El fallido monumento a Teodoro Cuesta

La estrecha vinculación de Mieres con su poeta más reconocido e ilustre

El fallido monumento a Teodoro Cuesta

El fallido monumento a Teodoro Cuesta / Adrián Vega

Adrián Vega

Adrián Vega

Desde hace más de 90 años, el monumento a Teodoro Cuesta se muestra a los mierenses. La figura sedente y en actitud de escribir del bardo astur parece atisbar el horizonte y no puede evitar revelar en su rostro una felicidad mayúscula, como si volviera a repetir aquello de "Asturies de mio amor, xoya brillante, por munchu bien que cante el más tienru mortal faráte agraviu".

Como es sabido, el autor de dicho monumento fue Arturo Sordo, quien era un arquitecto y escultor de carácter tímido a pesar de que había cursado estudios en las prestigiosas Escuelas de Bellas Artes de Oviedo, Madrid y Roma. A él se le debe que se hubiera lanzado en la ardua empresa de honrar al poeta tras manifestar lo siguiente en la prensa regional: "Yo, que he conocido a Cuesta y que soy un constante lector y admirador de sus poesías, creo firmemente que es el vate asturiano que más hondamente ha conmovido el alma regional". Aclarando que quizás no se trataba del más técnico, pero sí del más emotivo, a la par que aseguraba que había realizado la obra con mucho cariño.

Formado en la prestigiosa Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de la capital, tras haber logrado ser pensionado por oposición y mérito por la Diputación de Oviedo junto al pintor sierense José Prado Norniella, coincidiría en dicha academia con los discípulos predilectos de Sorolla, Eduardo Chicharro y Manuel Benedito. Por contra, nuestro personaje de hoy despertaría la admiración de Federico Madrazo, quien fue un renombrado pintor de cámara de Isabel II y que por aquel entonces ocupaba el cargo de director de dicha institución. Sobre Sordo llegó a apuntar en Roma ante diversas personalidades que "este spagnoleto es un artista formidable".

Otro de sus admiradores sería Cipriano Folgueras, uno de los mejores escultores de la historia de Asturias, cuya obra capital probablemente sea la estatua del arzobispo Valdés Salas en el claustro de la Universidad de Oviedo y que admiraba un busto suyo de Fruela I, el conocido Rey de Asturias y nieto de Pelayo, que Arturo Sordo le había regalado a la Corporación Provincial durante su etapa de becado en Madrid, la cual fue desde 1893 a 1896, obteniendo diversos diplomas. Su último escalón formativo sería en Roma al año siguiente. Para que viajase a la denominada "ciudad eterna" le habían brindado doscientas pesetas para el viaje y durante los tres años que duró su beca recibiría unas 6.000 liras.

Su nieto, el pintor abstracto Fernando Sordo, me comenta que en su retorno a España, se trasladaría a Madrid cuando una empresa de Oviedo ganó el concurso para hacer el cementerio de la Almudena junto a su amigo, el arquitecto Francisco García Nava -con quien haría también la iglesia de la Buena Dicha. En la capital montaría un modesto estudio en la Calle del Nuncio y uno posterior en la Calle de los Mancebos en Madrid, que sería parada obligada para los diputados asturianos a los que también retrataría para el Congreso. En el primero de ellos, nacería su obra dedicada a Teodoro Cuesta y también un proyecto anterior, totalmente desconocido en el concejo, al cual he podido tener acceso tras encontrarme con una vieja fotografía de la maqueta, la cual pretendía tener un formato de fuente monumental.

Para interpretar dicha obra, he solicitado a mi amigo, el magnífico escultor e historiador del arte local, pero de renombre internacional, José Manuel Félix Magdalena, que me ayudase a desentrañar dicho proyecto fallido. Una de las primeras cosas que me advierte este talentoso artista, es que la pretensión de llevar a cabo dicha obra al tamaño monumental pudo haberla lastrado, ya que además de que su modelado en barro hubiera sido muy complicado, la operación hubiera tenido un coste altísimo, por lo que quizás por ese motivo este proyecto fuera declinado por la Comisión encargada de ello.

