Al icónico gasómetro de Ensidesa le llega su hora: así trocean los sopleteros su "piel" de acero

La brigada de desguace despieza a buen ritmo uno de los últimos símbolos siderúrgicos de Avilés como parte del plan de derribo de Baterías

Dos obreros subidos a sendas plataformas elevadoras trocean con sopletes el revestimiento de acero del gasómetro; el fondo, el que quedará en pie. | Miki López

Dos obreros subidos a sendas plataformas elevadoras trocean con sopletes el revestimiento de acero del gasómetro; el fondo, el que quedará en pie. | Miki López / Miki López

Francisco L. Jiménez

Francisco L. Jiménez

En su día desaparecieron pasto de la piqueta y el soplete los hornos altos, las grúas portuarias conocidas popularmente como "Las Madrileñas" y uno de los tres gasómetros que llegó a haber en la extinta cabecera siderúrgica de Avilés; con el comienzo del siglo XXI, le tocó el turno a la central térmica de Ensidesa, a varias chimeneas y a las "setas" que servían como depósitos de agua; este otoño pasado, cayeron a barrenazos las chimeneas y las torres de carbón de las antiguas baterías de coque; y estos días la pieza del antiguo mosaico siderúrgico que hace mutis por el foro es el segundo de los gasómetros, el más cercano a Avilés de los dos que aún quedaban en pie.

Que el gasómetro ahora en proceso de desmantelamiento iba a desaparecer del "skyline" industrial avilesino estaba cantado y más que anunciado, pero ahora que ha llegado el momento de su desmontaje se aviva en algunas personas proclives a la conservación del patrimonio fabril la frustración por la pérdida. Queda el menos el consuelo de que se ha salvado el tercero de estos enormes depósitos cilíndricos, el que será entregado al Ayuntamiento de Avilés previa descontaminación y al que habrá de buscársele un uso público.

Como ha venido informando este diario, los técnicos descartaron la voladura controlada del gasómetro y optaron como alternativa por el desmontaje manual. Este proceso comenzó finalmente el pasado mes de noviembre con la apertura de un boquete del tamaño de apenas una puerta que permitió trabajar en el interior. Sepides, la agencia estatal que se encarga del derribo de todo el complejo de baterías de coque, ya avisó de que la obra avanzaría "poco a poco" por las necesarias cautelas en materia de seguridad.

El gasómetro alcanza los 95 metros de altura, y la previsión es que su desmantelamiento produzca hasta 1.300 toneladas de acero válido para chatarra que se reintegrará al proceso siderúrgico. De aquel primer agujero abierto en noviembre en la base de la estructura se ha pasado en estos días a ver las entrañas mismas del cilindro pues ya faltan decenas de metros cuadrados del recubrimiento que envolvía el gasómetro. Un equipo de sopleteros va cortando chapas de aproximadamente seis metros cuadrados; han empezado por abajo y van ascendiendo según despejan paños de la envolvente del cilindro.

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