La gesta de unas bodas de oro

Ante el quincuagésimo aniversario del enlace de Yolanda Fernández y Pedro Guerra, ejemplo de lealtad, solidaridad, honestidad y plenitud de vida en pareja

Fernando Alonso Treceño

Fernando Alonso Treceño

Queridos primos Yoli y Pedro:

Hace cincuenta años, tal día como hoy, 14 de enero de 1974, asistí, en compañía de mis padres a la ceremonia de vuestras nupcias, celebradas en la entrañable iglesia de Salinas, en compañía de todos vuestros seres queridos, ya fallecidos la mayoría de ellos, como es lógico suponer, cumpliendo las leyes inexorables de la vida.

Recuerdo con profunda emoción lo bien que lo pasamos y lo felices que fuimos, celebrando la comida especial, por todo lo alto, en El Cortijo, un lugar emblemático para vosotros por numerosos motivos. Tengo muy presentes las imágenes de cine que mi difunto padre, Pepe "Campiello", así firmaba sus cuadros, rodó para esa singular ocasión en ocho milímetros y en color. Cada vez que miro esas escenas familiares rebosantes de júbilo y bienestar lágrimas de emoción acuden a mi corazón agradeciendo a la existencia el disfrute de instantes plenos e irrepetibles.

Medio siglo es mucho tiempo, más del que algunos imaginan. Habéis experimentado toda suerte de vivencias y circunstancias de todo tipo, pero a pesar de los altibajos normales del mero discurrir, hay algo que debo resaltar: vuestra unión inseparable. Pocas veces he visto a un matrimonio tan unido como el vuestro, sois uña y carne, un ejemplo indiscutible a seguir, dos personas en una, siempre os habéis apoyado el uno en el otro hasta el día de hoy.

No os concibo alejados en ningún momento porque vuestra historia personal dice todo lo contrario para suerte de vuestros dos hijos, Patricia y Pedro, para mí Pedrito, a quien siempre le recuerdo siendo muy niño en la playa de Salinas cogido de la mano de mi madre para no entrar en el agua del mar.

Además de ser primos siempre mantuvimos una sólida y buena amistad, que es lo más grande, después del amor, que existe y por lo que merece la pena vivir .

A ti, Yolanda Fernández Alonso, hija de mis tíos María Teresa y Jesús, mi buen amigo, te admiro por ser una buena persona, por entregarte de lleno a la familia y por estar siempre con tu marido, sin dejarle un solo instante, sobre todo cuando su estado de salud así lo exigió, dando pruebas luminosas de verdadero amor.

A ti, Pedro Guerra, primo político y de corazón, hijo de Luis y Elena, quien fue al cielo a los 36 años, huérfano de madre a los ocho años de edad, supliendo con creces esta labor tu segunda madre, Cheluca, admiro tu capacidad de trabajo, tu entrega personal para darles a tu familia un porvenir como es debido e inculcarles unos principios morales y educativos de primera magnitud, trabajando casi desde muy joven en la consignataria Casocobos y después, al mismo tiempo, en la banca privada, donde te jubilaste como director de sucursal del BBVA.

Fueron contadas las veces en estos últimos cincuenta años que os vi por separado, como si no pudierais vivir sin estar juntos, siendo una más que valiosa excepción en una sociedad donde la prisa, el cambio y lo superficial están ganando terreno cada vez con más autoridad.

No es nada fácil celebrar esta efemérides, son contadas las personas que pueden permitirse el lujo de hacerlo y en estado de plena lucidez; podéis estar contentos, constituye una auténtica gesta de lealtad, solidaridad, honestidad y plenitud individual.

Os deseo con toda mi alma que paséis un feliz día de aniversario, que sin hablar sigáis impartiendo lecciones de amor y amistad y que gracias a seres como vosotros la familia sigue siendo, a pesar de muchos, una institución fundamental en una sociedad que aspire al progreso y la paz

Felices bodas de oro.

Que Dios os bendiga.

Os quiero.

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