Langreo y El Entrego

Regulación de empleo, concurso de acreedores, proceso de liquidación... Expresiones como estas han pasado a ser frecuentes a la hora de analizar la situación actual de las empresas surgidas de la reactivación tras el ajuste minero. Sin embargo, tras los grandes números se esconden las historias personales de trabajadores de las Cuencas que se embarcaron en la aventura de sumarse a estas compañías, abandonando en algunos casos su actividad anterior ante las buenas perspectivas de las nuevas firmas ofrecían. Pocos años después, se encontraron inmersos en un Expediente de Regulación de Empleo (ERE).

Empleados de compañías como Venturo XXI, Diasa Pharma, Alas Aluminium y Vesuvius salieron a la calle y se encerraron para mantener su puesto de trabajo pero el resultado fue desigual. A pesar de los esfuerzos realizados por los trabajadores para conservar sus empleos, la cartográfica asentada en San Martín y la farmacéutica de Turón ya son historia. Por su parte, la planta aluminera de Ciaño están inmersa en un ERE y en concurso de acreedores. Sólo Vesuvius, que llegó a estar seriamente amenazada de cierre, logró remontar claramente el vuelo y revertir su situación.

La incertidumbre se ha convertido, por tanto, en compañera de viaje para las plantillas de firmas que recibieron fondos mineros con el objeto de crear o consolidar empleo y configurar un tejido económico. Estas compañías debían reemplazar el empleo perdido en el sector minero, pero no han alcanzado sus objetivos. Todo ello en un momento en el que las comarcas del Nalón y del Caudal registran 13.826 parados, un máximo histórico y 5.000 más de los existentes en el otoño de 2008, cuando la crisis comenzó a golpear a la economía española.

Otras firmas fruto de la reactivación también se han visto obligadas a llevar a cabo regulaciones, aunque por el momento han podido aguantar el tipo. La delicada situación también afecta a otras empresas hasta ahora firmemente implantadas en las Cuencas. Felguera Construcciones Mecánicas, una de las dos filiales que Duro Felguera mantiene en Langreo tras el traslado de varias de ellas, se ha visto afectado por un fuerte ajuste de personal. Los 86 despidos planteados por la empresa no se materializarán finalmente, tras las negociaciones con el comité de empresa. No obstante, el taller reducirá la plantilla de 142 a 69, tras pactarse 35 prejubilaciones, 31 traslados de operarios (de los cuales 22 ya desarrollaban su labor en otros centros de la compañía) y siete incapacidades laborales. Por contra, Felguera Melt acortó el período de vigencia del expediente de regulación de empleo temporal tras el repunte de los pedidos.

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Empleado de Alas Aluminium

Manuel Andrés García Muñiz vive su actual situación con «ansiedad» e «incertidumbre». Llevaba tres años y diez meses trabajando en Alas Aluminium, a la que llegó tras pasar por una empresa de la rama del metal. «Me arriesgué porque creía que había mejores expectativas», apunta. La empresa aluminera de Ciaño, que entró en concurso voluntario de acreedores el pasado mes y cuyos 270 trabajadores están afectados por una regulación de empleo durante cuatro meses, ofrecía «un trabajo fijo al lado de casa», en el mismo concejo en el que reside Manuel Andrés García Muñiz. Ahora, al igual que muchos otros empleados de Alas está a punto de agotar el paro. La propuesta que realizó la plantilla al administrador concursal para que aquellos trabajadores que ya no tienen prestación retornasen a la firma ha obtenido el visto bueno. Según el comité de empresa, esta medida se tomará con los que se vayan sumando, dentro de las posibilidades, porque la cifra aumentará de forma considerable en las próximas semanas debido a que los empleados acumularán el ERE actual a los dos anteriores.

García no quiere marcharse de su tierra pero «la situación laboral está mal». «Esperemos que llegue alguna empresa y se retome la actividad en la fábrica», indicó para añadir que son muchos los que están buscando trabajo mientras esperan acontecimientos.

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Ex trabajadora de Venturo XXI

Vanesa Pérez Piñeiro fue de las primeras en entrar a trabajar en Venturo XXI. «Era la empleada número 20 e impartí los primeros cursillos, hace cinco años», relata. Junto a su novio, Roberto Vallina, formaba parte de una de las seis parejas que trabajaban en la empresa cartográfica asentada en la Güeria de Carrocera.

La comunicación del expediente de regulación de empleo para 67 de los 73 trabajadores de la compañía, que entraba posteriormente en fase de liquidación, llegó cuando la pareja ya había hecho planes de boda. Hacía tiempo que esperaban que el 14 de mayo que cayese en sábado, dado que fue cuando iniciaron su relación, para pasar por el altar, una cita que sigue en pie. Pérez, que reside en Oviedo, confiesa que ahora está «agobiada». Hasta ahora ha realizado varios cursos pero ya terminó hace tres semanas. «Necesito empezar a trabajar», confiesa.

Desde julio recibe la prestación por desempleo. Ahora, señala la ex trabajadora de Venturo XXI, «es un momento complicado para buscar trabajo» y «hasta para entrar en un curso es difícil». Vanesa Pérez se acuerda de aquellos compañeros a los que les queda poco tiempo para agotar el paro y del consejero de Industria, Graciano Torre: «Dijo que confiáramos en él, que había tres o cuatro empresas y el plan B, pero ahora no nos quiere recibir».

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Trabajador de Vesuvius

Vesuvius sigue adelante. Tras estar amenazada de cierre a mediados de 2009, la dirección congeló el ERE temporal y la actividad se mantiene. Se produjo un repunte en la carga de trabajo e incluso se contrataron a una veintena de trabajadores eventuales. Antes, los trabajadores de la factoría de Riaño se habían echado a la calle. Desde la experiencia de esta plantilla, el portavoz del comité de empresa de Vesuvius, Juan Manuel Suárez Baragaño, aconseja a los trabajadores de Venturo XXI y Alas Aluminium que «sigan luchando por sus puestos de trabajo».

«Nosotros fuimos superando la situación», señaló. Suárez afirmó que esta situación por la que pasan las dos empresas «crea mucha incertidumbre y preocupación». Vesuvius, que tiene ahora ochenta trabajadores, se asentó en la comarca antes que Alas y Venturo XXI. Fue en 1989 cuando empezó a funcionar la planta que, destacó el portavoz del comité de empresa, «se amplió a finales del pasado año».