Serie "Asturianos": Cangas del Narcea

El vino que tuvo que viajar y triunfar en California para ser valorado en Asturias

"Tenemos cuatro variedades de uva autóctona que llevan aquí 100 años o más y que están ligadas al terreno, que son diferentes de lo que todo el mundo conoce"

ASTURIANOS EN CANGAS DEL NARCEA: Beatriz Pérez

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Beatriz Pérez, bodeguera. Produce uno de los vinos de Cangas con más proyección y reconocimiento internacional, el «Siete Vidas». Beatriz Pérez es, además de bodeguera, doctorada en Física de Materiales y profesora de Secundaria. Proviene de una familia numerosa de comerciantes allandeses. De ahí le viene la vena emprendedora. Es una firme defensora de la calidad del vino acogido a la Denominación de Origen Protegida (DOP) Vino de Cangas y de su potencial  en un mercado internacional que busca vinos distintos.

Beatriz Pérez, de 46 años, nació en Allande. Es la última de seis hermanos. Su abuelo fundó el comercio familiar, Casa Pérez, que hoy mantiene abierto su hermana. Pérez encabeza las Bodegas Vidas, produce vino de Cangas, pero también está doctorada en física de materiales y es profesora del IES de Cangas del Narcea. Su primer vino se llamó «Siete vidas» porque siete fueron las vidas que lo hicieron realidad: las suyas y la de su marido, Pepe Flórez, y las vidas de cinco familiares más que se asociaron con ellos para sacar adelante la bodega.

«El proyecto de vino de Cangas ya estaba en marcha cuando nosotros montamos nuestra empresa, se llevaba trabajado años. Pero es cierto que todavía había muy mala imagen del vino de Cangas en Asturias, pero muy mala. En 2013, cuando fui a vender mi vino a Oviedo, Gijón y Avilés, no lo querían ni probar. Era desesperante. Me parecía muy mal. Yo decía: ‘Pero si no lo habéis probado, ¿cómo me vais a decir que no os gusta?’ Y me decían que no, que ni probarlo. Que siendo de Cangas que no querían ni probarlo. Yo les decía: ‘Vale, es de Cangas pero es mío y es nuevo, y no lo conocéis. Probadlo y me decía. Y ellos: ¡No, no, malo y caro, malo y caro».

«Entonces fue cuando empezamos a vender fuera de España y ahí sí que era totalmente distinto el panorama. De España, se conocía el Rioja y el Ribera, a nosotros no nos conocían y, por tanto, era un producto que no tenía ni mala imagen ni buena. Pero tenían curiosidad por conocerlo, por probarlo. Lo probaban y quedaban encantados Era un proyecto pequeño, una zona con historia y desconocida, con unas variedades únicas. Tenía muchas cosas que se podían vender».

«El cliente exterior para nosotros fue muy bueno y nos animó mucho a seguir. El primero que tuvimos fue en California (Estados Unidos). Vino a nosotros un distribuidor que vendía cosas de Jerez y tenía un cliente un poco friki, al que le gustaba probar cosas raras, diferentes. Empezó a buscar por Canarias y vino a Cangas. Le hicimos una visita de todas las bodegas y viñedos, probó los vinos y se quedó con nuestro proyecto, le gustó. Empezamos a vender y seguimos vendiéndoles desde 2013».

«El cliente exterior ayudó a que el cliente español y asturiano empezara a valorar el vino de Cangas. Ese mismo comprador californiano del que te hablaba nos mandó el vino al periódico ‘Los Angeles Times’ para un suplemento de vinos de verano y nos escogieron. Escogieron el ‘Siete vidas’ blanco para una lista de 10 vinos blancos de todo el mundo. Estábamos con vinos del Piamonte, de California, de Francia... Era un escaparate que imagínate».

«Nosotros no fuimos los padres del vino de Cangas, para nada, pero sí que creo que lo abrimos mucho al mundo. Luego creo que lo supimos a vender de manera muy positiva y esa imagen positiva va calando. También hicimos una imagen más moderna, un cambio con respecto a aquello tradicional y oscuro y ácido a algo nuevo, algo fresco, joven. Un vino que tuviera una historia pero que contaba algo actual».

«Yo siempre lo digo que el reconocimiento del vino de Cangas va a venir siempre de afuera para dentro. Ahora ya está calando, afortunadamente. Ahora es mucho más fácil vender aquí. Ahora ya vas a Oviedo a un restaurante y está mal visto que no tenga vino de Cangas».

«Cuando estuve de presidenta de la Denominación de Origen Protegida Vino de Cangas (2017-2019) hicimos hincapié en que se hiciera una parcelación, una concentración parcelaria como la que se hace para la ganadería. Lo pedíamos porque teníamos, y tenemos, un difícil acceso a la tierra para plantar más vides. Es que a día de nos que sigue pasando, que es muy difícil. Podríamos vender mucho más vino del que vendemos si tuviéramos mucho más tierra accesible, pero nosotros seguimos teniendo muchos problema de falta de uva. Entonces es muy difícil y costoso y, además, tienes que asumir una inversión muy potente».

«La propiedad de la tierra no está puesta al día, no se sabe a quién pertenece, tenemos un problema de minifundio tremendo. Porque esto es herencia de herencias de herencias de herencias, trozos de trozos de trozos y no hay manera de hacer parcelas grandes para poder gestionarlas. Y luego, por otro lado, hay otro obstáculo: aquí la gente vive todavía de la de la mina (prejubilaciones) y entonces no hay una necesidad económica de poner a la venta los terrenos. Entonces la gente no los quiere vender ni hace nada con ellos. Necesitaríamos una iniciativa desde el Principado, que diga: ‘Hay que tirar de este proyecto adelante, vamos a adecuar estas zonas para un alquiler a largo a plazo’. Necesitamos iniciativas públicas para ayudar a los empresarios. Pero no se ha hecho eso que pedimos. Y ya han pasado años (La primera distinción de calidad data de 2011). Los asturianos somos muy fanfarrones, somos muy asturianos y mucho asturianos, como decía el otro, pero a la hora de la verdad todo el vino nos viene de la Rioja».

«Cuando estuve de presidenta de la DOP intentamos mucho que se hiciera esa parcelación, pero ¿sabes qué pasa? Que éramos muy pequeños. En Asturias nos somos tan importantes. Y estamos en el Suroccidente, estamos muy lejos y no hacemos ruido. Somos una zona olvidada, es una realidad. Y somos muy pocos votos, claro, no nos hacen caso. Eso es así».

«En Galicia no pasó eso. Yo siempre tengo en el objetivo a la Ribeira Sacra, porque es una zona que es que nació igual que Cangas. Eran unas bodegas muy pequeñas, viticultores muy pequeños, viñedo viejo… Y ahora el cambio es espectacular. Vayas por donde vayas hay viñedos, hay bodegas, hay todo. Hubo un claro empuje de la administración».

«Y luego te da rabia porque ves otras zonas que están buscando cosas extrañas, elaboraciones raras para ser diferentes, y aquí tenemos 4 variedades de uva distintas autóctonas (albarín blanco, al barín negro, carrasquín y verdejo negro). No hace falta inventar nada, ya somos muy distintos. Cuatro variedades de uva autóctona que llevan aquí 100 años o más y que están ligadas al terreno, que son diferentes de lo que todo el mundo conoce».