El último imperio minero de Asturias busca una nueva vida

ASTURIANOS EN DEGAÑA: Pedro Villanueva

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Pedro Villanueva. Politólogo e investigador histórico. Pedro José Villanueva, de 47 años, es funcionario de profesión, licenciado en Ciencias Políticas y doctorando en Derecho. Además, es investigador en temas de historia (el general Riego es una de sus especialidades) y miembro del Foro Jovellanos. Nacido en Cerredo, hijo de minero, vive en Ponferrada, pero acude frecuentemente a su concejo natal, donde participa activamente promoviendo distintas iniciativas culturales y de recuperación del patrimonio.

En noviembre de 2009, el empresario minero Victorino Alonso inauguraba el nuevo plano inclinado de la mina de Cerredo y aseguraba que la que entonces era la mayor explotación carbonífera de interior de España iba a dar trabajo para los próximos treinta años. Apenas nueve años después, la minería se extinguió en Degaña. El concejo quedó huérfano de su principal y casi único sustento económico. Gracias a la minería, Degaña disfrutó en los años noventa del siglo XX de la renta per capita más alta de Asturias y también del mayor índice de natalidad de la región. Este municipio del Suroccidente vive hoy en estado de shock socioeconómico, mantenido con la respiración artificial de las prejubilaciones. Junto a los restos de las antiguas instalaciones de la mina de Cerredo, Pedro Villanueva –funcionario e investigador histórico, muy activo en distintas iniciativas culturales del concejo– inicia la descripción del panorama actual de su municipio natal con una imagen que tiene su punto de ironía:

"Como en Roma, cuya desaparición dejó escombreras (fruto de la explotación aurífera) y territorios abandonados, Degaña también fue un imperio minero y aquí tenemos los restos de la reconversión. Pero más que reconversión, fue destrucción del tejido económico, social e industrial del concejo, de todo el territorio. Muchos comparten conmigo que los que malgastaron tantos recursos económicos y los que no supieron gestionar esos los fondos mineros para la reconversión deberían de pedir perdón a las generaciones presentes y futuras".

El final del futuro

"Yo, que nací en 1976, soy de esa generación en la que había cuatrocientos y pico niños en el colegio, casi treinta por aula y hoy vemos cómo nos cuesta mantener el colegio, los servicios públicos. El cierre de la mina significó un cambio total para la vida de las personas de Degaña. Aunque también tenemos parte de responsabilidad en no haber asumido ese futuro. No se trata sólo de esperar a que nos saquen las castañas del fuego. Tendríamos que haber puesto algo antes de nuestra parte. Hoy estamos en la edad infantil, como dice una compañera de la asociación cultural Entremís, de aquí del concejo. Estamos empezando. Lo bueno es que ya hemos tocado fondo y ahora nos toca subir".

La lucha por el descanso

"Mi padre, que es de Ibias, antes de ser minero trabajó allí repoblando de árboles. Luego estuvo en los astilleros de Gijón y más tarde pasó a la minería en Degaña. Mi madre vino de Fonsagrada, en Galicia. A ella, igual que a mi padre, le tocó una vida dura. Su madre falleció muy joven y tuvo que hacerse cargo de sus ocho hermanos. Estuvo cuidando a los hermanos siempre. Cosiendo fundas y fundas de mineros. Hoy me dice: ‘Es que no veo’. Y yo le digo: ‘Normal que no veas con todo lo que tuviste que coser’".

"La vivencia que yo tenía de la mina era de miedo. Miedo de que le pasara algo a mi padre. Recuerdo cuando corría por todo el pueblo la noticia de que había habido un accidente. Y tú estabas allí, esperando a ver quién era el muerto. Y de repente decían: es fulanito. Y tenías un chaval llorando al lado porque era su padre el que había muerto".

"Siempre dicen que los mineros ganaban muchos cuartos. Pero lo que yo recuerdo de la época en que trabajaba mi padre era una vida familiar y de subsistencia. Y aunque se ganara dinero, era una vida que no te daba mucho tiempo libre. Recuerdo de una forma especial cuando las mujeres se ponían en huelga, porque querían que sus maridos librasen el domingo y tuviesen un fin de semana para su familia. Ellas pedían seguridad, derechos, descansos. No pedían dinero".

