Quien dijo Iglesia dijo también cultura. En la Cámara Santa de Oviedo se guardan las dos cruces con 1.200 y 1.300 años, raíz de la cultura cristiana de nuestro pueblo. El arzobispo Valdés Salas se asienta en el claustro de la Universidad que él fundó. De las escuelas palatinas nacieron las universidades. Quien dice Iglesia dice cultura, arte, humanismo, saber... El patrimonio artístico de España se debe en un tanto por ciento muy elevado a la Iglesia, maestra de cultura. En Asturias, si abrimos cualquier tomo de Constantino Suárez, «El Españolito», nos encontramos con prestigiosos eclesiásticos que han dejado huella.

Hoy, cerca de Avilés, capital del Gozón de la alta edad media, los arqueólogos están descubriendo los cimientos del Castillo de Gauzón, donde se enjoyó la Cruz de la Victoria que, según la tradición, enarboló Pelayo en su lucha contra las huestes de la media luna, ganando la primera batalla de una reconquista que había de durar siete siglos. En el dorso de esta cruz hay una inscripción que, entre otras cosas, dice: «Esta obra se realizó y se concedió al Salvador de la sede ovetense. Con esta señal se defiende el hombre piadoso, se vence al enemigo. Y se confeccionó en el Castillo de Gauzón el 12 de nuestro reinado, corriendo la era DCCCCXLVI (946, año 905)». La cultura cristiana siempre gira en torno a la cruz de aquel que cambió el rumbo de la historia de la humanidad. (...)

Ciñéndonos al patrimonio artístico de la parroquia de San Nicolás de Bari de Avilés, distinguimos dos etapas bien diferenciadas. La 1.ª desde el s. XI hasta el año 1849, cuando la parroquia se asienta en la vieja iglesia, donde hay hacen su labor pastoral los padres franciscanos y la 2ª, a partir de esa fecha en el ex convento de San Francisco.

Aquel templo parroquial era de estilo exclusivamente románico por los cuatro costados. (...) De todos los estilos promocionados por la Iglesia en sus templos, es, a mi gusto, el románico el más apto para la oración por su belleza, su luz tamizada que invita a la búsqueda de la luz interior del alma. (...) Pero el estilo original románico desaparece en su interior, cuando la gran reforma del año 1662 con el alzado de la bóveda. Finalmente, en el siglo XVIII, se levanta la capilla del Cristo, llamado también Cristo de los Zapatos porque calzaba unos zapatos de plata. Todos sus retablos perecieron bajo el fuego en 1936, salvo la parte del Santísimo Cristo que es un exponente de su belleza.

No podemos olvidarnos de que por voluntad propia allí yace Pedro Menéndez, el más grande marino del siglo XVI, quien muerto en Santander donde llevaba el mando de 12.000 hombres, es transportado en barco a Avilés, siendo vencido sólo después de mueto por el mar, ya que tuvo que arribar en Llanes, en cuyo templo, hoy basílica, yació, hasta que definitivamente tras unos nueve años es enterrado en su parroquia de San Nicolás.

Pero la joya por antonomasia de San Nicolás, contemplada con mucha atención por Jovellanos en sus viajes a esta villa, es el capital corintio romano. Echadle 1.800 años. ¿Cómo se explica la presencia de este capital en San Nicolás? Las hipótesis se enredan unas con otras. La presencia romana en Asturias es indiscutible. Pero ¿ese capitel? Si Cornellana viene de un tal Cornelio romano, ¿por qué Avilés no puede venir de un tal Avilio? Si en Gijón, tan abierto al mar, tuvo su asiento Roma, ¿por qué no Avilés con un puerto natural mucho más cómodo? ¿Para qué este capitel con su fuste? ¿Para una estatua de un tal Avilio?

