Amparo vive con la puerta abierta desde que es primavera

ASTURIANOS EN VILLANUEVA DE OSCOS: Gustavo Sánchez y Amparo Iglesias

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Amparo Iglesias Malnero, de 43 años, es veterinaria y trabaja en las campaña de saneamiento ganadero de toda la cuenca del Navia y de los Oscos. Vive en el concejo de Villanueva de Oscos, aunque nació en el pueblo de Revoqueira, en San Martín de Oscos

"Ahora vivo en Villanueva de Oscos, pero nací en Revoqueira, un pueblecito de San Martín de Oscos. Con 13 o 14 años, al acabar octavo de Básica, me fui a estudiar al Instituto Aramo a Oviedo. Recuerdo perfectamente lo grande que se me hizo Oviedo. Aquí, en octavo éramos tres. Pero, de repente, estaba en una clase de 40 personas . Y estaba en Primero D. O sea, que había también A, B y C. Se me hizo un mundo. No sólo era ponerte a estudiar, tenías que aprender destrezas sociales. Fue un cambio muy grande para una niña de 14 años que casi te puedo decir que aquel verano estuvo jugando con muñecas. Y el ruido de la ciudad también, que para mí atronador. Me acostumbré enseguida, pero..."

"Fui a Oviedo a casa de una tía. Mis dos tías ya se habían ido a Oviedo a trabajar. Aquí en casa quedó mi madre con la cuadra, con el negocio familiar, que eran las vacas. Primero se fueron mis tías y luego me fui yo. Estuve en Oviedo cuatro años y luego me fui a Lugo a estudiar Veterinaria".

"Mi madre se quedó viuda bastante joven, con 40 años y al cargo de tres hijas que estaban estudiando fuera o a punto de salir fuera a estudiar. Yo tenía 21 años y mis hermanas 16 y 15 años. Tiró como una jabata todos esos años para sacarnos a nosotras adelante y sobre el 2006-2007, cuando aparecieron unos planes de abandono de la actividad agraria bastante interesantes, se acogió a ellos. Creo que no llegaba a los 50 años. Hizo un cambio de vida y también se fue Oviedo con sus dos hermanas. Mi abuela empezaba a estar pachucha y se fue un poco también para hacerse cargo entre las tres de ella".

"Cuando yo me fui a Oviedo era como el curso natural de la historia familiar. Mi abuelo quería que sus hijas tuvieran una formación, que se buscaran un poco más la vida, salir de Los Oscos. Yo recibí ese legado también. Me acuerdo de muchas conversaciones con mi abuelo. Me animaba mucho a estudiar, a formarme, a salir. Así que estaba claro que íbamos a estudiar, íbamos a intentar irnos. En ese momento no te cuestionabas ni tu arraigo ni nada... Simplemente había que formarse en algo que te diera posibilidades de llevar una vida independiente. También aquellos años, ya serían los 90, yo crecí con una imagen como de una mujer más empoderada. Salir, ver mundo, buscarse la vida..."

Viaje de vuelta

"Mi abuelo murió cuando yo tenía 17 años. Creo que ni él, ni mi madre, pensaban de ninguna manera que yo acabaría aquí. Y mis hermanas están cerca, en el medio rural. Una vive en Porto, cerquita de Vegadeo, y otra está en San Juan de Moldes, en Castropol. Yo estoy aquí un poco por azar Mi intención no era volver. Pero cuando acabé, encontré un trabajo en la zona, justo cuando mi madre estaba preparando las maletas para irse a Oviedo. Cosas de la vida. Se fue mi madre, me quedé yo. Y muy contenta. Cuando ya estaba trabajando por aquí ya decidí quedarme. Porque me ofrecieron hacer el mismo trabajo en Galicia y yo ya quería quedarme aquí. Soy veterinaria de campañas de saneamiento ganadero. Trabajo para Tragsatec, que trabaja para el Principado. Mi área es la cuenca del Navia, empezamos en Villayón y acabamos en Los Oscos. Por eso, cuando me hablan de alguien, la primera pregunta que yo hago es: ‘¿Tiene vacas?’ Porque si tiene vacas, es muy probable que lo conozca".

