MIR: la familia también se examina

La aventura de los nuevos residentes que devolverán a la sociedad el esfuerzo que esta hizo por ellos

"Ya he terminado, ven a recogerme". Es la llamada que habrán recibido el pasado sábado en Oviedo cientos de personas, padres, amigos o parejas, tras esperar cuatro largas horas a la finalización del examen MIR (Médico Interno Residente). Graduados de Medicina, Enfermería, Farmacia, Biología, Psicología, Química y Radiofísica culminaron esa tarde, con una expresión mezcla de cansancio y de liberación, más de ocho meses de intenso estudio y absoluta abstinencia de ocio.

Este año se presentaron en España más de veintiséis mil graduados para 30.068 plazas de formación en las diferentes especialidades de Ciencias de la Salud, 8.772 correspondientes a Medicina. Asturias cuenta con el más prestigioso centro de formación especializado, la Academia MIR, que, por sus magníficos resultados, año tras año reúne a más de mil doscientos alumnos que llenan residencias y pisos de alquiler para estudiantes, generando durante muchos meses toda una línea de actividad económica en la ciudad de Oviedo.

Los medios de comunicación dedican habitualmente un amplio espacio a los pormenores de la prueba; los chicos, ellos y ellas, resumen la tensión previa al examen y su liberación final, pero nunca aparecen quienes se ocupan de la trastienda, las familias, que dan su acompañamiento y apoyo permanente mientras transcurren las semanas entre clases y simulacros de examen. Cada prueba semanal lo es también para toda la familia, especialmente si el resultado no alcanza la puntuación esperada. La inquietud va creciendo hasta los últimos simulacros. El día del examen es como si se examinase toda la familia.

La aventura familiar no se termina con el examen. Quedarán aún tensos días de espera hasta la publicación de las puntuaciones y del orden para la elección de especialidad y centro de destino. La incertidumbre se prolongará hasta el mes de abril, momento en que según el orden establecido empiezan a elegir su especialidad y centro de formación como residentes. En los últimos días del mes de mayo se incorporarán en el centro seleccionado. Se habrá cumplido un año desde el inicio del curso en la academia.

Empezará así otra aventura, pero esa la harán los nuevos residentes de manera autónoma, muchos ya lejos del hogar familiar. Años después ejercerán como especialistas sanitarios y devolverán a la sociedad el esfuerzo que ésta hizo para su formación. Las familias sentirán con orgullo que aquella aventura, aquellos meses duros de academia, merecieron la pena.

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