La hipótesis más segura es que el capitel ha sido traído de fuera. ¿Por quién? No se sabe. ¿Para qué? No se sabe. ¿Cómo? Ciertamente por mar. ¿De dónde? Enrique Tessier nos dijo en la revista «El Bollo» que del norte de África; García de Castro estudia el tema, y llega a la misma conclusión afirmando que procede de la provincia bética. ¿Por qué? Porque ese mármol blanco no existe en Asturias. El hecho es que este capitel hoy pila bautismal es y sigue siendo la joya de la parroquia de San Nicolás. Una bellísima pieza pagana para hacer cristianos. (...)

Llegamos al s. XIX, cuando la desamortización roba con todas las formalidades los bienes de las órdenes religiosas, exigiéndoles primero el inventario detallado de todo y la llave después, para acto seguido poner a 54 religiosos avilesinos de patitas en la calle. Las Bernardas fueron expulsadas más tarde el año 1868 yendo a parar con sus huesos a las pelayas de Oviedo en tanto son acogidas por sus hermanas de Gradefes (León).

Nos adentramos ahora en la segunda etapa de la parroquia que tiene su asiento en la iglesia y ex convento de S. Francisco.

1.º Alusión obligada a un templo anterior a los franciscanos. En el lugar donde se instalan los hijos de San Francisco había un templo anterior, una de las dos iglesias de Avilés nombradas en el testamento de Alfonso III el Magno: San Juan Bautista y Santa María. Este templo, a mi entender era prerrománico del siglo VII o IX. ¿Por qué? Porque en el año 1808, Fermín Canella constata el hallazgo de un friso prerrománico. (...)

Los franciscanos llegados a Avilés a mediados del s. XIII, a más tarar, tal vez antes, tienen por primer templo lo que hoy es capilla de la Purísima, con su triple arcada románica, con entrada bajo el arco central. Hay un detalle de mención en el interior de un arco románico de la izquierda y es que la hojarasca de uno de los capiteles invade la jamba contigua. En este templo he descubierto, cuando la reforma hecha el año 1960, varios elementos que nadie sabía que existían: un ventanal doble de arco apuntado sobre el arco central románico; el alero de piedra en fachada con sus canecillos de pechuga de paloma, que van a ser modelo para todos los canecillos del actual templo parroquial; un ventanal abocinado al fondo y un fresco de una «Última cena» que Magín Berenguer calificó de muy buena mano y del XIII. Elementos que hemos salvado conservándolos.

Derrumbado paredes del viejo convento según proyecto aprobado con todas las licencias, con el fin de resolver el problema de carencia de centros escolares que sufría Avilés, con ocasión de la explosión demográfica de Ensidesa, observo que al descascarillarse la cal de una pared, aparece la figura de un fresco que una vez descubierto del todo, resultó ser una bellísima Última Cena que cumplía el interés frontal del testero del templo. Con gran cierto se acercó al día siguiente Castor González y calcó el dibujo de la misma en su integridad, copia que conservamos.

En ese momento, el cronista de Asturias, Joaquín Manzanares, tiró la piedra en la prensa sin esconder la mano, diciendo que yo, un «foráneo» estaba destruyendo obras de arte. A lo que contesté sobre la marcha diciéndole que lejos de destruir, he salvado una obra de arte que nadie sabía que existía, que no es lo mismo. Y conste que en la polémica no llegó la sangre al río. Nos hicimos buenos amigos y pocos días antes de su muerte repentina, comimos juntos en Avilés por invitación expresa suya.

En la gran reforma que estábamos haciendo yo, para curarme en salud, siempre hacía fotos de cómo estaba el edificio; fotos según se hacía la correspondiente reforma; fotos de cuanto se encontraba de valor y fotos del éxito conseguido. No en vano, la parte alta de este templo del s. XIII se convirtió a fines del s. XIV en dependencia del convento, dependencia suprimida a principios del s. XX con bóveda de madera que estábamos eliminando para convertirla de nuevo en dependencia del nuevo colegio parroquial.

