Miguel Gómez Gordillo | Administrador concursal de Alu Ibérica

Gómez Gordillo, administrador concursal: "Al llegar a Alu Ibérica nos encontramos sólo con cuatro mil y pico euros en caja"

"En el momento en que los políticos entendieron lo que es un procedimiento concursal nuestra relación fluyó mejor de lo que lo hacía"

Miguel Gómez Gordillo, en su despacho.

Miguel Gómez Gordillo, en su despacho.

Saúl Fernández

Saúl Fernández

El despacho del abogado Miguel Gómez Gordillo y del economista Víctor del Valle Rodrigo, junto con el de GdP Concursal , recibieron el encargo de administrar el concurso de acreedores de la compañía Alu Ibérica de Avilés a finales del 2021. A comienzos de marzo, lograron vender las instalaciones fabriles a la compañía Windar Renovables. A instancias de LA NUEVA ESPAÑA, Gómez Gordillo hace balance de todo este desempeño en una entrevista que se desarrolla en la sala de juntas de su bufete.

–Han vendido, pero queda trabajo por hacer.

–Una vez vendido al grupo Windar el recinto fabril –una venta en globo, como se dice–, queda organizar los pagos y pagar, cosa que ya hemos empezado.

–¿Ah, sí?

–Sí. Hay que liquidar impuestos, hay que pagarlos. Luego queda la pata de los procedimientos laborales de aquellos trabajadores que por causas distintas y ajenas a la voluntad de la empresa se extinguieron y, de alguna manera, quieren reclamar indemnizaciones iguales a las que han obtenido los trabajadores que fueron al expediente de regulación de empleo. A este respecto, se están celebrando en Avilés una treintena de juicios.

–Todavía no han salido las sentencias.

–Todavía no. Luego queda el pleito de Luxemburgo, que es importante porque va a determinar qué porcentaje de los créditos ordinarios se pagan o no se pagan. Este pleito había empezado en cerca de 41 millones de dólares y ahora está en alredededor 20, que está en operación. Esto quiere decir que en segunda instancia sólo vamos a discutir por 20 millones porque Traxys Europe bajó las pretensiones. Las perspectivas son buenas de que quede en nada.

–Falta también la pieza de la responsabilidad del concurso.

–Es la pieza sexta: la calificación del concurso. Nosotros presentamos una calificación culpable del concurso y eso tiene que acabar en un juicio en el Juzgado de lo Mercantil. Está pendiente del emplazamiento de algunos de los que consideramos afectados y también del señalamiento de juicio.

–Imagino que no esperaba este lío.

–Este es un concurso muy complejo desde el inicio: una empresa intervenida por la Intervención General del Estado –por la Agencia Tributaria y la Tesorería General de la Seguridad Social– que, por orden de la Audiencia Nacional, limita a 20.000 euros la cifra máxima para hacer disposiciones. Hay un momento en que la Intervención General comunica al Juzgado que para desarrollar sus órdenes tiene facultades insuficientes. Por eso recomienda que se nombre una administración judicial. Fue Ramón Juega, que hizo un magnífico trabajo. En un momento dado, Juega también ve cómo está el tema y por eso solicita en la Audiencia Nacional autorización para presentar el concurso de acreedores. Y nos toca a nosotros.

–Y se encuentran un sindiós.

–Nos encontramos con un concurso muy complejo, como le he dicho, con la tesorería por los suelos. Nos encontramos con una empresa parada, pero con gastos recurrentes por valor de medio millón de euros al mes y tenemos en caja sólo cuatro mil y pico euros. No había dinero y tenemos una plantilla en un ERTE, eso quiere decir que tenemos que pagar la cotizaciones, nos encontramos con once trabajadores en plantilla que Ramón Juega había dejado por ser personal significativo para atender las instalaciones, aunque en estado vegetativo porque, como sabe, no tenían actividad. Luego pasamos de cuatro mil a veintitantos mil, pero, bueno, seguía siendo una cifra ridícula.

–¿Y cómo se gobierna una fábrica con ese poco dinero?

–Le explico: teníamos que pagar cerca de medio millón de euros al mes. Entre cotizaciones, salarios, proveedores básicos...

–¿Se había encontrado un caso como este en su carrera?

–No. De estas dimensiones, no. Encontrarme concursos que no tienen dinero, sí. Permanentemente.

–Le corté antes...

–Bueno. Nos encontramos con este estado de caja y tenemos que tomar decisiones; decisiones que permite la ley concursal: vender por necesidades de tesorería de la empresa, pero también teníamos que guardar la unidad productiva. Tomamos la decisión de vender activos que sean ociosos para la empresa, es decir, activos que no perjudiquen una posterior venta.

–O sea, que no van a vender cubas electrolíticas, no fuera a ser que llegara una empresa del ramo.

–Eso. ¿Qué hicimos? Vender chatarra. Organizamos ventas concurrenciales.

–Explíqueme.

–Una especie de subastas extrajudiciales llamando hasta cinco proveedores que pudiera tener Alu Ibérica y ofrecerles comprar al mejor precio esos activos ociosos de los que venimos hablando. Con eso fuimos sobreviviendo. Vendimos derechos de CO2. Poco a poco, en el mes de enero de 2022 ya empezamos a tener tesorería suficiente.

–De entonces son los despidos.

–La empresa no tiene actividad y es necesario hacer un ERE extintivo. Los trabajadores, una vez que aceptaron el procedimiento concursal y beligerantes en sus reivindicaciones, entendieron muy bien la situación. Se hizo un ERE con acuerdo.

–Costó.

–Claro. Al final hubo muchas reuniones. En sus reivindicaciones estuvieron lógicos y coherentes.

–¿Qué relación tienen con los dueños de la empresa?

–No tenemos ninguna. Nosotros somos acusación particular en el procedimiento penal, el de la Audiencia Nacional, pero no tenemos ninguna relación con ellos. La única relación que tuvimos es procesal: requerimientos a través del juzgado a Víctor Domenech, a Alexandra Camacho y, sobre todo, a Luis Losada. Han contestado con evasivas. La falta de colaboración de los propietarios con nosotros la hemos puesto de relieve en la calificación del concurso.

–La venta a Windar, ¿estuvo bien?

–La encontramos según el interés del mercado. Hubo dos candidatos prácticamente hasta el final –el grupo Chamartín y Windar–. El interés del mercado era que llegaran estos dos y que uno se haya retirado. ¿Estuvo bien? Cuando nosotros vendemos, tenemos que buscar un equilibrio entre el mantenimiento del tejido productivo y el interés de los acreedores. Este equilibrio se ha conseguido bien. ¿Aquello vale más? Seguramente, pero el interés del mercado ha sido este.

–¿Cuántas empresas se interesaron por Alu Ibérica?

–Todo el mundo sabía que se vendía Alu Ibérica. Tuvimos entrevistas con una veintena de interesados. De todos los sectores.

–¿Fue difícil su relación con los políticos?

–En el momento en que entendieron lo que es un procedimiento concursal, es decir, que nuestro interés era el interés con los acreedores, fluyó mejor.

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