La historia de la plaza de abastos de Villaviciosa se remonta a 1905, año en el que fue inaugurada con diseño del arquitecto Juan Miguel de la Guardia. Desde entonces acoge cada miércoles el día de mercado semanal con los mejores productos de los cosecheros del concejo. Unas tierras las de Villaviciosa que como bien dice el significado del nombre, es villa fértil y abundante. Uno de los puestos de la plaza con más variedad y cantidad de productos de cosecha “de casa” es el de Mercedes Costales, “Merce”, y Mario Alvarez de Candanal, que llevan casi 40 años asistiendo semanalmente al mercáu.

“Tengo 70 años y ya desde bien guaja empecé a ir a los mercaos con mi güela Oliva. Recuerdo que me llevaba en burra entre la mercancía cuando íbamos desde Candanal al mercáu del Sur, a Gijón, donde se vendía todo”, rememora la cosechera sobre toda una vida acudiendo a mercados y ferias con productos de la huerta familiar El Ferreru, en el valle de Peón y Candanal.

Lombardas (algunas con más de 60 centímetros de altura), tomates de todas las variedades, repollos, acelgas, patatas, pepinos, remolacha, lechugas, pimientos, cebollas o calabacines, y hasta plantas aromáticas, se pueden encontrar en su puesto de la plaza de la Villa. También legumbres, frutos como nueces, castañas o toda clase de manzanas, y productos tan asturianos como la miel o la sidra siempre llaman la atención por lo impecablemente bien presentados que están.

“Hay que animar a todos, sobre todo a los más jóvenes a recuperar el placer de comprar en el mercáu como se hacía antes. En la plaza puedes encontrar de todo y cosechado en Villaviciosa, productos naturales de aldea, sanos. Y lo mejor, a buenos precios”, dice el matrimonio que integran Mario y Mercedes, que acaban de cumplir 50 años casados y que se han dedicado desde siempre a cultivar en sus huertos las materias primas más frescas, que son vendidas directamente al consumidor. Un trabajo para el que siempre han contado con la ayuda familiar de sus hijos, Mario y Dolores. “A Mario le gusta todo lo ecológico, y a ‘Loly’ los productos asturianos, pero también es la aficionada de la familia a experimentar plantando especies exóticas, habiendo conseguido que en Candanal se den feijoas, aguacates, tomates azules, y hasta patatas chinas que también traemos al mercáu”.

Una dedicación por la huerta la de Mario y Merce que ha logrado varios premios; por ejemplo, en del Festival de la huerta de Posada de Llanes, en el Concurso exposición de productos agrícolas y mundo rural de Villaviciosa, en el Certamen de la castaña de Arriondas, o en el concurso de calabazas del Jardín Botánico y en la Feria Agropec de Gijón. “Los premios se agradecen, pero para nosotros el mejor reconocimiento es la confianza y fidelidad de tantos años de los clientes”, aseguran orgullosos de su oficio

Aficionados a la huerta de “toda la vida” dicen que para ellos es un trabajo gratificante pero ahora ya muy sacrificado. “Hay que dedicarle tiempo, cariño, paciencia, y muchas horas diarias, mañana y tarde, parece que siempre está todo por hacer “. Y dicen que vivir de lo cosechado ahora no es fácil por “cómo están las cosas en los últimos años. Sobre todo con lo del virus es muy difícil, hay que compaginarlo con otra cosa”, y añaden: “Si seguimos es porque siempre hemos hecho lo mismo toda la vida y por nuestros hijos”.

Pero también reconocen que les encanta disfrutar del ambiente de un día de mercáu en la Villa. “Ver a los otros cosecheros, vendedores, amigos y amigas para charlar un rato; o saludar a los clientes es con lo que más disfrutamos”. Y dejan una reflexión: “La juventud en zonas rurales busca otros objetivos lejos del duro trabajo del campo. Pero habría que poner los medios para que trabajar una huerta tan rica y productiva como la que tenemos fuera una buena forma de vida, y de las mejores salidas para el campo asturiano”.