La pesca zozobra: cae el consumo y se hunde la rentabilidad de los barcos

Todas las especies, salvo el lenguado, presentan en el ecuador del año un gasto del cupo inferior al 40%, indicativo de menores capturas

El pescadero avilesino Juan Ferrero atiende a una de sus clientas en la plaza de abastos de Avilés. | María Fuentes

El pescadero avilesino Juan Ferrero atiende a una de sus clientas en la plaza de abastos de Avilés. | María Fuentes / Francisco L. Jiménez

Francisco L. Jiménez

Francisco L. Jiménez

La pesca asturiana –y por extensión la del Cantábrico– anda de capa caída. No levanta cabeza desde la pandemia de covid y los indicadores de capturas en el ecuador del año son la mejor muestra del bajón que ha pegado la actividad. Como es sabido, desde hace décadas las pesquerías de los principales peces de interés comercial se regulan con cupos anuales por países y áreas marítimas, unos topes que fija la Unión Europea y que los pescadores gestionan tratando de obtener la mayor rentabilidad. Acabado el primer semestre de cada año lo habitual es que, como mínimo, se haya consumido la mitad de esos cupos. Pero este año solo hay una especie que cumple ese parámetro: el lenguado, con un 52% de cupo gastado. Las capturas realizadas de abadejo, bacaladilla, besugo, cigala, gallo, merluza y pixín han generado consumos de cupo inferiores al 40 por ciento del total, y eso en los mejores casos porque el pixín apenas supera el 15% de gasto de cupo y el gallo ni eso: 13%.

Los profesionales de la pesca consultados tienen variadas explicaciones para este aparente pinchazo de la actividad pesquera, pero de tener que buscar un denominador común sería la preocupante caída del consumo de pescado. "Los pescaderos lloran de desesperación porque no venden; y si no hay ventas, lógicamente, nos compran menos a los pescadores y a precios más bajos", explica un armador avilesino. "Por eso pasan cosas como el reciente vertido de sardinas a la mar en Gijón en disconformidad con el bajo precio que pagaban por ellas, o las varias veces que se ha donado pescado a entidades benéficas", explica otro empresario pesquero.

En respuesta a los bajos precios, se han llegado a tirar sardinas a la mar en Gijón y varias veces se ha donado pescado a entidades benéficas

Cuando en diciembre de 2022 se anunció la reducción del IVA a los alimentos, el pescado (que soporta un 10% de gravamen) quedó excluido. Ya fuese por quedarse fuera del paquete de alimentos beneficiados de la bajada del IVA o no, las ventas de pescado se han desplomado un 20% en lo que va de año, asegura la patronal Fedepesca.

El gasto medio al mes por persona en lo que respecta a productos pesqueros ha caído a 18 euros. Y el sector de la pesca ve esto como una discriminación hacia sus productos, y una incongruencia cuando el propio ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación recomienda consumir pescados entre dos y tres veces a la semana.

Según datos del Ministerio, el consumo de productos pesqueros se ha reducido un 15,2% entre enero y noviembre de 2022, en relación con el mismo periodo de 2021. Si se coge el consumo de pescado entre 2008 y 2021 se aprecia una caída del 20,4%. De 2021 a la actualidad ese dato ha empeorado. "Tras la pandemia se ha visto cómo la hostelería logró recuperarse, por lo que se supone que la gente consume más fuera del hogar. Pero la hostelería solo aporta un 13% del consumo de pescado", alega la patronal para llamar la atención sobre el hecho de que el verdadero problema es el menor consumo de pescado de los hogares.

Algunos armadores han desistido ya de pescar bacaladilla porque aparte de no proporcionarles rentabilidad ven "indigno" malgastar cupo para que su destino sea fabricar harina para alimentación animal.

La menor demanda de pescado hunde los precios del producto y si encima su tamaño no es el óptimo para el mercado, lo que ocurre es que se llega a pagar en las rulas el kilo de sardina a 18 céntimos; el de gallo, a 1,20 euros; o a 20 céntimos el de bacaladilla cuyo destino será la fabricación de piensos. Algunos armadores han desistido ya de pescar esta especie porque aparte de no proporcionarles rentabilidad ven "indigno" malgastar cupo para pescar toneladas de producto cuyo destino será la alimentación animal.

La única costera del año que ha permitido, mal que bien, salvar los muebles a los barcos especializados en la captura de la especie es la de bocarte, un pez estacional (su pesquería se concentra en la primavera) del que se ha gastado ya el 85 por ciento del cupo asignado obligando a cerrar la pesquería en el primer semestre del año.

La costera de xarda (caballa), también de carácter estacional, ha sido "ruinosa" para la flota de artes menores, como ya contó este periódico. Y la de bonito acaba de empezar y es una incógnita. También está en pleno apogeo la de sardina (va consumido menos del 30 por ciento del cupo), pero en el caso de Asturias, y según los pescadores, "está muy revuelta en la mar, la hay de tamaño grande mezclada con pequeña y eso le hace perder valor". Y en cuanto al chicharro (jurel), sencillamente ha sido eliminado de la ecuación porque este año Europa ha decidido vedar su pesca (solo se permite la accidental) por las señales de alarma que han dado los científicos con respecto al declive del stock.

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