Dinero y coches

"Por eso, sobre los años noventa, cuando aquí sí que se ganaba muchísimo dinero, me daba pena que otros jóvenes de mi edad que trabajaban en la mina vendieran su tiempo libre para que les pagaran el domingo. Se compraban muchos coches. Se gastó mucha pasta en cosas que no son buenas, por decirlo así, sin entrar en detalles. Era sobre 1998 o así. En esa época si yo ganaba 140.000 pesetas, aquí tenía amigos que estaban cobrando 400.000 y 500.000 pesetas. Y en casa de sus padres, sin pagar un euro. A ver, no es una crítica. Tampoco nadie les puso en la tesitura de lo que iba a pasar y, oye, hacían bien. Yo decidí tomar otro camino diferente a la minería. Luego me decían: ‘Eres funcionario, eres un privilegiado’. Y yo decía: ‘Sí, pero tú estuviste ganando diez veces más que yo’".

Victorino, antes y después

"En la historia de la mina en Degaña creo que hay dos partes muy diferenciadas. Mientras fue Hullas de Corto Cortés la mina fue rentable, segura, era parte de las vidas de la gente. Los mineros se sentían partícipes de esa empresa. Y luego ya empezó el miedo a que lo comprara otro. Sobre todo, miedo a la empresa de Victorino Alonso. Bueno, pues llegaron esas ventas a las que tanto miedo tenía la gente y al principio no hubo malestar. No hubo. Porque la gente ganó mucho más dinero, aún a costa de las pérdidas de derechos laborales. Y luego ya vino el declive, la tristeza de la reconversión, la destrucción total del tejido industrial. No dieron una salida a la zona. Se dilapidó el dinero a lo tonto. Si yo hubiera sido alcalde y me vienen con el proyecto de una casa de cultura de tres plantas, de mil metros cuadrados, ¿qué sentido tiene?, preguntaría. ¿Para cuántos habitantes? Es mantenible? ¿Es sostenible?".

Cortadores de jamón

"Y con los cursos de formación que se dieron, igual. Yo vi a mi padre, prejubilado ya, yendo a un curso de informática. O a los chavales yendo a un curso de cortador de jamones. No daba crédito. ¿Vais a trabajar todos de cortadores de jamones? Se trataba de reconvertir el concejo para hacerlo viable para los años venideros, cuando no hubiera ese dinero que venía de Europa. Pero hubo muchos cursos que no tenían sentido para gente que ya no se iba a volver a colocar en el mundo laboral. Los jóvenes, la mayoría, no fueron a esos cursos. Iban los jubiletas. Si nos ponemos a pensar lo que se ha invertido en los cursos de formación, cada minero tendría un doctorado".

Pedir perdón

"Creo que los sindicatos grandes fueron los grandes responsables de lo que la pasó a la zona. No hay mundos utópicos, ni nada que funcione como un mundo de color de rosa pero, hombre, tiene todo un límite. De hecho, basta nombrar a Fernández Villa. Recuerdo ver a mi padre llorar (cuando estalló el escándalo corrupción por blanqueo de dinero y apropiación de fondos del sindicato por parte del exsecretario general del SOMA e histórico ‘hombre fuerte’ del socialismo asturianos). Porque Villa, para él igual que para muchos mineros, era una persona que había luchado por los derechos de los mineros –y de hecho lo hizo, seguro–, pero para mi padre fue un disgusto. No se creía lo que le estaban contando. Detrás de esa persona habían ido todos a una, era su ariete. A eso me refiero cuando digo que toda esta gente tiene que pedir perdón".

La niebla de las prejubilaciones

"Hoy en Degaña somos rentistas. La gente que no está colocada, tiene las pensiones de sus padres. Otros tuvimos la suerte de que muchos de nuestros padres tuvieron la cabeza de comprar un piso en Oviedo o en Gijón para que sus hijos fueran a estudiar. Querían que sus hijos estudiasen porque, de aquella, estudiar era sinónimo de éxito. Aunque no como ahora, de parece que da igual que tengas cincuenta títulos. De aquella, un minero sabía que si su hijo se hacía abogado, ya no iba a ser minero y ya tenía salidas".