Los cambios

Los Oscos cambiaron en el fondo y en la forma. La Revoqueira de ahora no es mi Revoqueira de 1986, cuando yo tenía 6 años y corría por las caleyas. Era una forma de vida humilde, muy humilde y de muchísima comunidad. Había muchísimos trabajos que se hacían en común y los niños crecíamos en común. Todavía hace poco le decía a unos amigos de infancia que en Revoqueira casi que nos parían y nos echaban al pueblo y allí te criabas. Te criaban tus padres, te criaban tus abuelos, tus tíos… Pero te criaban los vecinos también. Porque si tú estabas jugando por ahí y, en un momento dado, te morías de hambre casi que podías entrar en cualquier casa a coger una manzana o algo así. Era una forma de crianza muy comunitaria. Y, por supuesto, un vecino me podía llamar la atención si me veía hacer el mal".

"Éramos todos más o menos humildes. No había mucha diferencia entre nosotros. Era una forma de vivir muy parecida. Menos la hija de la maestra o las del médico, todos teníamos vacas en casa. Todos teníamos unos quehaceres muy parecidos. Porque todos teníamos que hacer los deberes y teníamos que ayudar algo en casa, claro".

Optimismo

"Los Oscos son una belleza, aquí está todo muy cuidado. Pero el problema es que efectivamente ahora somos muchísimos menos y eso se nota en todo. También, con la bajona que dio la ganadería –que aunque se mantenga el numero de cabezas, se redujo el número de ganaderos– esa vida agrofamiliar, digamos, desapareció mucho. Ahora llevamos una vida más parecida a la urbana. Pero yo, la verdad, soy optimista. No creo que haya muchas posibilidades a corto plazo de volver a las cotas de población de los ochenta, pero creo que Los Oscos tienen potencial para retener a la gente que los habita y para atraer a gente que venga de fuera. Sí lo creo, aunque ahora mismo esté limitado en muchos sentidos, porque la oferta de vivienda está limitada y la oferta laboral está limitada".

Una comunidad que se cuida

"Creo que en Los Oscos hay capacidad para revivir. Creo que la gente que estamos viviendo aquí estamos muy a gusto. O hacemos por estarlo. Hay una comunidad así como chula, sostenible. En ese sentido soy optimista y porque, además, veo tan poco sostenible el mundo urbano… Creo que la forma de acercarse o de venir al pueblo debe ser teniendo claro que la vida aquí no va a ser como vivir en ciudad, que vas a tener que depender mucho más del coche, que hay cosas que vas a tener que retrasar para cuando vayas a hacer una compra general. Pero creo que se vive con una calidad de vida muy buena. Y a muchísimos niveles, ¿eh? Aquí hay una comunidad muy bonita y que se cuida entre ella . Aunque yo llevo una vida como muy de ciudad, porque me levando como la gente de ciudad y voy a trabajar y vuelvo, aquí los tiempos son diferentes. Se disfruta mucho más de la primavera cuando llega la primavera o cuando llega el otoño. Mira, yo llevo ya casi dos meses viviendo con la puerta de casa abierta".

La invasión de los molinos de viento

"Voy a tratar de ser justa con mi propia opinión. Yo, por supuesto, contra las renovables no tengo nada. Creo que el modelo energético que tenemos ahora también es insostenible. Y más cuando, encima, estamos tendiendo al abuso en el consumo energético. Es verdad que el futuro debe pasar por una transición ecológica y por unas formas de energía renovables. ¿Pero qué me pasa a mí con todo esto? ¿Qué parece que se nos viene encima? Para empezar, me parece un modelo injusto porque se masifica la producción energética en lugares donde realmente no existe el abuso energético. Eso por un lado. Además, relacionado con la instalación de molinos hay hacer toda la red de distribución, de acumulación y de distribución energética hacia grandes urbes. Con lo que viene aparejado: autovías eléctricas que atraviesan territorios y territorios rurales. Es cruzar casi el norte con una autovía eléctrica para llegar a puntos donde el consumo energético es mucho más acusado".

