Asturias, la segunda región donde más retroceden los nacimientos

La demografía asturiana ha vuelto a perder. Asturias sale derrotada contra sí misma cada vez que una actualización estadística empeora los números de la anterior y se ve vencida en casi cada comparación con el resto de España. Ha vuelto a pasar. El resumen de la natalidad en el primer trimestre del año otorga al Principado un triste subcampeonato entre las regiones que han registrado los mayores retrocesos entre enero y marzo. Los 1.112 nacimientos que contabiliza el Instituto Nacional de Estadística (INE) son 92 menos que los que la misma fuente registró en el mismo periodo de 2022 y asignan a Asturias un descenso del 7,6 por ciento que en España solamente supera el once de Navarra.

Si se considera que además la región parte de muy abajo, de la crisis de natalidad más intensa y larga de España, de la peor tasa del país y del desfase entre nacimientos y muertes con más años consecutivos en negativo –sin parar desde 1985–, se apreciará por qué el Principado permanece a la vanguardia de un problema que también se expande por todo el país, pero que no alcanza este nivel de deterioro en ninguna otra autonomía. Este año tiene el número de nacimientos a la baja en todas las regiones excepto en tres –Aragón, La Rioja y Madrid–, pero en casi ningún sitio baja como aquí.

Caen los nacimientos en el conjunto de la nación, pero Asturias multiplica por más de cuatro el promedio nacional de descenso, que el INE sitúa en el 1,7 por ciento en la comparación de este primer trimestre con el de 2022. Según la última evolución divulgada por la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), el lapso de enero a marzo ha sido el segundo peor de la historia demográfica del Principado en número de nacimientos, mejorando únicamente los 1.081 que quedaron registrados en los tres meses iniciales de 2021. Los recuentos de fin de año llevan tres ejercicios consecutivos, los primeros desde que hay registro estadístico, por debajo de los 5.000 alumbramientos, pero desde que 2020 tocó fondo, 2021 y 2022 habían dejado registrados sendos leves repuntes esperanzadores que ahora el primer trimestre, en una cuenta todavía preliminar y pendiente de la evolución del resto del año, empieza a contradecir.

Menos muertes

Este retorno al retroceso de la curva de los partos diluye además el efecto benéfico que podría tener la mejoría paralela que en este inicio de año ha registrado la mortalidad. El dato que el INE acaba de actualizar hasta el mes de abril da 4.655 muertes en diecisiete semanas –a razón de una media diaria de 38 que triplica los más de doce nacimientos– y supone un descenso notable respecto a las 4.842 contabilizadas a las mismas alturas de 2022. En un contexto de contracción generalizada en España, la mortalidad confirma que ha superado el pico inusual del año pasado y desciende en Asturias más del triple que en el conjunto del país. El Principado ha recortado un 3,85 por ciento su recuento del primer trimestre del año pasado y sin firmar ni de lejos la rebaja más voluminosa del país supera por mucho la media nacional del 1,4.

La contención de los nacimientos impide, no obstante, que esa mejora llegue con toda nitidez al censo, que sigue resintiéndose del agudo desfase entre los partos y los muertos. En el recuento más actualizado de Sadei, la pérdida de población de Asturias por motivos vegetativos –por la mera diferencia entre nacidos y fallecidos, sin contar el efecto corrector de los movimientos migratorios– todavía fue al cierre del primer trimestre de este año la tercera más alta de la serie histórica. Entre enero y marzo, el resultado de esa operación fue negativo en 2.537 personas, a razón de una media que supera los 28 habitantes menos al día por estos motivos, más de uno cada hora.

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