El escultor aprecia en la maqueta que ilustra este artículo, que dicho conjunto escultórico se encaja dentro del eclecticismo, el cual fue un estilo que mezclaba varias fuentes y corrientes. De igual modo, explica que las figuras han sido modeladas en un realismo costumbrista, un movimiento que impuso una mayor voluntad de perfeccionamiento en la captación del detalle, describiendo objetivamente las costumbres, actitudes y modos de desarrollo de una región, siendo la figura del joven que conduce una pareja de vacas un ejemplo de ello. Lo hace junto a un carro del país, un elemento muy representativo de nuestra tierra y muy utilizado por Teodoro Cuesta, ya que por ejemplo se menciona en "Asturias y Andalucía" su particular batalla de gallos contra Diego Terreros, aunque no sería la única ocasión en que hiciera referencia a ello, según he consultado en mi propia biblioteca.

También me aclara que la parte central viene ocupada por una figura femenina con alas con los brazos extendidos hacia adelante y que parece que sostiene algo, siendo muy posible que se tratase de una Niké o diosa de la Victoria que porta y ofrece una palma y un ramo o una guirnalda de laurel destinada a coronar al homenajeado, por lo que dicho elemento se repite en el monumento que el poeta tiene actualmente en la Pasera. Incide en que esta figura, tanto en su aspecto, ropaje, movimiento y posición sobre el carro, recuerda claramente a otras estatuas de Victorias, entre ellas la conocida estatua helenística Victoria alada de Samotracia que se conserva en el museo del Louvre.

Seguidamente, justo debajo del busto, rodeando lo que parece una columna, se encuentran tres o quizás cuatro figuras femeninas, vestidas como mujeres de su época, que están como danzando y una de ellas que mira hacia arriba, al busto de Teodoro Cuesta. A juicio de nuestro historiador del arte, "como parece que están unidas por sus manos, puede deducirse que el escultor pensaba al modelarlas en las Tres Gracias". Se llamaban Eufrósine, Aglaya y Talia, las cuales eran respectivamente las diosas del júbilo, la belleza y la abundancia y como por lo general se las caracterizaba danzando, podía ser también un guiño a su poema de "La Danza".

Nuestro experto identifica a Cupido en la figura del niño, que como en todas las representaciones tiene alas y en este caso va sentado mirando hacia atrás, portando en sus manos un libro. Por lo que he podido comprobar en la obra del poeta, este hizo referencia en uno de sus poemas a Cupido como el "ciegu diosín" que clavó una flecha en su pecho e hizo conociera el amor y según he indagado. Dichos versos vienen a continuación de otros donde el poeta citaba la musa peregrina en la que se inspiró y que ya hemos comentado, siendo muy inspirador para Sordo, quien acabaría sus días en Avilés en la época de la guerra civil junto a sus hermanas, sumido en una profunda depresión por la pérdida de su esposa.

En su opinión, la cual parece que también fue compartida por la Comisión encargada de aprobar dicho proyecto, no resulta comparable este proyecto, cuya imagen es aparentemente aldeana y sin unidad o armonía compositiva, con el precioso y elegante monumento que conocemos, que, por cierto, coincido con él en que ha venido siendo muy maltratado. Por ello, desde este espacio queremos pedirle al Ayuntamiento de Mieres que restaure dicho monumento, ya que con sus reubicaciones ha perdido la altura con la que contaba en el momento de su inauguración, estando a día de hoy lleno de pintadas. Fue repintado con purpurina de bronce, toda una redundancia innecesaria. Así que espero y confío en que nuestros dirigentes se interesen por ella, tal y como hicieron con la escultura que el Marqués de Comillas tiene en Bustiello, a pesar de que su personalidad sea a día de hoy mucho más discutida que la de nuestro poeta, cuya escultura es un testimonio precioso del cariño que los mierenses tenemos por nuestro poeta y donde este parece que sigue hablándonos a todos los que somos sus paisanos.

Suscríbete para seguir leyendo