"Y luego, aparte, ¿cuál es mi sospecha? Mi sospecha es que esto se hace aquí, o se pretende hacer aquí, porque el territorio es barato. Porque le sale muy bien a las empresas venir aquí a sacar el dinero de esos recursos invadiendo un territorio que, encima, hizo una apuesta clara por el sector turístico. Me consta que hay puestos de trabajo relacionados con los parques eólicos, solo faltaba. ¿Pero cuál es el beneficio comunitario o social de todo esto? ¿Cuál es el prejuicio en otros sectores? Pueden crear empleo para mantenimiento pero probablemente no estemos contando el empleo que no se crea en el sector turístico al deteriorar el paisaje. No sé si, entonces, va a merecer la pena o no. A lo mejor nos hace falta hablar más".

"Esto está bien para los vecinos que directamente recaudan. Yo no lo crítico, solo faltaba. Son sus montes. Pero al nivel comunitario, qué nos llevamos. Si dijeran: vamos a cubrir todo eso de eólicos, pero a cambio parte de los beneficios se van a reinvertir en el propio territorio, pues igual se podría negociar con algo. Pero no sé, no estoy al tanto de los pormenores, pero tengo la sensación de que es invadir nuestro patrimonio natural, que aunque tenga dueños nos pertenece un poco a todos. Y todo para sacar dinero en nombre de la energía renovable o de una sostenibilidad. Pero hacen de nuestro territorio un gran parque rural industrial del que no sé qué beneficios vamos a obtener".

Con sentidiño

"Vienen aquí no sólo porque el terreno barato. Políticamente, al ser pocos, no tenemos ningún peso. ¿Cuántos votos podemos sumar en el Occidente? Me molesta, me parece muy injusto. No estoy nada a favor de las invasiones. Igual que si propusieran traer a hordas de turistas. Te diría que no, mal, insano. Si Europa busca que los pobladores del medio rural sean los protectores del paisaje pues habrá que diversificar. Por favor, con sentidiño".

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Gustavo Sánchez Novo, de 47 años de edad, trabajador del sector forestal, descubrió Los Oscos cuando llegó desde Madrid a hacer la prestación social. Estuvo trabajando en la repoblación de montes. "Éramos unos veinte chavales, la mayor parte de fuera de Asturias. Fue muy divertido. Como romper con la vida que teníamos anteriormente. Más que como una obligación, lo vivimos como unas vacaciones. Fue como una mili buena". Hoy, junto a su pareja, la veterinaria Amparo Iglesias, es uno de los organizadores de la Festa dos Frailes, un evento cultural de música, teatro, danza y poesía que se celebra en el mes de julio y que utiliza el espectacular monasterio de Villanueva como escenario de excepción para sus actuaciones.

"La verdad es que el sitio es una virguería. La Festa dos frailes empezó con el anterior alcalde, con José Antonio (González Braña). Se hicieron unas obras de consolidación del monasterio y hablando, le dije: pues yo tengo a mis amigos los músicos y podríamos hacer algo aquí. La Festa nació en una jardinera porque justo estábamos arreglando una jardinera cuando se nos ocurrió. Amparo se involucró desde el principio. Yo digo que Amparo es la madre superiora. Es así porque, además, tiene esa capacidad".

"Empezamos con una cosa sencilla. No teníamos ni idea de montar nada. Nos gustaba el teatro, nos gustaba los conciertos. Pero hasta ahí. Ya está. Es un evento muy sencillito, un festival de un día. Empezamos con ocho grupos y salió muy bien y seguimos. Vamos ya por la quinta edición. Este año no se podrá hacer la Festa porque están las obras que van a cubrir el monasterio. Pero ya tiene bastante éxito. No somos un festival grande. Se basa más o menos en diez actuaciones partir de las doce de mediodía y hasta las cinco de la mañana., donde pasan grupos diferentes, desde música clásica que hubo el primer año, a rockabilly, punk, blues... artistas tanto de la zona gallega como de la zona asturiana. Incluso ha venido alguno del extranjero El primer año, disfrutamos mucho con 40 rusos bailando".

"Es una cosa como muy íntima. Porque, además, lo bueno es que al festival viene gente de ochenta años y niños recién nacidos. Nos encanta que venga la gente de fuera, pero lo hacemos para la el pueblo también y que la gente mayor participe. La gente del pueblo siempre da un respuesta muy buena. Y no solamente en Vilanova, que se vuelvan con nosotros sino también en Santalla y de San Martín, que nos dan mucho respaldo tanto a nivel individual como por parte de los ayuntamientos".