Historias del tren: Ángel cataba les vaques con el tren de las seis y cinco

De la Fuente, un profesor de Historia oriundo de Las Caldas, en Oviedo, recuerda con nostalgia una infancia marcada por los horarios del cercanías

HISTORIAS DEL TREN: El ferrocarril que marcó la vida de Ángel de la Fuente

VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Pablo Solares

Joaquín A. Cuesta

Joaquín A. Cuesta

Que el progreso y la digitalización han llegado para quedarse es algo incontestable. Que no ha sido algo paulatino, también. Y si no que se lo pregunten a Ángel de la Fuente, un profesor de Historia y Geografía que siendo un crío de los 70 (no hace ni medio siglo), "de esos que ya no tuvimos que sufrir a Los Grises en la Universidad", los horarios en su casa de Caces (parroquia de Oviedo) los marcaba el tren de cercanías. "Y eso que teníamos reloj, pero mi abuela Otilia no necesitaba aquel aparato: ‘Baja el tren de las doce y cinco de Mieres; hay que ir a catar les vaques que bajó ahora el tren de las seis y cinco’, me decía. Marcaba la vida el tren", cuenta con cierta nostalgia De la Fuente.

El profesor nació en Las Caldas y se crió en Caces, una parroquia ovetense que linda con Las Caldas. La casa de sus abuelos fue eliminada del mapa para construir lo que ahora es uno de los campos de golf más reconocidos de Asturias. Una infancia feliz la que pasó De la Fuente por aquel pueblo que bebía las aguas del Nalón, y que siempre ha estado de alguna manera u otra ligado al tren, ejerciendo de paso entre la capital del Principado y las principales comarcas.

Tanta importancia tenía el cercanías en la vida de los habitantes de Caces que la juventud se reunía en el bar del apeadero a "soplar sidra y jugar al futbolín". "Tengo la imagen de ir a la estación con una vecina de Las Caldas y ver una máquina de vapor con las ruedas pintadas en rojo. Luego iba a la cantina y cuando daban las 17.30 horas, salía a la calle para ver maniobrar a un cercanías que venía de la Cuenca del Caudal", recuerda este profesor de historia que utiliza los servicios de cercanías cada vez que se le presenta la ocasión. "Antes de tener coche siempre iba en tren. En mi época de estudiante me bajaba en la antigua estación de El Vasco porque me quedaba a tiro de piedra de la facultad. En el cercanías te da tiempo a reflexionar, a leer, a trabajar. Puedes contemplar el paisaje y verlo en diferentes épocas del año, pasar por sitios que no se ven desde una autopista... Es algo impagable y por eso siempre que puedo, no dudo en coger el tren", asegura.