Un militar peruano de 45 años era el líder de la red de "narcobuzos" en Avilés

Los acusados prepararon el desembarco en el puerto de más de 72 kilos de cocaína escondidos en un buque procedente de Perú

A la izquierda, un momento del operativo para las detenciones en Avilés. A la derecha, material incautado a los «narcobuzos» en el piso que ocupaban en Avilés. | CNP

A la izquierda, un momento del operativo para las detenciones en Avilés. A la derecha, material incautado a los «narcobuzos» en el piso que ocupaban en Avilés. | CNP / Marián Martínez

Marián Martínez

Marián Martínez

La Fiscalía ha solicitado condenas que suman medio siglo de prisión para cuatro "narcobuzos" que habían preparado el desembarco de más de 72 kilos de cocaína que habrían escondido en un buque procedente de Perú y cuyo destino era el Puerto de Avilés. Lo que no sabían es que la operación había sido descubierta por la Agencia Antidroga de Estados Unidos (DEA), que había dado la voz de alarma, lo que permitió cambiar la droga por otras sustancias inocuas y preparar la operación de captura de los narcotraficantes.

Según la calificación provisional de la Fiscalía, los cuatro acusados, de entre 33 y 45 años, integraban una red con un entramado "perfectamente organizado y jerarquizado" para introducir grandes cantidades de drogas y distribuirlas por toda España. Tres de ellos están en prisión provisional desde marzo de 2020.

El líder del grupo era, según la Fiscalía, un militar peruano de 45 años con un amplio conocimiento en operaciones subacuáticas. Su supuesta mano derecha era un albanés de 45 años que se encargaba de la logística, y los otros dos integrantes de la red eran buzos militares y los que se tendrían que encargar de recuperar la droga del buque.

El relato del Ministerio Público explica que en febrero de 2020, el grupo introdujo en la caja de mar del buque, en concreto en el lado de estribor (derecho), dos bolsas de lona, cada una con 30 paquetes de cocaína. La embarcación partía de Puerto Callao de Lima (Perú), hacía una escala en el Fondeadero de Balboa, en Panamá, y atracaría finalmente en el Puerto de Avilés.

El supuesto líder del grupo viajó en avión de Perú a París con escala en Ámsterdam, y luego llegó, no se sabe por qué medio, a Cataluña, donde se encontró con el responsable de la logística. Ambos contrataron por internet una vivienda vacacional en Avilés y dos vehículos, una furgoneta Volkswagen y un Audi A-8, además de comprar todo el equipamiento necesario para la práctica del buceo.

Con todo ya preparado, se ordenó a los otros dos procesados a viajar a España, lo que hicieron el 5 de marzo en un vuelo Lima-Madrid, donde les recogieron los otros dos implicados y se desplazaron todos juntos a Avilés a esperar la llegada del buque, que se produjo el 10 de marzo.

Mientras tanto, la Agencia Antidroga de Estados Unidos tuvo conocimiento de la carga ilegal que viajaba en el buque, y alertó a la Fiscalía Superior de Drogas de Panamá con el fin de que permitiera una operación encubierta e identificar a los "dueños" del alijo. El 15 de febrero, buzos profesionales del Servicio Nacional Aeronaval de la República de Panamá accedieron al carguero, encontraron las dos bolsas con la cocaína y las sustituyeron por otros similares pero con una sustancia inocua. Eso sí, incorporaban un dispositivo GPS para poder rastrearlas.

Tras su análisis, se confirmó que los 60 paquetes contenían 72,14 kilos de cocaína, cuyo valor en el mercado negro sería de 2.560.537 euros si se vendía por kilos. Por gramos los ingresos hubieran llegado a 4.459.694 euros.

Panamá puso los hechos en conocimiento de la Audiencia Nacional española, solicitando la entrega vigilada de quienes fueran a recoger la droga, a lo que el Fiscal Jefe de la Fiscalía Especial Antidroga dio el visto bueno el 21 de febrero, a la que vez que encomendó la operación a la Unidad de Delincuencia y Crimen Organizado (UDyCO) de la Policía Nacional.

Los agentes españoles establecieron un dispositivo de vigilancia de la vivienda que los delincuentes habían alquilado en Avilés. Y el 11 de marzo comprobaron cómo salían de ella, subían en la furgoneta y se dirigieron al entorno de la playa de San Balandrán. El líder del grupo, su mano derecha y uno de los buzos militares se quedaron allí, mientras que el conductor se marchaba en el vehículo.

El líder del grupo y el otro buzo militar se metieron en el agua a las dos de la madrugada, accedieron al barco y regresaron a la playa con las dos bolsas que contenían la supuesta droga. Ambos, junto con el que hacía labores de vigilancia, fueron detenidos. Dos horas después, los agentes se dirigieron a la vivienda en Avilés para detener al delincuente que faltaba y que conducía el A-8. Uno de los agentes, ataviado con un chaleco "de alta visibilidad", se identificó y pese a ordenar al conductor que apagara el motor y se bajar del coche, éste inició la huida, obligando al agente a tirarse al suelo. Se inició entonces una persecución en la que participaron cinco vehículos policiales. El huido llegó a circular en sentido contrario en algunos momentos hasta que llegó a la "Y" en sentido Gijón. En un momento determinado, frenó el coche y salió del vehículo con las dos bolsas, saltó la barrera de seguridad y corrió hacia el embalse de Trasona, saltando una valla metálica en la que resultó herido en una mano. Pocos metros después fue detenido.

Los cuatros "narcobuzos" serán juzgados a partir del 22 de noviembre en la Audiencia Provincial.

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