Uno de los doce padres de la Declaración Universal de Derechos Humanos, un nonagenario, comandante de la Legión de Honor, llamado Stéphane Hessel, ha puesto a los franceses en pie de guerra con la publicación de un folleto de 32 páginas, «Indignez-vous!» («¡Indígnese!»), en el que denuncia los excesos de una sociedad que desprecia al débil y rinde culto al dinero, y del que se llevan vendidos en torno al millón de copias al precio de 3 euros.

Hessel, diplomático que combatió al lado de De Gaulle durante la ocupación alemana y posteriormente adquirió la militancia socialista, apela al espíritu de la Resistencia en su llamamiento a la insurrección pacífica contra el consumo masivo y la dictadura internacional de los mercados financieros que, según él, amenazan la paz y la democracia. Su discurso, prendido por grapas, se ha convertido en un nuevo «yo acuso» frente a las recetas de austeridad, los recortes sociales, la mala vida que está empezando a sufrir el batallón de los más desfavorecidos y las terapias del Fondo Monetario Internacional.

El poder del dinero es grande, insolente y egoísta, los bancos se preocupan sólo por sus dividendos y el salario de sus directivos, etcétera, etcétera. No sólo en la «banlieu» parisina florece la indignación; ahora es un hombre de 93 años, ex inquilino de Buchenwald y en plenas facultades mentales, el que anima a un pueblo a levantarse contra la injusticia y a poner por delante su dignidad. Cada francés debe tener un motivo para indignarse por el mal funcionamiento de un sistema que ha acrecentado la diferencia entre los ricos y los pobres.

Hessel es la prueba de que la revolución continúa en Francia por mucho que a alguien pueda parecerle lo contrario. Ya lo dijo Napoleón, el emperador, cuando un cortesano se atrevió a reprocharle haber acabado con el espíritu revolucionario. «Se equivoca. Sólo soy el punto que marca la página en la que la revolución se ha detenido», le respondió, para añadir que, tras su muerte, la hoja se volvería y la revolución proseguiría su marcha.

En estos momentos, la encarna un anciano airado.