Langreo / Mieres, L. M. D.

Langreo y sobre todo Mieres, salen mal paradas cuando se compara su aprovechamiento de los fondos mineros con el llevado a cabo en otras ciudades mineras del estado, como Puertollano y por encima de todas, Ponferrada. En todo caso, estos cuatro núcleos «se han subordinado» a «promotores inmobiliarios, a la aceptación social del amiguismo y el clientelismo político, que guían el desarrollo de muchas ciudades según intereses particulares, a golpe de recalificaciones, grandes obras e intervenciones tantas veces innecesarias».

Estas son algunas de las conclusiones del estudio «Langreo, Mieres, Ponferrada, Puertollano: Cambios funcionales y morfológicos en ciudades minero industriales», publicado en la revista electrónica de geografía y ciencias sociales «Scripta Nova» y elaborado por Sergio Tomé Fernández, profesor del departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo.

El informe analiza distintos aspectos de las cuatro ciudades, desde sus paralelismos y diferencias en el plano «físico» (situación, orografía, demografía) a su economía y urbanismo.

l Paralelismos y diferencias. Las cuatro ciudades tienen tamaños relativamente comparables, entre los 45.000 y 68.000 habitantes en 2009 en sus términos municipales. En todas ellas «pesan las barriadas, las centrales termoeléctricas y grandes factorías con fuerte afección industrial». En los últimos 20 años todas han mejorado sus infraestructuras y equipamientos, y han sufrido «un sobredesarrollo de la construcción que no facilita el paso hacia un urbanismo verdaderamente transformador, sino la asimilación pasiva de modelos orientados a la imagen y las grandes obras».

En cuanto a las diferencias, el medio físico en el que están enclavadas «tienden a establecer desemejanzas crecientes en el comportamiento actual y las perspectivas de futuro de las cuatro ciudades». Así, «los estrechos valles asturianos del Caudal y del Nalón están en desventaja» frente a «la amplia depresión del Bierzo o el puerto llano de Ciudad Real». Esta orografía hace, en los dos primeros casos, muy difícil la tarea de habilitar suelo para la instalación de nuevas actividades económicas, algo que es relativamente sencillo en las otras dos ciudades analizadas en el estudio. La posición geográfica respecto a las otras ciudades de la región también influye en la radiografía realizada por Tomé.

El informe pide criterios «más selectivos» en las ayudas para «ahuyentar a los cazasubvenciones»

Ponferrada, distante de León 113 kilómetros, tiene un gran área de influencia y ejerce como capital de un gran territorio y de una zona de 140.000 habitantes. Langreo y Mieres son cabeceras comarcales muy cercanas entre sí (13,5 kilómetros) y forman parte de un área metropolitana del centro de Asturias «como elementos subordinados al binomio Oviedo-Gijón». Puertollano, rival histórico de Ciudad Real, está ahora «integrada funcionalmente y eclipsada por ella, aunque ambas dependen por completo de Madrid».

l Los motores de vida. Con la desmantelación de las minas, las cuatro ciudades han acabado por ir perdiendo progresivamente su tejido industrial. A través de los fondos mineros se ha intentado generar nuevo suelo industrial, pero el territorio lo hace especialmente difícil en Mieres y Langreo, y relativamente fácil en Ponferrada y Puertollano. Estas dos últimas tienen a su alrededor polígonos que suman 550 y 300 hectáreas de terreno, mientras que en Langreo son 70 más 42 proyectadas y en Mieres 70 y 47 previstas. Según el estudio, «los instrumentos arbitrados para captar inversiones han conseguido introducir mayor diversidad en la economía y el empleo, sin llegar a perfilar un nuevo modelo industrial mínimamente estable».

Sobre el esfuerzo inversor para atraer empresas, «en un primer análisis provisional hay que insistir en el reconocimiento de algunos desaciertos evidentes, como la concesión a veces indiscriminada de ayudas, sin aplicar criterios más selectivos para ahuyentar a las empresas cazasubvenciones cuya intención es terminar trasladándose». El informe, eso sí, no carga con toda esta culpa a las instituciones. «No cabe empero atribuir toda la responsabilidad a la administración por no fomentar suficientemente el I+D+i, sino la falta de una clase empresarial con criterios más elevados que los del neoliberalismo extremo y el mínimo esfuerzo». El resultado es así «un panorama donde las empresas carecen de arraigo territorial, son provisionales y sus contingentes laborales fluctúan exageradamente entre los momentos de alta y baja actividad» debido a los continuos expedientes de regulación de empleo temporal que se presentan.

