La apoteosis de Teodoro Cuesta: la gestación del monumento que Mieres dedicó a su más reconocido poeta

Crónica de la gestación y desarrollo del monumento dedicado en Mieres al poeta asturiano

Dibujos de Teodoro Cuesta junto al boceto del monumento.

Dibujos de Teodoro Cuesta junto al boceto del monumento.

Adrián Vega

Adrián Vega

La propuesta original de erigir un monumento a Teodoro Cuesta data de casi dos meses después de su muerte, en febrero de 1895. En aquel entonces, varios asturianos residentes en Barcelona enviaron una carta al "Correo de España", declarándose "acreedores de una deuda de gratitud a su buena memoria" y proponiendo levantar un monumento tan grandioso como su inspiración. Esta opinión fue compartida meses más tarde por el rector de la Universidad de Oviedo, Fermín Canella. Es probable que las manos del escultor ovetense, Cipriano Folgueras, fueran las primeras en moldear su figura, creando un sencillo medallón en su honor, junto a un grabado suyo hecho a buril que tenía la Universidad de Oviedo de autor desconocido y que pereció durante la revolución del 34. A pesar de ello, la idea persistía en la mente de los lectores.

Tres años después, el semanario "El Mierense" retomó la idea de dedicarle una escultura al poeta, calificándolo como una gloria asturiana. Esta fue la primera ocasión en la que se propuso que su villa natal albergara dicha obra, instando al Ayuntamiento a costearla íntegramente y de manera urgente. Aunque la propuesta fue bien acogida por el pueblo mierense, el elevado coste hizo que la corporación optara por colocar una modesta placa de mármol en su casa natal en julio de 1913.

Un tiempo después, específicamente en 1919, durante una sesión plenaria del Ayuntamiento de Mieres el 1 de octubre, se discutió una comunicación recibida en los meses previos del arquitecto y escultor ovetense, Arturo Sordo. Él propuso que el consistorio promoviera la creación de un monumento al celebrado poeta. Aunque estaban de acuerdo con la proposición, la corporación decidió no centrarse en ese asunto y, en su lugar, organizó una Comisión integrada por "personas prestigiosas", entre las que se destacaban Manuel Llaneza y Ramón González Peña.

A pesar del entusiasmo inicial mostrado por la ciudadanía y la respuesta positiva del Ayuntamiento, no fue hasta 1926 que el proyecto comenzó a tomar forma. En ese año se presentó el primer borrador, que ya hemos mencionado en páginas anteriores, de un monumento de piedra caliza y mármol con la intención de ser una fuente monumental. Sin embargo, este diseño no satisfizo a la comisión organizadora, por lo que se trabajó en otro proyecto que se presentó en febrero del año siguiente.

Finalmente, en una sesión plenaria el 27 de abril de 1927, el Ayuntamiento, en consonancia con la comisión a favor del monumento, dio un impulso significativo al proyecto al destinar la considerable suma de 50.000 pesetas de la época. A pesar de eso, la contribución popular no fue muy destacada, ya que las aportaciones de otros ayuntamientos no fueron generosas. Solo se obtuvo la escasa cantidad de 500 pesetas provenientes de los ayuntamientos de San Martín del Rey Aurelio, Muros de Nalón, Riosa, Noreña, Cudillero y Nava. Inicialmente, el proyecto estaba presupuestado en 75.000 pesetas, pero finalmente ascendió a 100.000 pesetas. A pesar de los desafíos y problemas que surgieron en el proceso, Mieres logró alcanzar su objetivo y la escultura fue erigida en 1932 frente al Ayuntamiento, enmarcada por el mirador de El Fuerte.

Como ustedes habrán apreciado, la obra es una composición que recuerda a "La apoteosis de Homero" de Ingres, con un Homero entronizado, en la que se nos muestra la estatua sedente del bardo astur en una suerte de trono de roca, mientras tiene actitud de escribir a la vez que porta un libro. Cubierto parcialmente por una elegante capa, su expresión denota cierta alegría, como si hubiera alcanzado una cumbre durante sus travesías por los campos asturianos, admirando y asombrándose ante un panorama espléndido. Esta imagen está enmarcada por dos columnas con capiteles asimétricos que recuerdan la forma de un arpa, quizás en un guiño a su actividad musical.

En la parte posterior del monumento, se encuentra lo que pretende ser la representación de la musa de la poesía, según el autor. Se trata de una ninfa con alas de mariposa que teje una guirnalda de flores. Esta figura ya había sido expuesta al público durante la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla, donde despertó la admiración de la prensa y los asistentes, lo que le valió una medalla de plata junto con las demás obras del autor, según las crónicas de la época. Esta pieza fue considerada vanguardista en el pabellón asturiano, que en aquel entonces carecía de modernidad. El artista tenía la idea de realizarla en bronce dorado al fuego, una técnica que haría que las figuras parecieran de oro puro.