"Imaginemos que los políticos no hubieran dado las prejubilaciones que dieron; una salida honrada a esta gente. Hubiéramos tenido un conflicto. Pero también es verdad que fue una cortina de humo que cuando se disipó vimos el problema: en vez de aparecer un día soleado, nos encontramos con la tormenta perfecta, que todavía la estamos sufriendo. Lo bueno que tenemos ahora es que hemos aprendido, nos han dado una lección de la vida, hemos llevado una lección de quiénes nos representaron tan mal".

Una conexión con Ponferrada

"Necesitamos una comunicación con la Meseta. Es primorial. Esa salida nos pondría a 40 minutos de Ponferrada y a tres horas y media de Madrid. Así podríamos aprovechar muchos de nuestros recursos. Necesitamos esa salida La Espina-Ponferrada que se reivindica desde Asturias. Que tampoco hace falta una autovía, vale una vía rápida. Pero ahí tenemos la lucha: en Castilla y León gobierna el PP y en Asturias, el PSOE. Y Castilla y León no quiere promocionar esa carretera de La Espina. En junio, PP y Vox de Castilla y León votaron contra el estudio de viabilidad de esa vía. Asturias está haciendo los deberes pero Castilla y León no los está haciendo. O haciéndolos mal porque para Ponferrada sería una salida buenísima, una buena conexión con el puerto de Gijón. Pero por algún motivo, la Junta castellano-leonesa no quiere que el Bierzo tire para arriba. Se perjudican ellos mismos".

Una red de emprendedores

"Aquí necesitamos que se vayan haciendo pequeñas inversiones. Que venga alguien a montar un hotel, que venga alguien a montar una residencia de ancianos... Que se vaya generando un tejido de emprendimiento, de autónomos. Yo tengo esperanza. Creo que ahora las cosas se están haciendo mejor y que puede haber un futuro. No hacen falta muchos, basta treinta personas que dinamicen y que sepan funcionar. Mira el ejemplo de Rosa Cunqueira y de su hijo Víctor (La Guardia del Cunqueiru, en Trabao) o de Jose el del Tixileirio (dos negocios modélicos dentro del escaso sector turístico en el concejo). Porque recursos tenemos. Mira el monte y el paisaje que tenemos".

"O los recursos de patrimonio, que creo que eso es algo importante. Mira, cuando yo era chaval en Degaña solo conocía la mina. Yo no sabía que había un castro en Degaña, o que había un techo mudéjar (Santa María de Cerredo) o que teníamos unas tallas religiosas de esa calidad (figuras de la Virgen del Carmen, Santa Bárbara, Santa Ana y la Virgen con el Niño, de color oscuro, datada entre los siglos XIII y XIV, que ahora están de vuelta en el concejo tras ser tratadas en el Museo Arqueológico de Asturias)"."

Sí tenemos recursos. Y ahí tenemos ejemplos a seguir como Somiedo. Ahí sí se aplicó bien una reconversión de cara al turismo. Vendió el oso y lo vendió bien. Nosotros también tenemos oso ¿y qué vendimos? ¿ Por qué es mejor Somiedo? Porque tiene paisajes, te dicen. Pues Degaña también los tiene. También dicen: porque tiene el oso. Pues Degaña, también. Pero ahí está la diferencia entre haber invertido bien y haber invertido mal. Y eso que en Somiedo están peor comunicados que nosotros. Pero ellos aprobaron y nosotros suspendimos. Pues, ¿qué es lo que hace un alumno cuando suspende? Ponerse las pilas".

"Ahora lo primordial es que nuestra comunicación con León tiene que salir adelante para que podamos resurgir y, por tanto, para que podamos apoyar también la mejora de Asturias. En su día este concejo contribuyó a que Asturias fuera mejor y Asturias no nos ha pagado con la misma moneda. Hemos puesto mucho de nuestra parte, se han pagado ingentes cantidades de impuestos que salieron el negro carbón de aquí y, sin embargo, creo que Asturias no ha sido justa con nosotros".