En el año 1380, siendo obispo de Oviedo don Gutierre de Toledo, se abren las puertas del nuevo templo reducido a la nave central actual con su magnífica portada de transición, en la que el primer capitel de la derecha invade la jamba contigua con el símbolo de una flecha que, a mi juicio, no tiene más remedio que indicar dónde está la puerta conventual, que estaba donde hoy se asienta la torre y sigue estando en la torre construida en el primer cuarto de siglo XVIII. (...)

Al construirse las dos naves laterales, los ventanales del presbiterio dejan de tener sentido porque no reciben luz del exterior, lo que obliga a instalar el año 1657 un gran ventanal en el testero del templo que hoy llena de luz con la vidriera de la asunción de María. Se construyen a fines del siglo XVII los dos grandes arcos de piedra que comunican y dan visibilidad a las naves laterales y se alza el tejado del presbiterio con la bóveda de crucería.

Hay sepulcros notables de personajes o benefactores en ambos lados del presbiterio que se trasladan a las naves laterales una vez instalados los dos arcos del presbiterio y en la nave central algunos sepulcros de los cuales, con la moda de retablos del s. XVIII, quedaron tan ocultos que permanecieron en el olvido hasta que con la quema de todos los retablos, 12, en el año 1936, aparecieron de nuevo, siendo trasladados bien al claustro y a otra parte del templo por imperativo de la gran reforma emrpendida por don José Fernández Menéndez inmediatamente después de la liberación; piensen en los cuatro grandes arcos construidos entre la nave central y las laterales, cuando, antes de la guerra sólo había uno a cada lado. Les dejo a su consideración la cantidad de patrimonio artístico de esta parroquia reducido a pavesas. Sólo se salvó una imagen del santo Cristo que hoy se venera en el pequeño humilladero construido al pie de la torre, junto a la pila bautismal. (...)

En cuanto al claustro que, según María Isabel Pastor Criado, es único perteneciente al período purista, el lienzo adosado a la nave central se construye el año 1599; el segundo adosado a la capilla de la Purísima, el año 1601, y los dos restantes a continuación, pero desaparecieron por el proyecto del arquitecto que hizo las escuelas del primer distrito que llamábamos de San Francisco, para que los alumnos tuvieran más espacio. Ese atropello arquitéctonico le ha privado a Avilés de un gran patrimonio. Así con todo, hoy es el rincón más bello de Avilés, gracias a que hemos desmontado todos sus arcos, que padecían un desplome de 30 centímetros por culpa de terremotos del siglo XVII, devolviéndoles el auténtico prestigio original.

Después de la reforma emprendida en los años 60, quiero destacar el baptisterio en la planta de la torre muy digno para el capitel corintio, respaldado por la magnífica fuente en forma de concha, procedente del refectorio de los mercedarios de Sabugo. El cuadro de Rodríguez Losada pintor de Jérez de fines del siglo XIX, tres libros antiguos de Coro. En cuanto orfebrería, son valiosos el cáliz del cardenal Ildefonso Rodríguez de León, dos custodias de plata dorada, una de ellas de los condes de Canalejas, un cáliz regalo de la reina Isabel II en su visita a Avilés y la corona de plata de la Santina de Talleres Granda.

Y concluyo haciendo referencia a la sacristía, la más hermosa de Asturias, del s. XVI con tres cuadros del s. XVII de Bustamante, cuyos lienzos arrancados y arrugados en 1936 fueron recogidos por un profesor de dibujo del Instituto y entregados después, siendo restaurados por Espolita Gonzalo; son los cuadros de S. Bernardino de Siena, de San Francisco Solano y San Luis de Tolosa, franciscanos; un cuadro de las Ánimas de Policarpo Soria en sitio preferente; un cuadro de San Francisco de Gonzalo Espolita que estampó el año 1957 en la bóveda cuadros de la vida de San Francisco.