Mi infancia son recuerdos de una bolsa de "Conguitos". Pero ahora, por culpa del galés Joao Morais (es de origen caboverdiano), mi infancia son recuerdos de un genocidio gastronómico sólo equiparable al que cometió el rey belga Leopoldo II en el Congo. Qué revoltura. Morais es de esos pensadores que abren los ojos a la humanidad y está provocando una tormenta en Twitter -el verdadero centro de pensamiento de la humanidad del siglo XXI- por haber descubierto en un viaje por Asturias que los Conguitos (lo siento, lo digo y se me hace la boca agua por culpa de mis resabios racistas) son una chuchería xenófoba propia de los españoles, que somos una raza bruta y sin romanizar, empeñada una y otra vez a pintar ese cuadro que durante muchos años atribuimos a Goya: "Saturno devorando a sus conguitos".

Dejando aparte que la advertencia provenga del ciudadano de un país que ha votado a favor del más sonrojante apartheid político ("Brexit") y cuyo Museo Británico está repleto de muestras de profundo respeto hacia el patrimonio y la cultura de los países que fueron colonizando, es verdad que ha llegado el momento de depurar nuestro lenguaje de cualquier traza de ofensa que pueda hacerse a cualquier tipo de ser, animal o cosa que exista sobre el planeta Tierra. ¿Tendremos los asturianos que renuncia a llamar "culete" al culete de sidra? ¿O no sería más adecuado, para no sexualizar innecesariamente la imagen de la sidra (con lo que eso conlleva de afrenta a las mujeres), empezar a pedirlos como "trago de sidra que oscila entre los 70 y los 170 centímetros cúbicos"? Sin duda sería más apropiado.

Hay que limpiar, fijar y dar esplendor al lenguaje. ¿O no se ofenden las ballenas cuando las llamamos ballenas? ¿Y las focas? ¿Y los burros, los besugos, las hienas o los buitres, las mariquitas y las mariposas, qué? ¿Podemos decir que la mierda es una mierda o estamos hiriendo gravemente su sensibilidad? ¿No sería mejor llamarla, simplemente, "residuo orgánico"? ¿Podemos seguir refiriéndonos al "negro" como color negro y seguir permitiendo este deplorable imperio supremacista en el Pantone? ¿Acaso hay derecho a este salvajismo estructural? ¿Podemos seguir permitiendo, nosotros que defendemos la igualdad entre sexos, que las palabras en castellano sigan teniendo género masculino y género femenino? ¿Es realmente constitucional la gramática? ¿Es nuestro plural suficientemente plural? Sin duda hay que refundar el español. Hay que ponerse a ello inmediatamente, quitarle la grasa, el sudor, la inquina, el odio, el pelo de la dehesa. Hay que hacerlo tolerante, multiculturalista. Yo prometo ponerme ya a esa necesaria tarea. Aunque, lo confieso, no me va a resultar tarea fácil. Confieso que me está pasando como hace poco le ocurrió a un conocido crítico cinematográfico, severamente reprendido por alguno de sus lectores por decir que en la última película de "Star Wars" salía un actor negro. Prometió rectificar pero preguntó cómo podría llamarlo entonces: ¿afroamericano de las galaxias?

A bote pronto, se me ocurre que la única forma de ser políticamente correcto en castellano es callar la boca de una vez por todas.