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El langreano que amplió el canal

Bernardo González dirigió la obra de las nuevas esclusas de Panamá, un proyecto que "recuerda a los del Egipto de los faraones"

De arriba abajo, el primer barco que cruzó el canal de Panamá tras la ampliación; Bernardo González, con el Rey Juan Carlos en la inauguración, y la obra realizada. "CASA DEL REY" / FOTOS CEDIDAS POR BERNARDO GONZÁLEZ

El hormigón de las esclusas construidas para ampliar el Canal de Panamá (4,5 millones de metros cúbicos) equivale a 2,2 veces el volumen de la pirámide de Keops. Y el acero de refuerzo instalado dentro de ese hormigón son 22 torres Eiffel. Estos son algunos de los datos que resalta el ingeniero felguerino Bernardo González, que dirigió la obra de ingeniería de mayor envergadura de este siglo, unos trabajos que requirieron un "esfuerzo gigantesco", aseguró.

El canal de Panamá, el paso entre el océano Atlántico y el Pacífico a través del continente, fue abierto en 1914 para evitar el rodeo por el Sur para alcanzar el otro lado de América. Un siglo después se inauguró la ampliación en la que tuvo un papel destacado Bernardo González, que tras la inauguración, que se celebró el pasado 26 de junio, se desplazó unos días a su concejo natal. "Es el reto más difícil e importante al que me he enfrentado a lo largo de mi vida", remarcó el ingeniero de Caminos, Canales y Puertos langreano. Las dieciséis compuertas instaladas en la ampliación del canal para salvar el desnivel entre los dos océanos tienen una longitud de 55 metros, "como un edificio de 18 plantas" y su presupuesto, de 500 millones de euros, equivale, según González, "al del submarino más moderno en fabricación de la Armada Española, el S-81 Isaac Peral".

El coste final de la obra en su conjunto es bastante más elevado. Ascendió a 5.500 millones de dólares, ejecutando "al menos durante dos años trabajos por un importe mensual de 140 millones de dólares". Este es, aseguró Bernardo González, un "un presupuesto realmente extraordinario y muy difícil de manejar". En cuanto al número de trabajadores que participaron en esta megaobra "durante una punta continuada de tres años había una media de 10.000 personas, de 27 nacionalidades distintas". También se realizaron "subcontratas y suministros desde numerosos países (Estados Unidos, España, Italia, Corea del Sur, China, Holanda y Bélgica, entre otros).

Esta obra, manifestó el ingeniero felguerino, "recuerda a las obras ejecutadas en el Egipto de los faraones". La ampliación del canal de Panamá permitirá "el crecimiento del tráfico marítimo mundial de una forma extraordinaria". El paso de los buques post-panamax (los que podrán pasar ahora tras la construcción de las nuevas esclusas, que pueden transportar 13.500 contenedores) "triplica la capacidad de paso de carga en el mismo tiempo", apuntó. Esta actuación "supone la consecución de un sueño y, por otra parte, el cumplimiento de un reto para un país pequeño como es Panamá".

González estuvo al frente de esta actuación emblemática que fue ejecutada por el consorcio Grupo Unidos por el Canal (Gupc), liderado por la española Sacyr, junto con la italiana Impregilo, la belga Jan de Nul y la panameña Cusa. Unos trabajos a los que llegó a dedicar durante los cinco años en los que fue el máximo responsable "un promedio de 14 horas diarias de lunes a sábado". "Solamente se descansaba los domingos aunque la verdad es que muchos también me tocó trabajar", resaltó. Fue una etapa en la que Bernardo González tuvo que estar alejado de su familia, ya que reside en Chile.

Pero al ver pasar el primer barco por la zona ampliada sintió, dijo, "una satisfacción extraordinaria" y se acordó de su padre, Eduardo, y de su madre, Ángeles, "sabiendo que todo lo que estaba pasando era gracias a sus ideas sobre qué carrera estudiar". "Fue elección de mis padres estudiar esta carrera" que con el paso de los años le permitió dirigir la obra de ingeniería más emblemática de lo que va de siglo. Bernardo González, en cambio, se decantaba por "estudios que tuviesen relación con la naturaleza" aunque sus progenitores, aseguró, "fueron más prácticos y me orientaron a la carrera de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos". También tuvo un recuerdo, cuando el primer barco, de nacionalidad china, pasó por las esclusas, para Fray Avelino, "el profesor que más influyó en mi trayectoria", subrayó.

En el camino que concluyó el pasado 26 de junio con la inauguración de la ampliación del canal de Panamá surgieron múltiples dificultades. Las técnicas, señaló el ingeniero felguerino, fueron "las menos difíciles de resolver". "La gestión financiera y la del consorcio compuesto por cuatro empresas de cuatro nacionalidades distintas fueron bastante más complejas", según González, que no halló dificultades en la dirección de una plantilla de 10.000 empleados. De hecho desde joven se puso al frente de grupos de trabajadores grandes. Con sólo 28 años fue jefe de obra en Venezuela con 2.000 personas a su cargo y más adelante dirigiría un proyecto en Chile con 9.000 empleados.

Durante la ejecución del proyecto hubo varias huelgas de trabajadores pero, comentó, "no tuvieron gran incidencia en la marcha del mismo". Además, añadió el ingeniero felguerino, "mis orígenes humildes, de padres trabajadores, me permitieron un acercamiento y afinidad con los trabajadores". Las mayores dificultades son las derivadas de los sobrecostes financieros por múltiples motivos que motivó la presentación de reclamaciones ante la Autoridad del Canal de Panamá por parte del consorcio constructor. De los cinco años en los que Bernardo González trabajó en el proyecto, dos ejerció como director de la zona del Atlántico y tres como director general de la ampliación del tercer juego de esclusas, periodo durante el que se ejecutó el 80% de la obra. Ahora, ejerce el cargo de director de gestión contractual para Latinoamérica en Sacyr.

El ingeniero felguerino se fue de España a los 27 buscando, confiesa, "nuevos retos y aventuras, tratando de armonizar mi trabajo como ingeniero con el disfrute de la naturaleza en mis momentos de ocio". Desde entonces ha trabajado en nueve países de América, Europa y África. Y aunque el tiempo vivido fuera de España (36 años) supera al vivido en la patria natal (27) "Asturias ocupa una parte muy importante dentro de mí", resaltó. También Colombia, que es el país natal de su esposa, Mónica, y de su hijo, Eduardo, y donde la familia tiene su "pequeño refugio". El otro es Langreo.

Cada año intenta pasar unos diez días en Asturias, coincidiendo con las fiestas de San Pedro de La Felguera, de las que tiene muy buenos recuerdos de su etapa juvenil. También suele bajar el río Sella en un K-2 con Juan Manuel Feliz, presidente de la organización del Descenso, al que conoció en 1984. Estos últimos años ha cogido el relevo su hijo, que pretende participar más adelante en el Descenso. González destaca que la parte negativa de "tanto ir y venir es que al final se van perdiendo los recuerdos y con ellos las raíces" aunque "también vives muchas experiencias que te enriquecen".

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