Heri cuenta la fábula del león y los cuatro toros que eran mineros

"El sistema ganó la partida, acabó con la solidaridad, vivimos en la apatía"

ASTURIANOS EN SAN MARTÍN DEL REY AURELIO: Heriberto Gutiérrez

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Heriberto Gutiérrez. Economista y antropólogo, profesor de Secundaria. Todos conocen como "Heri" a este profesor de Secundaria en el Instituto de Laviana, estudioso del declive productivo de la cuenca del Nalón, que, además, tiene en el atletismo una de sus grandes pasiones. Su padre, Heriberto como él, fallecido en 2009, fue un entreguín muy popular y querido, uno de los muchos economistas que salieron de la academia, hoy casi legendaria, que regentaban don Luis Arregui y don Luis Fanjul.

"Viví los últimos años del auge de la minería en San Martín de Aurelio. Siempre digo que el franquismo creó una especie de aldea gala en la que agrupó un montón de explotaciones mineras, algunes con mucha productividad y otres con muy poca, para que la gente se colocara por aquí. Luego, cuando entramos en la Unión Europea, perdimos en todo: en la pesca, en ganadería, en todos los sectores en los que la industria española o el sector productivo español tenía cierta capacidad. Entramos reduciéndolo todo a cambio de los fondos europeos".

"El gran problema ye que todos los fondos que se invirtieron en les Cuenques no tuvieron la eficiencia o la rentabilidad prevista. Porque tú puedes gastar mil millones de euros en un museo, en la ‘Casa del Agua’ o en la ‘Casa del Quesu’, que nunca va a llegar a nada. O puedes hacer algo de nueves tecnologíes".

"Pero cuando empezó a llegar el dinero aquí no había, creo yo, ni políticos formados en ese tipo de nueves iniciatives, ni capacidad para hacerlo. La gente que lo gestionaba era gente implicada directamente en lo que había sido la minería. Estaban todos relacionados con el carbón. Si se hubiera contratado a profesionales que pudieran abrir otros campos… Se gastaba y tiraba a un pozo sin fondo. No se generaba desarrollo endógeno, no se abrieron otros caminos".

"Esto necesitaba un cambio de paradigma. Y el cambio de paradigma no se hizo. Hacíense instalaciones que no tenían ninguna viabilidad. Tenemos casos como el centro medioambiental de San Vicente, que iba a ser el puntazu a nivel europeo en la investigación medioambiental y nunca funcionó. Terminaron tirándolo porque entraron okupas y empezaron a estropearlo. O la empresa Venturo XXI, de cartografía digital, que una vez que acabaron con les ayudes de los fondos correspondientes, largaron. Voy a ponete otru ejemplu. Aquí, en El Entrego, hay una pista de atletismo y a mí me invitaron a correr en la inauguración. Cuando me preguntaron yo dije que era como si hubiesen puesto grifos de oro a una chabola. Porque el material, el tartán, era el mejor que había en el mercado, pero no tenía peralte. Poníeste a correr y salíeste de calle".

"Y luego las prejubilaciones. Nadie se daba cuenta que iben a terminar. En el momento que la gente, por biología, fuese muriendo pues ya no iban a llegar esos ingresos que estaban entrando. El gran problema fue esa traslación hacia el futuro de la pérdida de puestos de trabajo. Y las prejubilaciones en la población están consiguiendo una cosa que ye perversa. No quiero ser muy duro, pero están consiguiendo brutecenos. Decíase que en Roma era pan y circo y que con Franco era toros y fútbol. Aquí, pues ye parecido".

"A los alumnos siempre les explico que todo lo que estudiamos en economía tiene una aplicación en la vida de las personas. Y lo que pasó aquí son como los pasos en la aceptación del duelo. Primero fue el shock y, de mano, niégueste: movilizaciones o aquello de si cerraban los pozos sería ‘por encima del mi cadáver’. Pero luego el sistema, que es muy inteligente, va narcotizando la movilidad social. Y ¿cómo los narcotices? Pues con prejulaciones. Mandar a casa a la gente de 40 años ye procrastinar hacia el futuro. Que los que vengan detrás, que se arreglen. Y, además, no nos damos cuenta de que la esperanza de la vida de las personas ahora está en 80 años y nos encontramos ahora con muches de eses persones de más de 65, que ya entraron en la caja jubilaciones y que tienen que mantener con 2.000 euros a los hijos y a los nietos. Y, a lo mejor, alguno dice: pues igual nos dejamos engañar muy fácilmente".

–¿En qué fase del duelo cree que estamos ahora?

–En la desesperación. La aceptación nun llegó. Nun llegó esa situación en la que aceptes y empieces a remontar. Así que desesperación. O apatía generalizada. Estamos en él: "Bueno, mientras nun me toque a mí..."

"Hoy no hay ni la iniciativa ciudadana, ni movimiento social ni la capacidad para tomar decisiones. Ni gente, yo creo, que quiera tomar decisiones. Hay gente válida, sí, pero creo que ahora estamos como cuando, en eses carreres de atletismo de ochocientos o mil quinientos metros, van a codazos para echar al otru de la calle. El sentimiento de comunidad que había hasta los años ochenta se fue perdiendo. Claro, ya han pasado cuarenta años. Eso se rompió y ye inviable que se vuelva a recuperar. Ya no tienes el poder social que había en los 80. Los sindicatos están convirtiéndose en pequeñes oligarquíes y están totalmente desmovilizados. Ese poder reivindicativo perdióse".

"Yo siempre digo que nuestra generación (la del baby boom), siendo posiblemente la más trabajada en valores sociales, fue la que menos supo transmitir esos valores a los que venían detrás. Cuando yo tenía 15, 16, 18 años, tenía la sensación de que estaba protegido en El Entrego porque veía gente de la generación de nuestros padres que estaban ahí, en la calle, en la sociedad. Había compromiso. Si había cualquier problema, estaben ahí. Y yo, haz poco, le decía a unos amigos de mi edad: hoy nosotros somos los que tenemos que dar esa sensación de protección a los que vienen detrás y yo no me veo capaz. Creo que esa ye la gran deuda que tenemos con les generaciones futures".

"Ye la deshumanización. Ahí ye donde el sistema nos ganó la partida. ¿Conoces la fábula del león y los cuatro toros? Hay un león que se quiere zampar a un toro. Pero, claro, cuando ataca a un toro los otros tres atáquenlu a él. El león está desesperado y entonces aparece un zorro, como siempre. Y dice: bueno, si me dejes comer les carroñes ya me encargo yo. Entonces va a hablar con los toros, y a cada uno le dice que los otros están rajando de él. Entonces siembra la división entre los toros. Y así, después de esa labor de drena moral, de eliminar la solidaridad, el león puede atacar. Y eso ye el mejor reflejo de lo que pasa en una sociedad cuando tú consigues romper y quebrar la solidaridad de un grupo étnico. Lo mismo se puede decir en les Cuenques o, si quieres, en San Martín, o en El Entrego. Esi ye el gran triunfo del sistema contra el ser humano".