La FOO, o sea, la Fundación Ópera de Oviedo, podría convertirse en FOG, por la G de Gijón, claro. Y es que ha decidido alquilar producciones a los teatros de las villas vecinas -sobremanera la del polígrafo ilustrado- mediante un juego de manos que no sé cómo calificar.

Alquilar es una fuente de ingresos. Si el teatro Jovellanos paga, perfecto. Es como un teatro de Lyon o de Turín. El Ayuntamiento de Gijón, su titular, no subvenciona la ópera del Campoamor, así que no hay problema.

La cuestión son los teatros de la comunidad autónoma. Y es que la jugada amenaza ser así: el Principado quita la subvención al Campoamor y se la da a la Laboral de Girón y al Oscar Mayer, que, con ese dinero, alquilan producciones al Campoamor y viva la Pepa... a costa de los ovetenses.

Con números supuestos. El Campoamor pierde 10, la Laboral y/o el Mayer ganan esos 10 y alquilan por valor de tres. Resultado: el Campoamor pierde 7 y Laboral y Mayer ganan 7. Menudo malabarismo. ¿O es que van a aumentar las subvenciones?

Llueve sobre mojado. El Campoamor y el Auditorio están marginados de las programaciones del Principado ya que son de titularidad carbayona. Vamos, que los ovetenses no recibimos un euro, pero subvencionamos a gijoneses -Laboral-, avilesinos -el Oscar Mayer- y demás. Y ahora, encima esto.

¿Qué gana la FOO en trance de convertirse en FOG? Misterio.

¿Para qué alquilar producciones de primera y presentarlas con cantantes y orquestas de tercera? En el caso de la alcaldesa Carmen Moriyón, que va por libre, ¿con qué dinero?

Ya lo intentaron con Areces, que, como Nerón con Roma, soñaba ver Oviedo en llamas. Pero Javier Fernández es de otro fuste. Además, deberían contar con una colaboración suicida del alcalde ovetense, Agustín Iglesias Caunedo.

La FOO puede hacer muchas cosas, pero jamás de los jamases convertirse en FOG.