Cayetano Pelayo tiene el honor de regentar el bar más antiguo de Luanco que sigue perteneciendo a la misma saga familiar. Brisas del Misuri abrió sus puertas el 14 de octubre de 1968, es decir, que está a poco de cumplir su primer medio siglo. "Hay que celebrarlo", le espetan los clientes a Pelayo, que comenzó a dirigir las riendas del local heredado el 9 de enero de 1984, "nada más llegar de la mili". Serafín Pelayo, padre de Cayetano, le dio la identidad al establecimiento, ubicado en la calle San Juan de la villa marinera. El conocido barquillero, fallecido el día 25 de julio de 2006, aún permanece en la memoria de los luanquinos, tanto él como sus pareados. "Ahí está el misurero, el más ladrón del mundo entero", rezaba mientras vendía barquillos en la playa de Luanco. "Venía en bici desde Avilés, cuando los acababa volvía", indica su hijo, que habla de su padre y se emociona y recuerda: "Le encantaba el trato directo con la gente y por eso abrió un bar".

Serafín Pelayo era natural de Cantabria, de Vega de Pas, como su mujer, Paquita Fernández. Ambos vivían en Avilés hasta que se desplazaron a Vioño, donde alquilaron una casa. Tiempo después, la venta de barquillos y patatas iba por buen camino y le dio pie para adquirir una vivienda en el barrio luanquín de La Vallina. "Le avalaron Matías, el del Guernica, y Falo, el de la panadería", cuentan los conocidos. El local que sigue siendo Brisas del Misuri o Misuri, a secas, costó 125.000 pesetas en 1968, lo que a día de hoy serían muchos miles de euros, una cifra que por aquel entonces nada tenía que ver con lo que supone en la actualidad.

"Poco a poco, el bar fue evolucionando. Primero fue una churrería y bar a la vez y mientras tenía el Misuri abierto también llevaba la cafetería del instituto, donde los bocadillos de sardinas y de mejillones eran de lo mejor", destaca Cayetano Pelayo, al tiempo que algunos clientes recuerdan los bocadillos, los barquillos y castañas que Serafín, el sátiro vendedor, había vendido durante años en la calle San Juan y en la playa.

"Mi padre fue uno de los primeros 'Bonitos de Oro', era un paisano muy apreciado y desde hace más de treinta años me toca a mi mantener la tradición", expresa el actual regente del local, próximo a la plaza de La Ribera. El letrero original, el que colocó Serafín en los primeros meses del bar, sigue vivo. Mantiene el estilo de la época. Su hijo tan solo le hizo un añadido. "Solo puse 'Casa fundada en 1968'", apostilla, para posteriormente incidir en que el paso de los años le ha obligado a adaptarse a los tiempos.

Y convertir aquella churrería en un bar en el que tomar café, vino y todo lo que se desee. Cayetano Pelayo adquirió tiempo después un local frente al Brisas del Misuri, donde vende helados y otros dulces. Quizá para recordar a Serafín "El barquillero" que desde 2007 da nombre al parque de Peroño junto con Herminio "El heladero". "¿Celebrar los 50 años del bar el próximo año? Ya se verá, me gusta improvisar", señala el hostelero, que tiene el honor de ser el regente del local más antiguo de Luanco que mantiene la misma saga familiar. "En el Marino siguen los mismos, pero abrieron más tarde y El Aldeano también cambió de dueños, así que somos los más antiguos de Luanco", concluye.