Berció (Grado),

Lorena VALDÉS

Los vecinos del barrio de La Vallina, en Berció (Grado), temen quedarse aislados y tener que bajar caminando a la carretera general a por el pan o las bombonas de butano. El estrecho y empinado camino de acceso a sus viviendas está lleno de socavones y los vehículos tienen que hacer auténticas virguerías para llegar a su destino, sobre todo, cuando llueve o hiela. Ante el riesgo que supone circular en coche o furgoneta por la zona alta del pueblo, los repartidores ya han avisado a sus clientes que si no se repara la vía pronto dejarán de llevarles la mercancía a la puerta de casa. Berció lucha desde hace más de año y medio por abrirse camino.

Ya es casi una rutina que José Manuel Álvarez coja su carretillo y su rastrillo en cuanto tiene un rato libre para rellenar con gravilla los baches del camino que da acceso a su casa y a las de sus vecinos. «Poco antes de las últimas elecciones municipales, el alcalde de Grado, Antonio Rey, visitó el pueblo y nos prometió que, si salía reelegido, el primer camino rural del concejo que se arreglaría sería éste, pero pasan los meses y el equipo de gobierno no se acuerda de Berció. Lo que hace unos meses era una prioridad para el Ayuntamiento, ahora ha caído en el olvido», denuncian los afectados.

Los mayores de La Vallina aseguran asimismo que «no hay bastón o muleta lo suficientemente resistente» como para dar un paseo por este barrio de Berció sin miedo a caerse. «El Gobierno de Grado con su dejadez está condenando a los ancianos a quedarse todo el día recluidos en casa. Uno de sus pocos alicientes en el pueblo es salir a dar una vuelta a media mañana o después de comer y ya ni eso pueden por temor a las consecuencias de una caída a estos años», afirman los vecinos.

El estrecho camino a La Vallina no es apto para novatos al volante. «Algún conductor veterano también se ha llevado algún susto, a más de uno le hemos tenido que sacar el coche con ayuda de un tractor», comentan los lugareños mientras rememoran el último incidente en el que el vehículo del panadero se quedó atrapado. «Los días que llueve, empiezan a patinar las ruedas del coche y esto es un auténtico peligro», sentencian.

Hartos de que la administración local no los escuche, los vecinos de Berció están dispuestos a hacer llegar su reivindicación «al Gobierno del Principado o a donde haga falta. Tras la experiencia del proyecto del colector de aguas, que dejó a esta parte del pueblo sin servicio, no vamos a consentir que otra vez vuelvan a comportarse como si no existiéramos».

Los habitantes de Berció se resisten a que, para tener pan recién hecho en la mesa todos los días, tengan que dar un viaje a Grado o Trubia.