conciencia republicana y, llegado el momento, acepte el cambio normal como en todo el mundo, un sistema político donde los ciudadanos puedan ser elegidos, ser elegibles y, cómo no, la máxima jefatura del Estado.

Una nueva república donde cada voto valga lo mismo en Cuenca, Terrassa o Asturies. Donde no haya privilegios para minorías nacionalistas o sectarias, cada uno por lo que vale y representa. Donde la corrupción política sea sancionable al instante por la ciudadanía que les otorgó su voto, para masacrar y desechar la mayor porquería de la democracia, la corrupción, inaugurado por unos primero y por los otros después. Donde los presupuestos participativos sean instaurados como norma fundamental en todos los ayuntamientos, donde se sea capaz de desterrar la especulación y el juego con el dinero de los ciudadanos; donde los oligarcas, banqueros, señores de la guerra, paguen sus culpas y no los trabajadores. Donde la enseñanza en los colegios sea laica, pública y gratuita, para que todos sin distinción de rentas estudien lo que les guste. Donde el Estado español se declare neutral y no forme parte de bloques militares y se fomente el uso de la paz entre los pueblos y su autodeterminación.

Donde los derechos constitucionales de tener una vivienda o un trabajo no sean lujo de unos pocos, donde hacer ciudadanos demócratas, críticos, que formen parte de su futuro, donde los derechos humanos sean la parte fundamental de unión entre todos los pueblos del mundo.

Todo esto no es un sueño, forma parte de un cambio que está por llegar, tenemos que construir república, no sirve sólo enseñar la tricolor al paso del Rey, hay que abordar con coraje, valentía, el reto de una III República que rompa con todo lo anterior para que por fin seamos un pueblo libre como las conciencias libres de los que lo ambicionaron hace ya 79 años.

Salud y República.