Entrevista | Marco Magoa Ayudante de dirección de "La reina de la belleza de Leenane", asturiano

"Debuté con ‘Margen’, en Madrid fui a ver a Sagi y me dio un papel de figurante en el Real"

"Soy el primer artista en casa, y lo pagué caro: tuve que enfrentarme a la familia y decir que no me quedaba con la empresa de mi padre"

Marco Magoa , en la calle Palacio Valdés, en Avilés.

Marco Magoa , en la calle Palacio Valdés, en Avilés. / S. F.

Saúl Fernández

Saúl Fernández

Marco Magoa (Madrid, 1972) en realidad es gijonés. De los de toda la vida. "Nos fuimos a vivir allí cuando tenía 2 años: soy asturiano total", comenta estos días a LA NUEVA ESPAÑA. Está en Avilés como ayudante de dirección de Juan Echanove en "La reina de la belleza de Leenane", lo primero de Martin McDonagh, el director de películas como "Siete psicópatas" o "Perdidos en Brujas". "Me lo estoy pasando en grande", dice. Magoa conversa con este periódico en el Lord Byron, el bar que ha acogido a la compañía "Okapi" desde primeros de semana.

–Estudió en el antiguo ITAE.

–Con Etelvino Vázquez, con Carmen Gallo, con Jarek Bielski...

–¿Y qué tal?

–En aquella escuela, aunque no tuviéramos unas instalaciones acordes, nos enseñaron bien. Eso es lo que de verdad importaba, que hubiera buena docencia.

–La tenían, ¿no?

–Muy buena. Son cuatro años, pero en realidad estuve cinco. Por malo (Risas).

–¿Por qué le dio por la interpretación?

–Era un deseo que tenía desde jovencín, cuando vi un musical en la Laboral. Tendría yo 12 o 13 años. Pensé: "Esto es lo que yo quiero hacer". Lo tuve claro, pero recuerdo el conflicto: decir en casa que quieres ser actor...

–¿A qué se dedica su familia?

–Mi padre construía naves industriales en los setenta y ochenta.. Mi madre era ama de casa. Soy el primer artista de la familia; lo pagué caro: enfrentarte a la familia y decir que no te quedas con la empresa de tu padre.

–Teatrero.

–Y ni siquiera te haces famoso en la tele.

–Fue actor, pero ahora es director.

–Cuando terminé, tuve la suerte de que me cogiera "Margen". Debuté en 1996 en el Palacio Valdés con "El príncipe melancólico". Después cogí las maletas a Madrid.

–¿Y cómo se hace eso de ir a Madrid?

–Ahí sí que tengo que agradecer a mis padres que me ayudaran, aunque llegué con una mano delante y otra detrás, sin tener ni idea de la profesión, sin tener ni idea de nada.

–Y con la idea de ser solo actor.

–Tuve suerte: una de las primeras personas que me ayudaron fue Emilio Sagi. Fui a ver a Emilio Sagi y me recibió. Iba a hacer una ópera y me cogió de figurante de una "Carmen" en el Real. De ahí me echaron el ojo para protagonizar una "Luisa Fernanda".

–Pero usted ha dirigido en países como Sudán, Irak, Egipto...

–Estudié árabe y me fui a practicarlo. En El Cairo íbamos a hacer "Bodas de sangre". Entendían a Lorca los actores, pero parecía que la Guerra Civil les quedaba lejos. Fue la época en que cayó Mubarak. Casi me repatrían: me dieron media hora para salir. Lo curioso es que, al volver, después de llegar la calma, cambiaron de perspectiva todos los actores. No tardando mucho viajaré a Argelia. Nunca estuve.

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