l Transformación urbana. En Asturias y León se sigue el «modelo Oviedo», que transforma «la epidermis urbana al pintar las casas, peatonalizar calles y adornarlas con mobiliario». Esto favorece el «redescubrimiento ciudadano» de algunas partes de las ciudades. El núcleo de Puertollano, en cuanto a conservación del casco histórico y del patrimonio industrial, es el peor parado de los cuatro casos analizados. En Langreo se han conservado numerosos elementos arquitectónicos y del patrimonio industrial, que eso sí, se encuentran desperdigados en zonas con construcciones de nueva planta que «dan un aspecto heterogéneo y desordenado» a algunos barrios. En Mieres el esfuerzo por conservar este patrimonio también ha sido alto, pero con resultados algo inferiores. El informe elogia, eso sí, que se hayan «dignificado unos asentamientos (las barriadas) que en muchos casos venían causando rechazo, y era abandonados en cuanto el poder de compra lo permitía. Ahora pasan a ser percibidos más positivamente y entre sus atributos están su mejor situación al crecer la ciudad y la edificación abierta, con abundancia de espacios públicos».

Respecto a las nuevas promociones de vivienda, el informe afirma que «la carestía continúa alimentando una sangría demográfica cuyo peor lado es la partida de los jóvenes». Los precios son «desproporcionados con el producto que ofrecen y la localidad en la que se encuentran, sin que sirva como justificación la mayor baratura respecto a ciudades cercanas». El estudio analiza además los cambios ambientales vividos en las cuatro ciudades, en general a mejor en los últimos años, aunque teniendo en cuenta que todas ellas partían desde «situaciones desfavorables herencia del pasado». En Langreo y Puertollano las fuentes contaminantes siguen estando en el propio núcleo urbano (centrales térmicas, industrias), mientras que estos elementos contaminantes en Mieres y Ponferrada están en el exterior de los núcleos habitados.

El modelo de transporte en todas ellas es el mismo: el vehículo privado. El informe incide en que ninguno de los municipios favorece lo suficiente el uso de la bicicleta en los cascos urbanos, cuando todas ellas tienen un terreno que puede favorecer su utilización.

l Conclusiones. El estudio afirma que «las variables demográficas y laborales resultan algo más favorables, hasta ahora, en Ponferrada y Puertollano». Las ciudades asturianas «son regresivas, padecen en mayor grado el efecto de la emigración y el envejecimiento, aunque sus realidades son disímiles». De esta forma, Mieres, «a la sombra de Oviedo», es el municipio de la región que más población pierde, mientras que Langreo se ha estabilizado en 45.000 habitantes «a consecuencia de tener unas bases de actividad algo más amplias». Ambas poblaciones tienen sobre sí, además, un «panorama que se ensombrece aún más por los datos del desempleo».

«Una valoración justa», concluye el informe, «debe admitir el ingente esfuerzo inversor, los avances incotrovertibles que alejan a las cuencas del tiempo en que estaban dominadas por la promiscuidad de usos, la degradación ambiental, la falta de equipamientos y servicios». Un punto y aparte merece «la ficción de crecimiento» generada por «las prejubilaciones». Según el estudio, las prejubilaciones «estimularon el consumo (coches, pisos) sin exigir nada a cambio por parte de sus beneficiarios, cuyo tren de vida los convirtió en una casta respecto a los demás asalariados». Así, las pagas «tuvieron el efecto indeseable de fortalecer la construcción en vez de una economía productiva, y no impidieron que muchos emigrasen tanto en Asturias como en León». Además, «el precio de la vivienda ha quedado aún más descompensado con el poder de compra de la mayoría», algo que se combate promocionando la vivienda pública, «que tampoco hallará demandantes si no se estabilizan las nuevas industrias, atraídas con dificultad pese a los incentivos. En un mundo global las grandes multinacionales favorecen a las grandes metrópolis. De no mediar mecanismos correctores con alcance estructural, el porvenir de estas pequeñas ciudades como centros de servicios resulta bastante incierto».

El informe llama también a «rectificar el modelo actual» de urbanismo, y alerta contra «la subordinación de los Ayuntamientos a promotores inmobiliarios, la aceptación social del amiguismo y el clientelismo político» que «guían el desarrollo de muchas ciudades según intereses particulares, a golpe de recalificación de suelo, grandes obras e intervenciones tantas veces innecesarias», tal y como argumenta el informe.