Alguien voló el Cuco que todo lo ve en Asturias: el servicio aéreo de la Guardia Civil cumple 50 años

El Servicio Aéreo de la Guardia Civil, con más de 300.000 horas de vuelo, celebrará 50 años con una exposición en "el solarón" de Gijón: "La visión desde el aire lo cambia todo"

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Una ligera brisa sopla en el aeródromo de La Morgal mientras Sebastián Ruiz Peñato, el comandante jefe de la Unidad Aérea de Asturias, conocida como "Cuco", y su copiloto, el sargento Adrián Villasante, preparan los mandos del helicóptero BO-105. La nave es el vehículo de esta unidad, una de las 14 del Servicio Aéreo de la Guardia Civil, que celebra medio siglo patrullando los cielos durante más de 300.000 horas de vuelo. El rotor hace ya unos instantes que se mueve tan rápido que apenas lo ve el ojo humano. Juan Quiroga, el mecánico, con sus oídos ya protegidos con unos cascos, hace un gesto afirmativo para iniciar el despegue. El aparato levita unos metros, se escora a la derecha y toma altura sobre los terrenos tomados por el Boombastic para poner rumbo al Cabo Peñas, luego a Gijón y finalmente a Oviedo. "La visión que tenemos desde el cielo lo cambio todo", reflexiona Ruiz Peñato.

1.-El camping de Perlora.  2.-El Calatrava de Oviedo.  3.-Urbanización en Carreño. 4.-El Niemeyer de Avilés.  5.-Por la izquierda, Pedro Bonillo (agente), Javier González (teniente-piloto), Juan Carlos Quiroga (mecánico), Sebastián Ruiz Peñato y Adrián Villasante, junto al helicóptero BO-105 en La Morgal. 6.-El casco antiguo de Oviedo, con la Catedral. 7.-Sebastián Ruiz Peñato. 8.-El barrio de Cimadevilla y la playa de San Lorenzo de Gijón.| David Cabo

El casco antiguo de Oviedo, con la Catedral. / Pablo Palomo

El comandante jefe recibe junto al resto de miembros de la unidad unos minutos antes del vuelo en su despacho a este periódico. La Unidad Aérea celebrará por todo lo alto la efeméride de su matriz con una exposición en el parque del "solarón" de Gijón los días 28 y 29 de julio, como previa del Festival Aéreo. Habrá dos helicópteros y materiales de trabajo de estos guardias civiles, que, hasta principios de la semana pasada habían realizado 5.844 servicios desde la fundación de la unidad en 2002. Ruiz Peñato, de charla campechana, ingresó en la Unidad Aérea de Oviedo (su nombre oficial) en 2004. Su conocimiento enciclopédico del aire lo intercala con divertidos chascarrillos. A su espalda, tras la mesa de sus despacho, hay varios diplomas. Su "suelta", es decir, la primera vez que voló solo, fue en 1992. La recuerda 5.000 horas de vuelo después. Pegados en la puerta de su despacho hay dos dibujos infantiles. Son, claro, de helicópteros. "Las labores más frecuentes son las de prevención. Somos una unidad fundamentalmente de apoyo", explica.

El "Cuco", los ojos que todo lo ven en Asturias

El camping de Perlora. / Pablo Palomo

Esto quiere decir que son el complemento perfecto para el resto de unidades. Colaboran con el Servicio de Montaña, Seguridad Ciudadana, Seprona o Tráfico. También ayudan a buscar desaparecidos. Ahora, en verano, controlan las zonas más concurridas como por ejemplo el festival Boombastic, en La Morgal. Sus colas vistas desde el aire son como una hilera infinita de hormigas. La Unidad recibe el nombre clave de "Cuco" por motivos obvios. La componen cinco pilotos, tres mecánicos y agente encargado de la burocracia. Ficharán en pocos meses a un piloto y esperan renovar el vehículo próximamente. La nave de ahora tiene 40 años, aunque funciona a las mil maravillas. Alcanza los 17.000 pies de altura y es muy manejable. Es ideal para los rescates de montaña, unos de los más habituales, donde las ráfagas de viento, a veces imprevisibles tras los riscos, pueden hacer que el viaje sea movido.

