El recital ofrecido el pasado jueves 25 de noviembre para la Sociedad Filarmónica de Oviedo corrió a cargo de la mezzosoprano de origen suizo-cubano Ana Häsler, que viene realizando una brillante carrera tanto en el campo del teatro lírico como en el de la música de concierto, y del pianista ucraniano Denis Zhdanov, galardonado con el primer premio en algunos de los más prestigiosos certámenes internacionales.

La primera parte giró inicialmente en torno a Federico García Lorca, comenzando con tres de sus Trece Canciones Populares Antiguas, que el poeta arregló con el asesoramiento de su amigo Manuel de Falla. Fueron interpretadas con un exquisito fraseo. En la Nana, la artista se expresó con gran melancolía y tristeza. Siguieron el inspirado Tríptico de García Leóz, interpretadas a un tempo algo más rápido del habitual pero con buen gusto, y la Cancioncilla sevillana de Montsalvatge, sobre textos del poeta granadino, pertenecientes a su ciclo «Seis canciones para niños». A continuación, el ciclo «La maja dolorosa de Granados», expresada con un gran patetismo, dio paso a las Cinco canciones con versos de Juana de Ibarbourou, del cubano Ernesto Lecuona, en las que la mezzosoprano exhibió su poderío vocal junto con delicados matices.

La segunda parte se abrió con el ciclo Trois Chansons del violinista y compositor catalán Joan Manén, sobre poemas de Maurice Chassang. En esta obra, de extraordinaria belleza, Ana Häsler sobresalió por la belleza de su timbre y por su clara y perfecta dicción en francés, desplegando sus amplios recursos vocales.

Seguidamente, el joven pianista Denis Zhdanov, quien en todo momento demostró ser un acompañante perfecto, deleitó al auditorio como solista ofreciendo cuatro Preludios para piano del I Cuaderno de C. Debussy. Su interpretación fue sólida, flexible, dúctil, logrando dentro del lenguaje impresionista sonoridades y colores propios, así como efectos de intenso dramatismo.

Las Cinco Canciones Negras de Montsalvatge, en homenaje al centenario de su nacimiento, cantadas con muy buena dicción y musicalidad, sobre letras de Alberti, Néstor Luján, Nicolás Guillén y Valdés, pusieron fin a una velada en la que dominó la música española con incursiones en el universo poético y musical francés.

Por ello, no pudo resultar más coherente la «propina» que, ante los aplausos del público, regalaron ambos intérpretes: la «Habanera» de Carmen de Bizet, una ópera que parece escrita para Ana Häsler, tanto por voz como por presencia escénica.