Dicho queda que son los vecinos de Santa María de Grado y de otros pueblos los que han de tener la última palabra sobre la autopista aérea de luz eléctrica que la REE (Red Eléctrica de España) intenta tender por la ribera del Nalón y otros parajes y aldeas del concejo moscón y de Oviedo. La decisión del vecindario -con la máxima norma, la Constitución, en la mano y las normativas de la CUOTA- es la premisa que tiene que prevalecer. Resulta que ahora viendo que hay yugulares apetitosas, el alcalde Rey -rey alcalde de Grado- y el concejal del Ayuntamiento ovetense, señorito Mortera -de más que dudosa interpretación-, hacen frente común en contra del proyecto: «miran para otro lado con un silencio cómplice», glaya uno; «ésta será la madre de todas la guerras», aúlla el otro. ¿Por qué no se habrán unido antes a Pepe Sierra? Cuando estas cosas ocurren, huele a azufre político y, sobre todo, a cuerno quemado.