La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El cierre en Siero "abre" la resignación de los vecinos: "Llevamos ya un año a vueltas y no se ve horizonte de mejora"

La primera jornada de restricciones vacía las calles sierenses: "Hay mucha confusión, ya no se sabe lo que se puede hacer"

Coque García, José Manuel Baragaño y Juan Fernández, ayer, en la plaza de Les Campes de la Pola. | A. I.

Las nuevas restricciones en el concejo de Siero, tras superar los límites de incidencia para el llamado riesgo “4 Plus”, se sentían ayer en el aire. No había mucha gente por las calles, pero el suspiro, el bufido desesperado de sus vecinos desde el interior de los domicilios o bajo las mascarillas de los pocos paseantes resumía un día triste. “Llevamos ya un año así, a vueltas, y no se ve un horizonte de mejora”, coincidían los sierenses ayer, ya encerrados en su concejo y con la actividad de la hostelería reducida a las terrazas.

La mañana fue de mercado en la Pola, con muy poca afluencia y solo algunas colas frente a los puestos de excedentes de la huerta. También se redujeron al máximo los recorridos matinales por el parque de La Cebera, en Lugones, donde apenas se veía un alma.

Algunas terrazas de la capital de Siero cobraron vida pasadas las doce. Juan Riestra esperaba a la puerta de su bar deteniendo a los que se querían adentrar. “Hay mucha confusión, ya no se sabe lo que se puede hacer. Para los hosteleros también es un lío que nos cambien los parámetros cada poco, especialmente a la hora de encargar producto o contratar a gente, sacarlos y meterlos del ERTE”, comentaba entre suspiro y suspiro.

A la izquierda, Juan Riestra manda detenerse a los clientes a la puerta de su bar. | A. I.

Desde las banquetas de su terraza se apreciaba una tendencia clara: por la calle casi había tantos perros como personas. Un chihuahua en chubasquero amarillo, un bichón maltés falto de baño y, al fondo, el trabajador de la gasolinera apoyado en el surtidor, apático. “El mío se está quedando frío con la tercera ola”, decía medio en broma medio en serio Juan García, paseando a su pomeranian con outfit invernal que se paraba a oler el combustible.

En otro repostaje andaba un grupo de cuatro parroquianos de una sidrería en la plaza de Les Campes, pidiendo a través de la ventana alguna cerveza. “Hablamos de fútbol y rajamos del gobierno”, indicaba uno de ellos, deteniendo por un instante el debate parlamentario en la icónica aunque desangelada plaza polesa. Mientras unos apuraban el poco ocio al que dejan cabida las medidas contra el riesgo “4 Plus”, otros se preparaban para salir de la burbuja del concejo. “Yo a nivel laboral no tengo problema, trabajo en correos de Avilés y ya me han dado el papelito. Soy esencial”, relataba Mario Vigil, avalado para incursiones exteriores. “Como estoy tramitando mi ficha federativa en tema de montaña, también podría ir al monte el fin de semana”, añadía.

Sin tanta fortuna como Vigil, Rubén Cueto, otro vecino de la Pola, veía ayer cómo el amor en los tiempos de la pandemia se hace cuesta arriba. “Suelo ir a Arriondas los sábados a pasar el día con ella, saliendo de la ‘atmósfera covid’ que crea vivir en una villa de cierto tamaño”, aseveraba, a la vez que opinaba que “las medidas no están siendo demasiado eficaces”.

Hosteleros y amantes en la distancia no comparten el cierre de Siero y, aunque menos afectados, tampoco lo celebraban los comerciantes. Si en la Pola la mayoría de tiendas permanecían cerradas al mediodía, aun siendo martes; en Lugones, donde llegan bastantes compradores de otros concejos, se cruzaban de brazos tras los mostradores. “Al pequeño comercio no nos afecta directamente. No hay restricciones para nosotros. Pero somos una zona de paso y ahora no pueden venir ni los de Llanera. Esperemos que la gente de camino al trabajo pare a hacer sus compras. Siendo un problema de salud pública, tenemos que aguantar...”, detallaba ayer Rosa Vázquez, del colectivo de comerciantes Asecol.

A las puertas de sus tiendas, poco movimiento y sentimiento de resignación. A Siero le esperan catorce días más, al menos, bajo el yugo de las nuevas restricciones del Gobierno de Barbón. Para los vecinos, un capítulo más de un año aciago, de desgaste acelerado en muchas economías familiares entre exhalaciones bruscas, conteniendo el ansia que generan los confinamientos. En definitiva, suspirando.

Compartir el artículo

stats