El "Cuco", los ojos que todo lo ven en Asturias

Urbanización en Carreño. / Pablo Palomo

El vuelo es el martes. Unas ligeras gotas de orbayo cubren el salpicadero del helicóptero. El Aeropuerto de Asturias da luz verde al periplo. La velocidad es de algo más de 70 nudos (unos 120 kilómetros por hora). El barrio avilesino de La Luz aparece con sus edificios dispersos por el suelo como ladrillos de lego. Los acantilados del Cabo Peñas a vista de pájaro son aún más impresionantes. Cerca, un par de cargueros en el Cantábrico, parecen de juguete. "¿A que están guapas las vistas de nuestra oficina?", bromean Villasante y Ruiz Peñato. "Hoy –por el martes– es un día tranquilo. No siempre es así", concretan.

El "Cuco", los ojos que todo lo ven en Asturias

El Niemeyer de Avilés. / Pablo Palomo

El viaje se desarrolla sin problemas. El vuelo coincide con el despegue de un dron de la Policía Local en el Cerro de Santa Catalina. Para evitar problemas, al otear el "Elogio del Horizonte", la Guardia Civil da la vuelta con una grácil maniobra que inclina la nave sin previo aviso. A Villasante se le escapa una risa pícara. La Universidad Laboral, el edificio civil más grande de España, cabe en la palma de la mano visto en perspectiva y cuando se llega al Cristo del Monte Naranco, en Oviedo, las buenas condiciones meteorológicas permiten al helicóptero orbitar a su alrededor como un pájaro de más de una tonelada.

El "Cuco", los ojos que todo lo ven en Asturias

El barrio de Cimadevilla y la playa de San Lorenzo de Gijón. / Pablo Palomo

Rescates

El "Cuco", los ojos que todo lo ven en Asturias

El Calatrava de Oviedo. / Pablo Palomo

La Unidad Aérea es fundamental para los rescates. Los de montaña son los más arriesgados aunque como explican en La Morgal, "ninguno es sencillo". Uno de los más recordados fue el socorro a 23 scouts atrapados en el desfiladero de Los Beyos en julio de 2019. Otro, el de los montañeros cántabros Ramón González y José Antonio García enriscados en una pared vertical de Picos de Europa durante más de dos días en agosto de hace dos años. "Ese fue especialmente satisfactorio porque las posibilidades de encontrarlos con vida se iban reduciendo", recuerda el comandante. "La expresión facial cuando alguien se ve a salvo, esa satisfacción es con lo que me quedo. Es lo que en la Guardia Civil llamamos la satisfacción del deber cumplido", concreta Ruiz Peñato.

El "Cuco", los ojos que todo lo ven en Asturias

Sebastián Ruiz Peñato. | David Cabo / Pablo Palomo

La tripulación asturiana es muy experimentada. El que menos horas de vuelo supera las mil. La Unidad lleva desde el 2002 más de 8.600 horas de vuelo. Les ha dado tiempo a realizar 5.864 servicios de los que humanitarios fueron 730. Han auxiliado a 472 personas, de ellas 247 ilesas, 160 heridas y 65 fallecidas. "Sacar cadáveres no es lo más agradable", reconoce el responsable. Tampoco lo son los accidentes. El Servicio Aéreo de la Guardia Civil cuenta con 17 fallecidos en operaciones de servicio. El capítulo más duro en Asturias tuvo lugar en 2004 en San Tirso de Abres, con cuatro muertos. También hay lugar para las anécdotas. Algunas, inconfesables. "Una vez aterrizamos en un prao con la hierba alta y el dueño vino con una garrota a por nosotros. Luego el hombre ya lo entendió", ríe el comandante.

El "Cuco", los ojos que todo lo ven en Asturias

Por la izquierda, Pedro Bonillo (agente), Javier González (teniente-piloto), Juan Carlos Quiroga (mecánico), Sebastián Ruiz Peñato y Adrián Villasante, junto al helicóptero BO-105 en La Morgal. | David Cabo / Pablo Palomo

La celebración del 50 aniversario del Servicio Aéreo llena de satisfacción a los integrantes de la Unidad Aérea de Asturias, cuya demarcación abarca también Cantabria. El servicio despegó en 1973 en Pamplona y ahora cuenta con 45 helicópteros y tres aviones. El de La Morgal permanece alerta los 365 días del año. "Si el año es bisiesto, 366", apostilla Ruiz Peñato. Sus servicios tienen una planificación, pero atienden incidencias en cualquier momento. Tienen sus horarios, pero hay un equipo siempre alerta. Patrullan de orto a ocaso. Desde que sale el sol hasta que se pone. A veces en vuelos terriblemente más complicados que el del pasado martes, que finaliza tras casi una hora sin mayores problemas. La Unidad Aérea siempre está en alerta, a varios miles de pies sobre las cabezas de los asturianos, para aparecer entre las nubes y convertirse, si la ocasión lo requiere, en verdaderos ángeles de la guarda.

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