La obra, idéntica a la que se encuentra en el grupo escultórico actual, fue inspirada, según relató el autor, en unos versos del poema "Recuerdos y Conseyos" dedicados a los socios del Ateneo de Gijón. En ellos, se plantea la siguiente pregunta: "¿Nun ye l’alma la musa pelegrina, llámpara que ilumina al mortal, nesti valle d’amargura?" Es importante destacar que en ningún momento se especifica si se trata de Calíope o Erato, ambas musas de la poesía, a pesar del título y de lo que se ha sostenido tradicionalmente en muchas reseñas sobre esta escultura. Además, cabe mencionar que las musas no tienen alas. Lo más probable es que sea una reproducción de la Victoria alada del cuadro mencionado anteriormente, que según parece, se inspiró en las obras de Rafael Sanzio.

En la parte inferior del frontis, a izquierda y derecha del fuste, se encuentran en relieve las figuras de Xuana y Perico, ambos protagonistas de "La Danza", una obra fundamental de Teodoro Cuesta y según el boceto, se llegó a barajar que debajo de ellos se incluyeran algunos versos del mismo. En el conjunto escultórico, Perico aparece con un gesto similar al que se muestra en el "Ugolino" de Carpeaux o en el célebre "El pensador" de Auguste Rodin, como si ya sintiera el peso de la prisión ala que será conducido tras golpear en la sien, con una vara que aún sostiene desconfiadamente, al temido Xuanón del barrio de La Caleya en la Rebollada, causándole la muerte de inmediato.

Es importante aclarar al lector que la agresión de Perico ocurrió después de que Xuanón lo provocara al agarrarlo del chaleco de cien picos y decirle que no merecía a la deseada Xuana. Con esto, Xuanón intentaba expulsarlo de la rueda formada alrededor de la danza y también alejarlo del corazón de esa hermosa dama, quien está condenada en la escultura a llorar eternamente por su prometido, al igual que Sísifo carga con su pesada piedra. La cual consiste en escuchar una y otra vez la algarabía con la que los jóvenes bailan en el friso del monumento, realizado en piedra caliza por un hábil cantero, empleando acertadamente la isocefalia, un recurso propio del arte egipcio admirado por el autor. En este friso se muestran los personajes representados con el mismo estatus, tal como ocurre en cada corrillo de danzantes. Considerada como una de sus mejores obras, literariamente es un poema preciso, hermoso, sobrio y brillante, donde los personajes parecen haber sido extraídos de una quintana asturiana. Según cuentan, adquirió tal popularidad que se transmitió oralmente entre generaciones. El mismísimo Clarín dijo que era "un verdadero primor de inspiración y naturalidad, el asunto, la forma, todo en ella puramente asturiano". Además, elogió los retratos descritos por el autor, cuyos personajes fueron posteriormente modelados por el hábil escultor Arturo Sordo.

En diciembre del año pasado tuve la oportunidad de publicar un artículo en las páginas de este diario que trataba sobre el primer proyecto de escultura presentado por el artista, una maqueta que fue rechazada por la Comisión correspondiente en aquel entonces. Aunque el enfoque del texto no estaba centrado en el monumento actual, sentí igualmente la necesidad de concluirlo haciendo un llamado al Ayuntamiento de Mieres para que se llevara a cabo la restauración de forma inmediata, puesto que me preocupaba que esta importante acción ni siquiera se estuviera contemplando. Pocos días después, se amplió la noticia y tuve la inmensa alegría de visitar el precioso conjunto escultórico junto a Fernando Sordo (nieto del escultor) y un conservador restaurador, confirmando ambos que el estado de salud del monumento no era el mejor.

Felizmente, una empresa gijonesa llevó a cabo la restauración de las estatuas y sus pedestales en marzo de este año, ya que dichos elementos se encontraban seriamente dañados debido a la contaminación y los actos vandálicos, finalizando dicho procedimiento en abril, fecha desde la cual permanece vallado. Así que quiero aprovechar este momento para felicitar al Consistorio por su valiosa actuación, pero sin embargo, también me gustaría compartir con todos ustedes que hemos detectado un detalle preocupante: actualmente sigue faltando un trozo vertical de la guirnalda que sujeta la victoria alada, y además, este extremo deteriorado está sujeto con una especie de alambre grueso que desmerece el conjunto. Por ello, sería realmente maravilloso que se restituyera ese tramo faltante para que podamos considerar que la restauración está completa en su totalidad.

Todo esto con el objetivo de honrar la figura de un verdadero pionero de la llingua, aquel que con su pluma convirtió a Mieres en la cuna de la poesía en asturiano, ejerciendo como un verdadero maestro que inspiró a otros grandes poetas como Anxelu, Daniel Albuerne, Julián Burgos o Nel Amaro.

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