Gaitero homenajeado en «La Pola Suena»

Pola de Siero,

Manuel NOVAL MORO

Valentín Fuente nació hace 51 años en Perabeles, un pueblo de San Martín del Rey Aurelio donde se gestó también su amor por la gaita, a la que se dedica desde hace 37. Y los últimos 18 los ha pasado en Pola de Siero, donde el jueves le harán un reconocimiento a su trayectoria en el auditorio, a las ocho de la tarde, para cerrar el ciclo «La Pola Suena».

-Cuando usted empezó con la gaita apenas había tradición. ¿Se siente parte de su recuperación?

-Me siento transmisor. Fuimos un grupo de gaiteros que transmitimos el legado que nos pasaron nuestros antepasados, que en eso consiste la tradición.

-¿Cómo le vino la afición?

-Empecé con 13 años. Creo que es algo innato, porque no hay antecedentes familiares. Antes se transmitía de padres a hijos, tanto la gaita como el tambor, pero dejó de hacerse.

-¿No fue su caso?

-Al contrario. En las fiestas de mi pueblo me despertaban la gaita y el tambor por la mañana. Entonces, salía de casa a verlos y los seguía. Me gustaba mucho y le dije a mi padre que quería aprender, pero a él no le gustó la idea. Con lo que me daban en un bar en el que ayudaba ahorré para comprar en Oviedo mi primera gaita. Después, al ver que tocaba, mi padre ya me compró una buena.

-¿Y cómo aprendió?

-Como allí no había gaitero tuve que ir a El Entrego. La comunicación no era muy buena, y si no me cuadraba ir en autobús, subía andando cuatro kilómetros o esperaba a que me llevasen los mineros.

-Para seguir adelante con esas dificultades tiene que haber mucha pasión.

-Sí. De hecho, llevo 37 años. Conocí mucha gente que empezó y lo dejó, pero yo nunca lo dejé.

-¿Tuvo que escarbar mucho para encontrar una tradición que seguir en aquellos tiempos?

-Lo cierto es que no. A diferencia de otros lugares, en el valle del Nalón la tradición no estaba perdida. Supongo que es porque había dinero y mucha folixa. De hecho, yo fui testigo. Aprendí a acompañar a los paisanos en los chigres, que se cantaba muy a menudo.

-Dicen los flamencos que las clases y las academias están bien, pero sin las fiestas hay algo que se pierde por el camino. ¿Está de acuerdo?

-Sí. Por ejemplo, en la canción asturiana, yo aprendí en los bares y en las fiestas, tocando uno y otro día. En las academias es mucho más difícil. Se aprende con partitura y está bien, pero acompañar la canción asturiana es otra historia.

-¿Cree que hay mucha tradición fomentada desde arriba, con subvenciones y apoyos públicos, y poca en la calle?

-Ése es uno de los problemas que veo hoy en día. Nosotros salimos de abajo, de la tradición oral. Volviendo a la Cuenca, también tuvimos suerte de que venía gente de toda Asturias, y se cantaba y bailaba. Eso fue una gran escuela. Pero está en decadencia. Las nuevas generaciones van a la academia, que técnicamente es mucho mejor, pero ya no sigue la tradición.

-¿En qué sentido?

-Nuestro aprendizaje era oral, seguíamos a los gaiteros y tamboriteros, y sabíamos las letras de los cantares, de qué iban y qué contaban. Ahora, los alumnos lo leen en el pentagrama y no saben qué están tocando. Y se pierde algo por el camino. Lo comprobé hace poco al pasar por delante de una boda. Había gaita y tambor y estaban tocando una marcha fúnebre. Si se pierde la referencia, lo mismo tocas una marcha fúnebre en una boda, que un intermedio de misa en la calle, que un xiringüelu en la iglesia. Se pierden la cultura y la esencia.

-¿No cree que hay cierto divorcio entre la música tradicional y el pueblo?

-Es que quizá estemos llamando tradición a algo que no lo es. La tradición es algo que se hereda y que forma parte de la identidad. Ahora se dan muchas cosas que no se transmitieron de generación en generación. Como las bandas de gaitas, que dicen que es tradicional de Asturias. Será si la gente lo adopta en el futuro, pero de momento no lo es.

-Lo van a tachar de purista.

-No tiene nada que ver. Una tradición puede adquirir nuevas expresiones sin perder la esencia. Yo defiendo la tradición, pero no estoy en contra del resto de expresiones. El problema que veo es que se está creando una confusión entre lo que es tradicional y lo que no. No soy purista, apoyo que el legado que te transmiten lo adaptes al día de hoy y lo evoluciones. Otra cosa muy diferente es hacer un corte y romper con la propia tradición y adoptar como propio lo de fuera y perder lo nuestro. El problema no es que existan las dos cosas sino que se apoye más lo de fuera que lo nuestro. Yo lo único que quiero es que la tradición no desaparezca.

-¿Cómo se toma el homenaje?

-Espero que sea porque llevo muchos años, no porque me quieran retirar. Me queda mucho todavía.